(Tiempo de Palabras)
Escribe Cecilia Sigler Relgis
La letra estática de la noticia nos despertó el lunes diciendo “Murió el papa Francisco” y cada uno lo fue procesando de acuerdo a sus vivencias, su experiencia, su relación con la fe y con la espiritualidad. Con raíces mitad judías y mitad cristianas crecí con un padre moishe y una madre con nombre peronista y padres muy creyentes que iban a misa los domingos, le agradecían a San Cayetano por el trabajo y le dejaban, en un platito chiquito de comida una porción para el angelito de la guarda. Estampitas por doquier en la casa de una abuela, pascuas judías, iom kipur y barenikes del otro lado.
Me fui formando y el destino quiso que mi hijo estudie en una escuela religiosa, por cercanía, por comodidad, por vaya a saber uno qué cosa… La pandemia me hizo compartir con él tareas de catequesis a lo largo de dos años y así, sin querer, ya sabía todos los rezos de memoria y hasta me encomiendo a todos los santos cuando las papas queman.
Hace dos años participo de un grupo de madres que ayudamos para que la escuela pueda concretar mejoras de toda clase, ferias del plato, navidades en familia, jornadas de reflexión, mañanas entre amigas que mate de por medio arman un decorado o planifican un evento. Somos pocas pero hacemos mucho y el trabajo solidario reconforta, porque te hace sacar la cabeza afuera y darte cuenta de que siempre alguien necesita ayuda y si podés al menos cambiarle la cara a un nene con hambre o alegrarle el día a una mamá con sueño, tu acción valió la pena. Aprendí que se pueden hacer muchas cosas con ganas y sobre todo aprendí que nadie se salva solo, llegué al grupo desolada y me recibieron con amor y bizcochitos para ser parte. De a poco, empecé a ocuparme y a dejar de preocuparme por cosas sin sentido. Ellas y yo para ayudar al cole, a mi hijo, a sus hijos, a la comunidad educativa a la que pertenecemos.
“Seguir, acompañar a Cristo, permanecer con Él exige salir. Salir de sí, de la tentación de encerrarse en los propios esquemas que acaban por cerrar el horizonte de la acción creativa de Dios. (…) Debemos movernos hacia nuestros hermanos y hermanas, y sobre todo hacia los que están más lejos, los que son olvidados, los que necesitan comprensión, consuelo, ayuda”, nos decía el cardenal Bergoglio.
Para resumir los cambios históricos que protagonizó el primer papa latinoamericano habría que mencionar que en febrero de 2014 estableció la Secretaría de Economía para supervisar las finanzas de la Santa Sede. Tan sólo un mes antes un clérigo italiano de alto rango había sido acusado de lavar millones a través del Banco del Vaticano. El Papa, además, tuvo constantes acercamientos a otras religiones, incluyendo encuentros históricos con líderes del Islam y del judaísmo, condenando ataques antisemitas bajo la premisa de que el odio hacia los judíos es un “pecado contra Dios”. Según Francisco, “la Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie”, y no debe cometer una “injerencia espiritual” en la vida personal, porque “Dios en la creación nos ha hecho libres”. En este sentido, fue el primer Papa que aceptó que tomen la comunión los católicos divorciados. Y quizás otra frase famosa de su papado fue: “Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, refiriéndose en concreto a los sacerdotes homosexuales, pero también a todas las personas de la comunidad LGBT en general. Francisco incluso se mostró abierto con las uniones civiles entre personas del mismo sexo, autorizando a los sacerdotes a bendecir a las parejas homosexuales y afirmando que tienen derecho a formar una familia. Todo esto significó un quiebre con su antecesor, el papa Benedicto XVI, quien consideraba que había un “mal moral intrínseco” en las personas homosexuales.
Ya convertido en Papa dejó una enseñanza clara y concisa que aquí transcribo: “Quisiera decir una cosa, ¿qué es lo que espero como consecuencia de la jornada de la juventud? Espero lío (…), quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la iglesia salga a la calle, que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, clericalismo, lo que sea estar encerrados en nosotros mismos… la parroquia, los colegios, las instituciones son para salir, si no se sale se convierten en una ONG y la iglesia no puede ser una ONG”.
Circula un video en redes que dice algo así: “Francisco, qué jugador… El último capitán de la iglesia fue argentino, nunca hizo la individual, predicó siempre el juego en equipo… hagan lío, argentino tenía que ser… dejó tirado cuanto protocolo se le cruzó, pidió por faltas que ni él cometió… puede que creas o no… este semillero le dio un Papa al mundo, y cada vez que festejemos un gol al cielo lo vamos a hacer con honores porque ahora también tendremos allá arriba al Papa del Bajo Flores”.
Cecilia Sigler Relgis es Licenciada en Letras. Tuvo a cargo la columna «Tiempo de Palabras» en el diario El Argentino.