Escribe Natalia Schejter
Reseña de «Nchuwejh», la pieza de video-danza de UP PA, grupo dedicado a la investigación y creación de la danza wichí.
En la década del 90´, Marilyn Granada (coreógrafa, productora y gestora chaqueña) crea el grupo de danza wichí UP PA, que se dedicó a la investigación y creación, visibilizando su cosmovisión mediante el movimiento. Ellos habían dejado de bailar mucho tiempo antes, producto de prohibiciones de sus colonizadores. Durante la última década del siglo pasado se expresaron en escenarios diversos revolucionando el campo de la danza contemporánea y sus propias vidas. El grupo se mantuvo vigente durante casi diez años en los que recorrieron muchos escenarios rurales y urbanos y hoy en día son una leyenda en la historia de la danza de Chaco.
En plena pandemia, Marilyn le propone a uno de los integrantes del grupo, Ernesto Palacios (bailarín y coreógrafo wichí, maestro bilingüe y director de la secundaria wichí de El Pintado) realizar un regreso de UP PA en formato de video-danza. Así nace Nchuwejh (Espíritu), una obra audiovisual que pone en valor de nuevo la cosmovisión wichí. El intérprete principal es Ernesto, la música es de Lucio Sodja (pianista, compositor y productor chaqueño) y la realización audiovisual integral de Marcel Czombos (cineasta chaqueño radicado en Corrientes).
El eje conductor de la obra es Nchuwejh, el espíritu protector de ese entorno natural y a sus habitantes. En la cosmovisión wichí sobre el mundo, ellos son parte de la naturaleza y la respetan, contrario a nuestra visión eurocéntrica de dominio y abuso. Desde ese punto de vista natural, también aparece lo cíclico de las cosas, y en ese sentido este proyecto se aparta del prejuicio occidental de que un cuerpo “viejo” no puede bailar más y resiste al mandato contemporáneo de cómo se deben mostrar los cuerpos ideales en escenarios espectaculares. En la cultura wichí nadie se pregunta si es atinado o no volver a bailar después de tantos años; para ellos nada termina mientras estén vivos, por eso pueden seguir bailando y creando.
El proceso creativo y de realización de esta pieza estuvo signado por el respeto, admiración y aprendizaje de unas y otras partes. El rodaje se desarrolló durante 5 días en el Paraje wichí de El Pintado, luego de los cuales, productora y cineasta volvieron transformados.
No hubo presupuesto para ampliar el equipo técnico, por lo tanto no había grúa, ni dron, pero había árboles para trepar y conseguir una toma cenital. La filmación fue en sí misma una coreografía donde las partes citadinas entraron en el ritmo del paraje, la cámara acompañó el tempo de la danza wichí y a su vez todo el proceso se acomodó con conciencia, al tiempo de la naturaleza, del Espíritu. Primó la solidaridad y la entrega al territorio, a lo que este y la cultura ancestral que allí habita tenía para ofrecer. El vestuario y el maquillaje estuvieron a cargo de Marilyn, apenas con lo que ella y Ernesto tenían; los objetos utilizados y los “efectos especiales” fueron realizados con elementos de la naturaleza.
En el análisis estético se destaca lo rústico. Lejos de pensar en una denotación negativa, usamos ese adjetivo porque la pieza de video-danza trabajada así, está en consonancia con el propio espacio, con el espíritu que emerge entre la luz y la sombra, siempre y cuando no lo encandilen. La productora del proyecto y el realizador audiovisual habitaron el territorio con conciencia y respeto, eso posibilita entregarse, abrir la escucha para comprender los lenguajes simbólicos, y sobre todo, es la llave para habitar esos días El Pintado, con la buena recepción de esa alma cuidadora del monte, que no se inhibió ni se enojó.
En el montaje fluyen cuerpo y espíritu como una unidad. En una toma general del monte, ese cuerpo humano que danza, además aparece y desaparece, se multiplica amalgamado entre la naturaleza. Una danza orgánica, un montaje orgánico a disposición de narrar las leyendas que Ernesto quiere transmitir, que parten de los cuentos que le contaba su abuelo y que tiene grabados en su memoria. Aquellas leyendas en las que el espíritu cuidador alecciona al humano que abusa de la naturaleza, por maldad o deporte, y lo enloquece. Como el pescador que saca del río un pez con cabeza humana o el cazador que se extravía en el monte persiguiendo a un guazuncho.
La pieza organizada desde la salida del sol a la salida de la luna, tiene un plano general final en el que no hay más artificio que la mirada espía. Ernesto danza alrededor del fuego y dentro de una ronda de vecinos, invita a Pascual (otro miembro original de UP PA que pudo sumarse al final del rodaje) y lo estimula a seguir su danza como invitando a todo el pueblo wichí a retomar la transmisión de su cultura. El plano se mantiene fijo en toda la escena, con prudente distancia y quienes se mueven libremente son los bailarines y los vecinos. Esta obra que es la síntesis de la apuesta que comenzó a realizar UP PA hace 30 años, se realizó con un bailarín, una gestora y un cineasta, pero con la potencia y la convicción colectiva de mostrar una cultura ancestral.
Nchuwejh
Ficha técnica:
Coreografía e Interpretación: Ernesto Palacios
Producción general: Marilyn Granada
Cámara, montaje y dirección: Marcel Czombos
Música: Lucio Sodja
Mezcla y masterización: Rubén Sosa
Danza final: Ernesto Palacios y Pascual Manuel