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Poemas de Osmar Luis Bondoni

por Jorge Brega

Osmar Luis Bondoni nació en Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires, el 12 de octubre 1929. Acaba de cumplir 92 años. Integró en los años 1950 el movimiento de vanguardia nucleado en torno a la revista Poesía Buenos Aires junto a los poetas Raúl Gustavo Aguirre, Edgar Bayley, Jorge E. Móbili, Nicolás Espiro, Wolf Roitman, Rodolfo Alonso, Alberto Vanasco, Mario Trejo, Francisco “Paco” Urondo y muchos otros. Bajo el sello de la revista publicó en 1953 su primer libro, Poemas. Le siguieron Los festejos (1973), Para poder vivir (1993, que obtuvo Mención de Honor del fondo Nacional de las Artes), Papeles del hombre viejo (2005, también con Mención Honorífica del FNA).

En 2016, la librería y editorial Hermano William, de Santos Lugares, publicó su libro de cuentos Un coro para él. Con ese motivo lo entrevistamos en La Marea N° 45 (ver pág 43: “Osmar Bondoni: la emoción como médula de lo literario”), allí narra, entre otras cosas, su relación con aquel movimiento. El cuento que da título al libro fue publicado originalmente en la revista Nudos en la cultura argentina –antecesora de La Marea–, de la cual Bondoni fue generoso colaborador. 

Actualmente, y desde hace tres años, Bondoni edita mensualmente en formato pdf el «Boletín de Artes y Letras» Molinos de viento, de distribución gratuita.

Poesía Buenos Aires, 1956. Sentados, de izq. a der., Rodolfo Alonso, Néstor Bondoni, Paco Urondo, Osmar Bondoni, Edgar Bayley y Raúl Gustavo Aguirre. De pie, el diseñador Jorge Souza.

Al momento de editarse su poemario Para poder vivir, decíamos de este en La Marea N° 6: “Precisión, transparencia del lenguaje. Concisión. Un modo y una visión de mundo que quizá tengan el mismo origen campesino que Rodolfo Alonso adjudica a la personalidad del poeta, cuando lo recuerda entre los animadores de la revista Poesía Buenos Aires: «… creíamos firme y decididamente que la poesía estaba más cerca de la vida que de la literatura (…) Si hubo entre nosotros –que hacíamos gala de ello– alguien ajeno a las camarillas y a los conciliábulos, ése fue él. Pero sin proponérselo, como si su nobleza fundamental y su secreto apego a la más alta palabra humana le vinieran de su hondo y honrado origen campesino, que nunca desdeñó»”.

Efectivamente, el ambiente rural en el cual Bondoni pasó su infancia y juventud está presente en su poesía, como puede comprobarse en la breve selección que ofrecemos aquí.

J.B.

6 Poemas

Resuelta en paisaje

En este viejo pueblo de provincia
hay mediodías que se consuman sin nosotros,
la llovizna pregunta por tus ojos,
los crepúsculos te esperan hasta el alba.

Malgasto tantos pasos,
hay este desconcierto,
las calles tan urgentes,
los amaneceres pronunciados con temor.

Tu partida está fresca en el miedo de los niños
y en los ladridos que la noche acarrea.

Has dejado un reguero de días inconclusos,
tus labios abandonados por ahí,
tu cintura en vuelo,
los cabellos,
la sonrisa olvidada en el día por nacer.

Esta es la hora de buscarte a prisa
hurgando en el paisaje,
hora en que los árboles recuerdan sus nidos
y los siglos retienen para cuando haga falta.

Hoy le pesan los párpados al día
y ayer oí decir a un hombre
que este año se pierde la fruta.

Pero mi ternura con los puños en alto
porque el aire propaga las costumbres de tu piel,
los pájaros debaten tus teorías
y el cielo despereza el color de tu pollera.

Agosto se desnuda
y grita tu mirada con todo su horizonte.
Pero septiembre apura los árboles
y todo lo que dije y otras cosas que callo
y una hora nuestra que deambula a lo largo del tiempo
te tocan suavemente sobre el hombro
y ya dejas caer sobre el regreso
tu primer ademán.

En las hojas se murmura que te han visto.

Confiadamente espero:

los caminos han dado su palabra.

(De Poemas, Ed. Poesía Buenos Aires, 1957)


Volver al campo

Levantarse temprano.

El sol vuela bajo como las perdices;
como ellas es a esta hora tierno, confiado, alegre, entrometido y torpe.

El frío da tres golpes de vidrio al algodón del músculo.

El aliento de las bestias se condensa en nubecitas blancas,
cada día, cada día, como la ternura en nuestro corazón.

Los pájaros, que todo lo confunden con la alegría de vivir,

y el cielo, en celo,

el cielo, que se lleva todo por delante.

(De Los festejos, Ed. Interlínea, 1973)

 

Argentina, diciembre ’75

Tres hombres sentados al mostrador de un bar;
toman copas, ríen,
pero no es esa la verdad.

Una pareja de enamorados pasa;
se tocan, se besan,
pero no es esa la verdad.

Nos desplazamos, cada uno en lo suyo.

Pero la verdad está latente, agazapada.
Está en nosotros todos.

La verdad es la sangre,

pronto.

 

Pampeana

De mañanita
arreadas las bestias,
las guampas gachas.

Los dueños de la lonja
gimen también.

A la oración
rumbeando para las casas
desde las oficinas.


Acecho

Vivir así,
agazapado,
en el umbral de una palabra,
cerca de una sonrisa,
bajo la aparente indiferencia del sol,
esperando
el momento preciso.

 

Toro Sentado

Vendrán,
destruirán a los míos.

Edificarán grandes ciudades
y así se consumará mi maldición.

(De Para poder vivir, Ed. Vinciguerra, 1993)

 


Imagen de apertura: Foto de Maricel Mazza.


 

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