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Aimé Painé: el canto mapuche

por Jorge Brega

Escribe Josefina Racedo

Aimé Painé fue una representante y difusora de la cultura mapuche que trabajó por la dignidad de su pueblo a través del canto en su propia lengua. Había nacido en Ingeniero Huergo, provincia de Río Negro, el 23 de agosto de 1943. Soprano de formación lírica, se volcó a interpretar las canciones tradicionales de su pueblo. Este 10 de septiembre se cumplieron 34 años de su fallecimiento. A modo de homenaje, reproducimos este artículo publicado originalmente en nuestro número 6.


 

Recuerdo a Aimé como una mujer lúcida, parca, pero contundente, que asumió la responsabilidad de retomar la palabra de su pueblo, silenciada cien años antes.

De padres indígenas, fue apartada de su lugar natural siendo todavía una niña. Ella, cuando pudo, regresó y buscó a su familia mapuche. Y en esa búsqueda que fue reivindicatoria de sus raíces y también de una cultura avasallada, puso al servicio de su tarea todo lo que había aprendido en el “otro mundo”, particularmente el cultivo de una voz privilegiada.

Aimé formó parte del Coro Polifónico Nacional y estudió canto con verdadero celo, hasta lograr una formación musical sólida. Eso le posibilitó la plenitud artística y un máximo aprovechamiento de la pureza y coloratura de su voz. Pero simultáneamente, y con igual rigurosidad, emprendió otro estudio con sus otras maestras: las abuelas mapuche. Entonces incorporó su canto, fundamentalmente el de la mujer. Estas abuelas le transmitieron no solamente el contenido sino la forma. Aimé siempre decía que hasta que no tenía una canción incorporada tal cual era la pronunciación “en lengua”, no la cantaba. Y siempre la ponía a consideración de las abuelas, si recibía su aprobación la cantaba. Y cuando se trataba de un canto sagrado les solicitaba permiso para interpretarlo fuera de contexto, por ejemplo, en una audición para niños en una escuela. Aimé se había impuesto un máximo respeto en aquella tarea de rescate.

No creó una versión rosa de lo indígena. Hizo una verdadera revalorización de su cultura con un compromiso y con un riesgo. Porque en plena dictadura hablar de las actuaciones genocidas del general Villegas, era un riesgo, había que silenciar y no contar cómo fue la “Campaña del desierto”. Sin embargo, en 1979, cuando se conmemoraron los 100 años, ella asumió con mucho valor una postura clara, no vengativa, pero sí reflejando la historia real.

Su canto, en esos años de dictadura, fue una doble señal: de alerta para los que silenciaban a todo el que quería hablar de lo prohibido, de lo ocultado, de las injusticias. Y, por otra parte, también para el pueblo indígena de la Argentina. Porque Aimé estaba demostrando a través de su canto que había alguien dispuesto a mostrar y acompañar en el presente las situaciones que el pueblo indígena continuaba padeciendo. No solamente por la opresión secular sino también por la política de esa dictadura que no consideraba al sector indígena como parte del proceso histórico de nuestro país, todo lo contrario.

En ese contexto el afloramiento artístico de Aimé con el canto “en lengua” fue un hecho muy potente. Era una figura del campo de la cultura que venía a mostrar un perfil diferente de lo indígena: orgulloso, coherente, claro. Y además desde el presente, desde lo vivencial, no desde el pasado o lo retórico.

En el inicio de su tarea, Aimé fue presionada en algunos momentos para que entrara en el circuito de la difusión masiva, siempre y cuando respondiera a los cánones de las productoras, o de los “interesados” en encontrar figuras nuevas. No aceptó.

Fue haciéndose un lugar en tanto que resistía e imponía sus propuestas. Todavía recuerdo con qué cuidado evaluó el Movimiento de Reconstrucción y Desarrollo de la Cultura Nacional. Y estuvo dispuesta siempre a participar de nuestras actividades.

Aimé en el cierre de la Semana de la Cultura de la Resistencia, Organizada por el Movimiento de Reconstrucción y Desarrollo de la Cultura Nacional, entre León Gieco, Sixto Palavecino, los payadores José Curbelo y Roberto Airala, junto a otros artistas populares. Centro Cultural San Martín, Bs. As.,12 de junio de 1984.

 

Compartió con mucha alegría las tres ocasiones en que el Movimiento logró articular al cantor natural –como diría Suma Paz, o al cantor no profesional, como lo definiría León Gieco, es decir: al hombre que hace música sin saber más allá de que es una satisfacción y cumple una función para su comunidad– con los profesionales que construyen desde el escenario también un modelo digno de lo que es nuestra música nacional.

Aimé valoró mucho esos encuentros. Ella misma como artista nunca manifestó posturas individualistas. Era quien traía la voz y la presencia del arte mapuche, pero siempre interesada en hacer un lugar para sus paisanos. Así, un día, acercó a Luisa Calcumil, una joven actriz mapuche que en esa época luchaba con sacrificio en su lugar, en Río Negro, procurando construir también una conducta y una mirada diferente en teatro. Luisa encontró en Aimé una articulación que fue esencial. Y juntas fueron armando un primer grupo: “Kümel Kan”, que quiere decir “enseñar”, “dar a conocer”. Una iniciativa para que los jóvenes del sur que estudiaban para maestros, para periodistas, para trabajadores sociales, empezaran a conocer sus raíces hablando con sus abuelas, y pudieran sentir orgullo de pertenecer a la familia mapuche.

Recital de Aimé Painé en Esquel, 1983, grabado por Cacho Sastre y Félix Baliente, operador y locutor de Radio Nacional. Digitalizado y publicado por Lito Calfunao en https://www.youtube.com/watch?v=bSF_me3UTIU.

 

Hoy, cuando uno repiensa cómo durante un período tan difícil, al mismo tiempo que se acallaban voces, podían surgir y avanzar otras, el trabajo y la actitud artística de Aimé adquiere una dimensión mayor. Tampoco me extraña que se difundan versiones sobre su tarea que la distorsionan o la tergiversan, y estoy segura de que no es por desconocimiento, sino que responden a intereses económicos, políticos y culturales. Su muerte temprana en 1987, interrumpe ese proceso que venía creciendo en la medida que había logrado ir articulando distintos sectores del pueblo indígena en la Argentina, mostrando que era posible romper el silencio, hablar y ser oídos.


 

Ver entrevista a Aimé Painé en La Marea número 20.

Foto de apertura, fuente: cultura.gob.ar/aime-paine.


 

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