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¿Estamos peor que hace cien años?

por Jorge Brega

¿Quiénes son los argentinos de bien?

Escribe Cristina Mateu

El presidente Javier Milei insiste en cada uno de sus discursos: “Nuestro país, que a principio de siglo XX era la primera potencia mundial, a lo largo de los últimos cien años se ha visto enfrascado en un ciclo de crisis que todas tienen en sus orígenes la misma causa: el déficit fiscal”. Y representando a los “argentinos de bien”, repondrá aquellos años de supuesta gloria argentina.

 

Generación del 8o.
(Foto inicial: J. A. Roca entrega la presidencia en 1904)

¿Hace 123 años estábamos mejor?

Solo para enumerar algunos conceptos aceptados por casi todas las corrientes historiográficas argentinas: En esa Argentina, con el triunfo de Julio A. Roca en 1880, se gobernó hasta 1890 bajo un partido único (PAN), garantizando la elección de candidatos en manos de un pequeño grupo formado por las 200 familias económicamente más influyentes hasta 1914. Para legitimar al PAN regía el voto cantado, la votación de los muertos, el fraude y la violencia electoral. Para asegurarlo a lo largo de distintos mandatos, el gobierno podía intervenir provincias y reemplazar funcionarios por medio de interventores; por el contrario, si adherían al proyecto nacional, les otorgaban préstamos y subsidios especiales. Para esos gobiernos “conservadores”, la modernización de la Argentina dependía de las inversiones extranjeras, la expansión territorial, el control o eliminación de los conflictos políticos nacionales, la promoción de una mano de obra disciplinada y de “civilizar” e imponer una cultura homogénea.

Revolución del Parque, 1890.

La Generación del 80, como se dio en llamar a esa elite, sostenía que solo la gente ilustrada con ideas liberales y positivistas era apta para conducir el país. Los políticos eran elegidos por su prestigio y riqueza entre los influyentes directivos de corporaciones económicas o clubes sociales como el Jockey Club o el Club del Progreso. Apoyándose en las ideas de Juan Bautista Alberdi y Herbert Spencer sostenían que al país había que “civilizarlo” y controlar el “aluvión zoológico” de la inmigración “cocoliche” y la “barbarie” indígena.

El impulso de las inversiones extranjeras facilitó el crecimiento del comercio exterior, orientando a la Argentina a una economía agrario-exportadora. Así las exportaciones crecieron a medida que se ganaron tierras con la Conquista del Desierto. Mientras que “las importaciones per cápita aumentaron en más de 100% en diez años, el aumento de las exportaciones por habitante llegó al 75%” (según Di Tella/Zykmelman, 1977). La relación entre exportaciones e importaciones empezó a agravarse por las políticas de Roca y Juárez Celman y por las crisis mundiales del capitalismo de 1873 y 1886 que redujeron el flujo de capitales extranjeros destinados a pagar nuestras importaciones. Esto profundizó el enorme déficit de la balanza comercial llevando al estallido de la crisis de 1890 y la Revolución del Parque que terminó con el gobierno de Juárez Celman.

Semana Roja, 1909.

Como sostiene Mario Rapoport en Mitos, etapas y crisis en la economía argentina, “No era una «época dorada» para todos: como lo señala el informe que en 1904 escribió el catalán Bialet-Massé sobre las condiciones de vida de las clases trabajadoras en el interior del país, a pedido del ministro Joaquín V. González, una parte importante de la población vivía todavía a principios del nuevo siglo, en campos o ciudades, en los umbrales de la pobreza” (Rapoport, 2007). Donde el trabajo a destajo, las jornadas de más de 12 horas, el hacinamiento, el hambre, la falta de educación y salud para la familia obrera eran los motivos por los cuales lucharon y se organizaron los trabajadores y reclamaron derechos laborales, mayor democracia.

A esa Argentina pretende volver Milei con el DNU del 20/12/23 cuando afecta los derechos laborales en un intento de volver a las condiciones de trabajo de 1900. También intenta borrar lo que impulsó la lucha yrigoyenista contra los gobiernos conservadores que imponían el fraude, cuando luchaba por la ampliación del derecho político de amplios sectores populares o la defensa de los recursos naturales como el petróleo con YPF.

Milei anuncia el decretazo.

Milei gobierna y, tras el sillón presidencial, el poder económico lo tiene la vieja casta financiera, especuladora, antiindustrialista, como los Macri, Bullrich, Caputo, Lewis, Musk, Sturzenegger y Benegas Lynch, que por su historial están muy lejos de ser “gente de bien”. Pero llamarlos “argentinos de bien” no corresponde, porque los verdaderos argentinos de bien somos todos quienes trabajamos, producimos, construimos, defendemos nuestra tierra, nuestros recursos soberanos y nos cuidamos solidariamente.

Volver para atrás no es posible. Porque frente a la expropiación y explotación, la rebeldía indígena y el aluvión popular de obreros, campesinos, capas medias, pequeños campesinos y comerciantes tienen una larga tradición de lucha que no será fácil “poner en caja”, así como no se pudieron sostener “in eternum”, como lo pretendieron, varias dictaduras en el pasado.


Cristina Mateu es historiadora y docente. Publicó Aníbal Ponce en su recorrido dialéctico (2014), compiló Argentina en Bicentenario de la Revolución de Mayo. Historia y Perspectivas (LM, 2010), Trabajo e Identidad ante la invasión globalizadora (LM, 2000) y participó con artículos en libros colectivos.


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