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La cultura crítica a inicios de los ’70

por Jorge Brega

A fines de los años 1960, la proscripción política, la represión dictatorial y la crisis generaron un clima de malestar y cuestionamiento social que se plasmó en diferentes expresiones culturales hasta los primeros años 70. (De nuestra sección Revisitados de la La Marea N° 49).


Relatos de denuncia política

De las múltiples lecturas que circulaban por aquellos años, resulta interesante revisar los textos del periodismo combativo. La figura más importante, en ese sentido, fue Rodolfo Walsh. Escritor y periodista argentino, produce un periodismo de investigación, utilizando actas judiciales y policiales, fuentes testimoniales, un periodismo comprometido y crítico. Su primer relato, con el que inicia esta perspectiva periodística, fue Operación masacre (1957), que escribió cuando conoció a un sobreviviente de los fusilamientos de junio de ese año. ¿Quién mató a Rosendo? (1968) fue uno de esos libros, que bajo la forma de ficción policial, desarrolló el periodismo comprometido de aquellos años. Allí Walsh historiza y denuncia el compartimiento del gremialismo metalúrgico en Argentina que bajo la conducción de Vandor sufrió el mayor empobrecimiento. Publicado por entregas en el semanario de la CGT de los Argentinos, reconstruye el asesinato del metalúrgico Rosendo García, en mayo de 1966 durante el enfrentamiento de dos sectores rivales del gremialismo peronista. Al tiempo que intercala un perfil de cada uno de los que participaron, especialmente, el de Augusto Timoteo Vandor, que proclamaba un “peronismo sin Perón” con el beneplácito de militares y grupos económicos. Es un libro en el que se conjuga ficción y no ficción, con lenguaje político y un gran dominio literario. El último texto de Walsh fue “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, en la que denunciaba que los secuestros y desapariciones pretendían imponer la destrucción de la industria nacional, la desocupación y la pobreza. Tras enviar su primera carta por correo fue emboscado y asesinado, el 25 de marzo de 1977.  


Cine de agitación política y social

Por las condiciones políticas y económicas apuntadas y, fundamentalmente, porque la industria cinematográfica local se vio afectada por los grandes monopolios cinematográficos de Hollywood, fueron años de cine contestatario, de contenido político y social, clandestino y con escasos recursos. La tendencia fue la producción documental y de colectivos cinematográficos. Dos films de aquellos años merecen ser revisitados por su contenido histórico-social, por la innovación técnica y porque fueron realizaciones que se hicieron a pesar de la censura y la falta de recursos económicos.
La hora de los hornos de Fernando Solanas y Octavio Getino [del grupo Cine Liberación, 1966-68]. Cine de carácter épico, de gran contenido político y popular. Se propuso presentar lo silenciado, lo ocultado por la represión dictatorial y dar cuenta de la violencia y la liberación a partir de la historia y los testimonios del colonialismo y el neocolonialismo en América y Argentina. Un film innovador, en blanco y negro, de cuatro horas de duración dividido en tres partes. Prohibido por la dictadura de Onganía, no pudo ser exhibido en Argentina hasta 1973. Recibió Gran Premio de la IV “Mostra Internazionale del Nuovo Cinema” (Italia, Pesaro, 1968). Era una propuesta que interpelaba al espectador a la acción y a la discusión, al cambio social, promoviendo un “tercer cine”, alejado del pasatismo, la neutralidad y la desinformación del cine hollywoodense.
El otro film es un cortometraje: Ollas populares, de Gerardo Vallejo, vinculado al grupo Cine Liberación. En el que, en escasos minutos, se registran escenas de hambre y desamparo del pueblo tucumano en las ollas popular tras las medidas de Onganía. Musicalizado con el Himno Nacional Argentino, lo que resulta contradictorio y provoca la conmoción del espectador. Su primera película fue “El camino hacia la muerte del viejo Reales”, en la que un campesino y sus hijos relatan la vida en los ingenios tucumanos, producida en 1968, recién pudo estrenarse en 1974.

La hora de los hornos, de Pino Solanas

Música con esperanzas de cambios y bronca

Fueron muchas las canciones que reflejaron la efervescencia de fines de los años 60 y primeros años 70. Recordamos a dos. Ambas muy escuchadas, incendiaban las conciencias, con estilos y en ámbitos diversos: “Cielito del 69”, con poesía de Mario Benedetti y música de Numa Moraes, difundida por el dúo Los Olimareños, que anuncia que “el arriba está nervioso” y que “si no los despeina el viento los va a despeinar la historia”.
La otra muy populizada fue “Marcha de la Bronca”, del grupo de rock nacional Pedro y Pablo, editada por el sello CBS en 1970. Que dice:“Bronca cuando ríen satisfechos al haber comprado sus derechos”, “Bronca porque está prohibido todo hasta lo que haré de cualquier modo”, aunque propone una “Bronca sin fusiles y sin bombas”.

Cielito del 69
(Mario Benedetti – Héctor Numa Moraes)
Cielito, cielo que sí, / cielo del sesenta y nueve, / con el arriba nervioso / y el abajo que se mueve.
Que vengan o que no vengan; / al pueblo nadie lo asfixia. / Que acabe la caridad / y que empiece la justicia. / Que la luna llena brille, /que acabe la cuenta llena. / Que empiece el cuarto menguante / y que mengüe por las buenas.
O por las malas, si no, / o por las peores también. / El mango vayan soltando, / ya no existe la sartén.
Que vengan o que no vengan,/ igual sabrán la noticia: / se acabó la caridad / y va a empezar la justicia.
Cielito, cielo que no, / cielito, qué le parece, / borrar y empezar de nuevo / y empezar, pese a quien pese.
Mejor se ponen sombrero, / que el aire viene de gloria. / Si no los despeina el viento, / los va a despeinar la historia.
Cielito, cielo que sí, / cielo lindo, linda nube, / con el arriba que baja / y el abajo que se sube.

Cielito del 69, por Los Olimareños

Foto inicial: fotograma de «La hora de los hornos»

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