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Distopías tecnológicas. Cine e historia

por Julian Monti

Escribe Cristina Mateu

A partir del análisis de dos obras clásicas de la ciencia ficción, la autora reflexiona acerca de en qué medida la literatura, el cine y la ciencia histórica nos ayudan a pensar el pasado, el presente y el porvenir.


Una de las materias primas fundamentales de la historia es el pasado. Aunque como señalaba Claudio Spiguel “aquel pasado existe en este presente transformado. Y este presente alberga distintos futuros, no solo porque podemos cambiarlo, sino porque podemos encontrar en este presente las condiciones –a pesar de lo que predomina– para poder transformarlo”.1

Conocer las tendencias de aquel pasado que se continúan en el presente y abren varios futuros posibles es una de las preocupaciones y aportes que ofrece cierta perspectiva histórica. Por el contrario, el arte, las novelas y el cine, remiten a ciertos procesos del pasado o proyectan futuros en donde triunfa o predomina, por lo general, una de las tendencias abiertas en determinado presente.

El cine como una de las innovaciones tecnológicas de fines del siglo XIX, surge a partir de ciertas inquietudes, necesidades y carencias sociales. Los seres humanos siempre, para defenderse de las amenazas de la naturaleza y lograr la supervivencia, –desde la utilización del palo o la piedra en esa búsqueda incesante por superar su capacidad productiva y creativa– ha llegado a la “inteligencia artificial”, empujando los límites que le impone la propia naturaleza; lo que genera –como señala M. Benasayag– el temor de la “subsunción de lo vivo por la máquina”.

El cine apela y desafía aquello que aún no podemos modificar: el tiempo, operando en la memoria. Nos presenta hechos pasados, cataliza presentes y se lanza a presentarnos un futuro posible recreando imágenes y condensando procesos.

¿En qué medida la ciencia ficción y la ciencia histórica nos ayudan a pensar el pasado, el presente y el porvenir?

Aquellas preocupaciones en el campo del arte sobre el destino o el futuro se traducen en un campo de coordenadas espacio-temporales que según Gilles Deleuze son una convivencia de múltiples capas de pasado, presente y futuro poco fiables en tanto resultan una falsificación en el arte de lo verdadero (Deleuze, 2018). Sin embargo, son también, para muchos otros autores y analistas, “obras de anticipación” que presagiaron en algunos casos innovaciones tecnológicas, logros científicos inimaginables, delineando tendencias posibles del conocimiento de la humanidad.

Futuro posible según los distintos presentes que lo proyectan

El arte, la literatura, la cultura, por lo general, permiten a la ciencia histórica comprender los procesos pasados; son producto, documento y representación de alguna de las distintas concepciones que están presentes en cada época y pueden ser resignificadas en nuevas condiciones materiales y subjetivas en tanto conservan una preocupación latente. Esas producciones, producto de una época, resuenan y son resignificadas en nuevos contextos sociales, económicos y políticos.

Nos enfocaremos en dos películas que presentan un destino de la humanidad, dos films que esbozan o nos adelantan un futuro posible: La máquina del tiempo (1960) y Blade Runner (1982),2 basadas ambas en las novelas La máquina de Tiempo de H. G. Wells y ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas?3 de Philip K. Dick, cada una de estas novelas de ciencia ficción fueron emblemáticas en su tiempo de publicación. Estas obras publicadas respectivamente en 1895 y 1968 nos permiten pensar sobre ciertas preocupaciones y reincidencias en las expectativas, en cada presente, sobre el rumbo socio-cultural y las ideas predominantes sobre del proceso social o la historia del desarrollo de la humanidad.

En cierto sentido, la preocupación sobre el destino podría catalogarse como preocupación filosófica y refiere a una lectura de cómo es el mundo o hacia dónde va; especialmente respecto a la deshumanización a la que puede conducir el avance amenazante de la tecnología. Destinos o futuros posibles que hoy día también se nos presentan frente al desarrollo de la inteligencia artificial y nos obligan a pensar en qué medida las ciencias sociales, la historia en particular, aportan o ayudan con un análisis sobre el pasado que permita comprender el presente y proyectar futuros posibles.

El contexto político, económico-social en ambas películas y en las novelas que sirvieron de base fueron muy diferentes, pero podríamos afirmar que comparte una época.

La temática del futuro con 65 años de diferencia

La temática sobre el viaje a través del tiempo, el viaje al futuro, estaba ausente en la literatura de fines del siglo XIX hasta la publicación de la novela La máquina del tiempo deH. G. Wells (Gran Bretaña, 1866/1946), considerado (junto con Julio Verne) uno de los maestros del género de ciencia ficción, categorización literaria que comienza a usarse recién a partir de 1926.

La novela mezcla aventuras, doctrina sociopolítica y perspectiva moral. Relata la historia de un científico que crea una máquina para viajar por el tiempo con la que logrará trasladarse al año 802.701. En esa proyección futura encuentra una sociedad en la que aparentemente no había signos de derechos de propiedad, ni de agricultura, ni necesidad de trabajo, la tierra era un paraíso con frutos exuberantes. Allí encuentra a los Eloi, seres esbeltos, hermosos, hedonistas, y establece una relación especial con uno de ellos, la joven Weena. A poco de andar, comprende –a partir de una serie de observaciones y por el compartimiento de Weena– que existía otro mundo subterráneo habitado por los Morlocks, seres monstruosos, productores de todo lo que necesitaban los Eloi.

El libro se edita en el mismo año en que se conoce una de las innovaciones más importantes de la cultura: las primeras películas de los hermanos Lumière presentadas en Paris. Eran tiempos en los que las nuevas tecnologías se abrieron paso con la llamada Segunda Revolución Industrial (alguna de las cuales menciona el autor en su relato), cuando la expansión colonial británica –ávida de las materias primas baratas (alimento, caucho, madera) en Asia, África y América Latina– imponía las condiciones de las relaciones comerciales internacionales. Tiempos en los que hegemonía económica inglesa de la era victoriana era amenazada por la competencia de las nuevas potencias industriales. Tiempos, también, en los que la lucha y conflictos sociales –a pesar de ciertas derrotas como la del primer gobierno obrero en la Comuna de Paris–4 fortalecían al movimiento obrero europeo. En tanto, en los pueblos dependientes o colonizados de América Latina, Asia y África crecían los conflictos sociales esbozando las primeras respuestas antiimperialistas.

Wells se consideraba socialista, había participado de la Sociedad Fabiana,5 descreía de las ideas y propuestas revolucionarias, consideraba que la humanidad solo progresaría erradicando la pobreza y educando al pueblo, fortaleciendo el progreso a partir de la educación y la voluntad individual.

En 1960 se estrena la película basada en esa novela titulada con el mismo nombre: La máquina del tiempo (en España se conoció como El tiempo en sus manos). George Pal, su director, vuelca en este film lo esencial de la trama propuesta por Wells. Transcurrieron 65 años entre la publicación de la novela y el estreno del film, en ambas obras la esperanza seguida de la desilusión respecto de los alcances de la ciencia, la educación y la importancia del conocimiento de la humanidad se conjugan en ese futuro distópico.

En la proyección cinematográfica, Pal agrega hechos históricos muy significativos en 1960. El protagonista de la película, al iniciar la marcha por el tiempo puede ver los cambios materiales y climáticos que se producen a lo largo del tiempo desde el mismo lugar en el que inicia el viaje. Primeramente, se detiene en los años 1917 y en 1940, con eventos insoslayables al momento del rodaje, como fueron las dos guerras mundiales. La siguiente parada del viajero es el año 1966, un futuro muy cercano al estreno de la película en 1960, en la que el director proyecta un mundo caótico, donde la población londinense desesperada corre hacia los refugios ante un inminente ataque nuclear y se produce la total destrucción del planeta. En un vertiginoso devenir de imágenes describe aceleradamente un proceso de varios cientos de siglos que van desde la destrucción nuclear, a la erupción volcánica, su lava convertida en piedra, la oscuridad, la falta de oxígeno, la erosión de la roca hasta llegar al reverdecer del paisaje con una vegetación exuberante, la vuelta de la luz y la atmósfera respirable con un nuevo ciclo de vida. Los controles de la máquina indican que es el año 802.701. Allí también, como en la novela, los Eloi (entre ellos la joven Weena) y los monstruosos Morlocks aparecen como sujetos esenciales del conflicto. Sin embargo, para el director, George Pal, esos seres subterráneos y monstruosos, que con sus máquinas proveen lo necesario para la existencia de los Eloi con el fin de someterlos y desaparecerlos, posiblemente para convertirlos en su alimento.

El mundo en que se filma y estrena la película es muy distinto al mundo de la novela de Wells. Se está cursando la Segunda Posguerra, y la división del mundo en dos bloques con la Guerra Fría, la emergencia de los países del Tercer Mundo, la creciente la tensión entre las dos grandes potencias con la posible amenaza de una tercera guerra mundial de tipo nuclear, la intervención soviética en Hungría. Mientras que crecía el campo socialista y una oleada de países a través de revoluciones sociales y nacionales rompía el cerco impuesto por el colonialismo y la dependencia en los países subdesarrollados. Especialmente en la Europa recuperada, el crecimiento industrial ingresaba en un nuevo ciclo de expansión productiva e innovación tecnológica. Las enormes movilizaciones sociales en todo el mundo, que exigían mejoras sociales y laborales, obligaron a muchos gobiernos a aplicar políticas de intervención estatal para generar las mejoras sociales reclamadas.

Es la década del 60, un período de auge económico, cuando –junto con el crecimiento del capital concentrado y la nueva expansión de inversiones de capital productivo– se desarrolla una nueva etapa de expansión científica: la tecnológica espacial con el primer viaje sobre la órbita terrestre de la nave soviética Sputnik y el despliegue de la carrera espacial entre la URSS y EEUU por la exploración del espacio exterior, de la superficie lunar, los satélites artificiales. Así como los desarrollos científicos vinculados a la computación y el avance sobre la ampliación de cálculo, el descubrimiento del láser, la energía nuclear, la aplicación masiva del plástico y otros derivados del petróleo, primer mensaje por arpanet (precursor de internet), radio a transistores y calculadoras manuales, trasplantes de órganos, píldora anticonceptiva, entre otras tantas innovaciones.

Nuevamente, se ponía en cuestión hasta dónde podía llegar la humanidad con estas nuevas tecnologías y desarrollos científicos, con las guerras y conflictos sociales. Circulaban ideas sobre la “cuarta dimensión”, los mundos paralelos, las “invasiones extraterrestres”, la expansión a la luna y a Marte frente al temor a una destrucción total del planeta por guerra nuclear.

A la vez, crecía el hambre en los países más pobres de América latina, África y Asia lo que demostraba que las diferencias y desigualdades entre las naciones se agudizaban. Las potencias occidentales impulsaban la sustitución de importaciones, inyectando nuevas inversiones de capital, para promover el crecimiento en aquellos países que consideraban “subdesarrollados”; de tal modo, de evitar el avance de procesos políticos y sociales que impulsan revoluciones sociales y levantamientos nacionales.

Pal filmó esta película en ese momento histórico. Había nacido en Austrohungría en 1908, trabajando desde muy joven en los estudios cinematográficos UFA en Berlín. Con el avance del nazismo viajó a Praga y luego a Francia, para finalmente radicarse definitivamente a finales de 1939 en Hollywood –centro estadounidense de la innovación cinematográfica mundial–. Allí fue el precursor de los Puppetoons, serie de películas animadas con títeres (en general confeccionados con madera en Europa). En Holllywood, la meca del cine mundial, Pal se convierte en el iniciador y promotor de los efectos especiales, del cine fantástico y ciencia ficción. Productor de películas catalogadas como “serie B” en la industria cinematográfica de “entretenimiento”.

El eje central planteado en la novela, que la película respeta en cierto modo, es que el afán de la humanidad por progreso científico y tecnológico constituye una amenaza para su propia existencia y para el planeta, advirtiendo que el último recurso para frenar la destrucción de la humanidad y del mundo será el amor y la solidaridad.

Cuando Wells publicaba su libro, a fines del siglo XIX, se vivía todavía los efectos de la crisis de 1890, la tensión de la llamada de la Paz Armada que finalmente llevaría al estallido de la Primera Guerra Mundial y el socialismo todavía no había triunfado en ningún país. Wells solo pudo haber conocido la experiencia de la Comuna de Paris como gobierno y poder de la clase trabajadora.

Cuando George Pal estrena la película a mediados del siglo XX, ya había finalizado la Segunda Guerra Mundial, se transitaba el período tenso de la Guerra Fría, con un tercio de la humanidad bajo gobiernos comunistas, con el cuestionamiento a la expansión soviética y flotaba en el mundo el temor por una posible Tercera Guerra Mundial.

Mientras que en la novela la preocupación es la desigualdad, el olvido de los principios básicos de solidaridad y humanidad en los vínculos sociales, así como las diferencias de clase. En la película, se acentúa una selección de tres paradas en el viaje, que reflejan los conflictos bélicos durante la primera mitad del siglo XX, la dominación de unos sobre otros, la destrucción que generaron los avances científicos que motorizan las guerras y el fin de la humanidad. Está presente una preocupación filosófica persistente que es la cuestión sobre si la humanidad con el avance tecnológico genera progreso o destrucción.

En ambas obras, la última y única esperanza está en el vínculo amoroso entre el viajero y la joven Eloi, la protección y la ternura con que se resguardan ambos vuelven a dar sentido a la vida de los seres humanos y el ciclo de la naturaleza.

Años más tarde…

En 1968 –ocho años después del estreno de La máquina del tiempo de G. Pal– Philip K. Dick (Estados Unidos, 1928/1982) publicó ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas? En su novela el futuro del mundo es el resultado de la “Guerra Mundial Terminal” que destruyó a casi todas las especies, entre ellas animales, una tierra seca con una lluvia de polvo y la desaparición u ocultamiento del sol. Estados Unidos ocupa Marte y salva a una porción de la humanidad, mientras que en 1990 se produce una variedad de androides para suplantar el trabajo humano. Vivir en la tierra implicaba la extinción de la especie humana y la esterilización, solo permanecen en el planeta Tierra los que no tienen futuro. Y en la Tierra los seres humanos y los androides solo podían tener como mascotas animales electrónicos. Los androides casi humanos se rebelan y fugan; Rick Deckard, cazador de androides, es contratado para eliminar el modelo de androides Nexus 6, uno de los modelos más parecidos a los humanos por su gran capacidad cerebral. Deckard, mientras busca a ciertos androides fugados, sueña y espera tener un animal verdadero y dejar de cuidar a la oveja electrónica como si estuviera viva, dice: “la tiranía de los objetos”.6

En ese mundo futuro imaginado por Dick, se realizaba una prueba para identificar a humanos de androides, que consistía en un test que en distintas etapas medía la empatía, facultad considerada propia de los seres humanos y que los androides no tienen. Pero el modelo de androides Nexus 6 pasan ese test y son los que buscaban suplantar a los humanos. Por tanto, la prueba requiere extremar los interrogatorios y ajustar los métodos de detección y lleva a realizar consultas técnicas con la policía soviética.

La manipulación del pensamiento, la alteración de los recuerdos, la posibilidad de crear inteligencia artificial o el robo de pensamientos y sentimientos íntimos, lo real y lo irreal son tópicos recurrentes de la narración. Así como también se despliega en el texto la descripción de desarrollos científicos como reconocimientos faciales, coches aéreos, películas en 3D y otros conocimientos científicos avanzados que se despliegan en la novela. También están presentes las referencias a las condiciones políticas y socioculturales como la existencia de monopolios, gobiernos autoritarios y sus fuerzas represivas.

La novela de P. Dick comparte la misma década en la que se estrena La Máquina del Tiempo, pero en una etapa de descenso o estancamiento del crecimiento económico, dando paso a los primeros signos de la crisis que estallaría en los años 70. El período de los movimientos y reclamos sociales, especialmente juveniles en Estados Unidos, en América latina, Europa (como el Mayo Francés), la crisis en el bloque oriental (Primavera de Praga), intervención norteamericana y Guerra en Vietnam, asesinatos de Robert Kennedy y Martin Luther King, la retracción de las inversiones de capital, inicio de la crisis del petróleo, junto al lanzamiento del Apolo 5 y pruebas subterráneas de bombas atómicas en Nevada.

El estreno de la película Blade Runner de Ridley Scott, basada parcialmente en la mencionada novela de Dick, se produjo14 años después de la publicación de la novela en 1982. La película es considera un clásico del cine neo-noir y de la ciencia ficción, su director. R. Scott, es productor, cineasta, guionista y productor de varias películas taquilleras entre ellas: Allien, el octavo pasajero; Thelma y Louise, Gladiador, Hannibaly recientemente, Napoleón.

En Blade Runner la acción comienza en el año 2019 en la ciudad de Los Ángeles. Los androides aquí se llaman replicantes y fueron declarados ilegales en la Tierra. Aquí también, Rick Deckard, un cazador retirado de replicantes, debe volver a la acción para encontrar y destruir o retirar a los replicantes fugitivos. Las escenas muestran una ciudad moderna en decadencia, con grandes edificios abarrotadas, enormes autopistas, mercados callejeros repletos de mercaderías y personas, basura acumulada, una llovizna persistente,con gigantes anuncios de Coca Cola y Pan American. Se anticipan avances científicos como el reconocimiento ocular y celular de identidades, transferencias de imágenes con realidad aumentada, innovación que comenzó a usarse recién en 1992.

Scott proyecta en 1982 un planeta que 34 años más tarde, en el 2019, estaría devastado, agudizando las mismas miserias humanas y el desarrollo tecnológico dominando todo. Al momento del estreno de la película, la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y en China marcaban la derrota de los principios del socialismo, la caída de la producción, la difusión del toyotismo como nueva forma de organización de la producción, sumado al giro de inversiones de capitales a la especulación financiera, la instalación de políticas neoliberales en Gran Bretaña y Estados Unidos, la invasión soviética a Afganistán en 1979 abriendo una nueva etapa de tensión en la Guerra Fría y la aplicación de la política norteamericana de Defensa Estratégica –llamada Guerra de las Galaxias– y los acuerdos para reducción de armamentos nuclear, ponían al mundo bajo un nuevo orden mundial y un nuevo momento de incertidumbre.

Historia, representaciones artísticas y posibles futuros

Las novelas y las películas que analizamos sintetizan esas preocupaciones de época, cada una a través de una creatividad particular (herramienta fundamental de la actividad artística), con sus modalidades y con las nuevas tecnologías artísticas.

En general, las obras artísticas y sus realizadores siempre son parte de un mundo objetivo, con condiciones materiales concretas, en el que se expresan o trasuntan relaciones, ideas, actitudes, sentimientos propios de su tiempo, del pasado o futuros que, proyectados en su tiempo, ondean en la práctica social de cada época.

En los años en que cada obra fue divulgada en 1895, 1960, 1968 y 1982, se vivían momentos de inestabilidad política y económica que preanuncian desenlaces bélicos fatales respecto de la situación internacional, tanto para las naciones como para para la vida de los ciudadanos de a pie. En cada uno de esos períodos, la cotidianidad se veía alterada por las innovaciones tecnológicas que provocaban cambios en las rutinas diarias, en los vínculos personales y colectivos, tanto así como, también lo alteraban los episodios bélicos. La sensación de progreso que prometían las innovaciones tecnológicas, el acceso a ellas a través del consumo promovido en el bloque capitalista junto a los conflictos bélicos (con sus armas modernas de exterminio rápido que generaban muertes y destrucción de lo ya construido) agudizaban un sentido de incertidumbre, preanunciando la profundización de las desigualdades económicas y sociales que generaban las guerras, aunque simultáneamente se percibía cierto crecimiento económico.

La literatura y el arte se nutren y absorben el sentir, las ideas y los adelantos científicos de su época y, en tal sentido, también reproducen la concepción histórica dominante en la sociedad. El panorama de la ciencia histórica que predominaba en cada momento aportó relativamente a una comprensión del presente y su proyección futura.

A fines de siglo XIX, prevalecía una concepción historiográfica positivista, determinista y racista que solo considera lo dominante en las sociedades como único aspecto a analizar, simplifica la riqueza de los procesos socio-culturales ocultando aquellos hechos y sujetos que conviven en desventaja o negados en la sociedad, pero que la realidad política exponía crudamente.

En la década del 60 del siglo XX, en el marco de la segunda posguerra y en el curso de la Guerra Fría, ya circulaban en el ámbito académico y en el político-cultural las concepciones del materialismo histórico, la de la escuela de los Annales y otras teorías críticas que ponían en cuestión los principios conceptuales y metodológicos de la historia positivista clásica. Concepciones que en general consideran los procesos de cambio, la existencia de tendencias y contradicciones, considerando aspectos cuantitativos y cualitativos, especialmente aspectos centrales de la concepción del materialismo histórico, es decir, la historiografía marxista. En ese momento, no solo algunas teorías historiográficas mostraban las contradicciones, también las mismas fluían y se visibilizaban en la realidad social y política en distintos países. Como señalábamos más arriba, eran tiempos en la que muchos países luchaban por su autonomía, por su liberación, es decir, por cambiar el mundo. Comenzaba a desquebrajarse el concepto de “cultura universal” como única posible visión del mundo y se planteaban más de una forma sobre cómo proyectar el futuro mundial y el rumbo de las naciones.

En los 80, el cuestionamiento y crítica a las teorías materialistas, el surgimiento del posmodernismo que negaba que la escritura histórica se refiere a un pasado histórico real, así como, las tesis del «giro lingüístico”, basadas en las teorías literarias de Derrida, fascinaron a los historiadores norteamericanos y, de alguna manera, acompañaban los cambios que se estaban dando en el campo político-económico mundial.7

Sin embargo, la idea dominante en cada una de las obras analizadas, es la de un mundo cuyo un único futuro posible es la devastación, la destrucción, el fin de la humanidad y ante este posible destino la única salida resulta el amor, como una de las principales facultades y virtudes de los seres humanos. Innovación tecnológica que hasta logra destruir esos principios propiamente humanos cuando los androides, los robots, los replicantes pueden ser seres sensibles, que perciben y demuestran emociones, hasta llegar a dudar o no saber identificar a humanos de androides como en Blade Runner.

Ciertas corrientes historiográficas, en el análisis del pasado, se proponen encontrar algunas líneas nodales y estructurales pasadas que se proyectan en el presente que contribuyen a explicar las transformaciones de la sociedad, respecto de cuánto de lo viejo persiste y cuánto de lo nuevo tiene posibilidades de desarrollarse en determinadas condiciones; abarcando la complejidad, pero atento a las regularidades, sus reconfiguraciones y lo novedoso en el proceso en las relaciones sociales y en las relaciones con la naturaleza.

En este caso, el estudio del impacto de las nuevas tecnologías en el presente y los posibles futuros imaginados resulta de interés porque siempre hay nuevos horizontes de amenazas tecnológicas en determinadas estructuras económico-sociales y sigue existiendo un dominio y control de un pequeño grupo social que se apropia y acapara los beneficios y derechos de producción y uso de las nuevas tecnologías. Seguramente, en cada época y con cada innovación tecnológica, con sus nuevos artefactos y sus nuevos usos, se vivió y se vive una “intromisión a la vida cotidiana”, una obligación a modificar las rutinas, los vínculos, el temor a no poder dominar a la máquina y que ella domine a los seres humanos que la inventaron.

El último avance de la innovación tecnológica: la inteligencia artificial (AI) nos obliga a pensar este dilema desde una perspectiva filosófica e histórica, analizando los rasgos económico-sociales y culturales del pasado que persisten en este presente y son parte de las tendencias que en lucha hoypueden dominar el futuro. Teniendo en cuenta que, con cada innovación tecnológica, nuevamente, se expresa el problema sobre quien tiene y controla esa innovación tecnológica (producto del conocimiento acumulado de la humanidad), en este caso la AI, si es propiedad privada de un individuo o grupo minúsculo que crece ilimitadamente fomentando sus intereses individuales o debería ser propiedad colectiva para que sirva y ayude al desarrollo de las grandes mayorías que necesitan de sus atributos y son las que construyen diariamente las condiciones de reproducción de la vida humana.

Este problema se presentó innumerables veces en la historia con cada innovación tecnológica. De allí que, como señala Spiguel, “encontrar en este presente las condiciones, a pesar de lo que predomina, para poder transformarlo”, resulta una tarea interesante para que de los futuros posibles proyectemos aquel en el que el conocimiento científico y cultural de la humanidad no sea acaparado por un pequeño grupo y, por el contrario,se ponga al servicio de las necesidades de toda la humanidad a fin de mejorar e igualar las condiciones de vida del conjunto social.

Notas:

1 Spiguel. C. “Memoria e historia” en el XX aniversario de la revista La Marea. Buenos Aires, 20/11/2014.

2 Se accede a las películas en estos links: https://archive.org/details/la-maquina-del-tiempo-1960 y https://www.max.com/ar/es/movies/blade-runner/

3 Wells, H.G. La Máquina Del Tiempo (c.1). Ediciones Generales Anaya. Apple Books, 1996 y Dick, P. K. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Perseo, e-book Jack!2013.

4 La Comuna de Paris fue el primer gobierno de obreros, aplicó una serie de medidas populares durante más de tres meses en 1871 en la ciudad de Paris y la defendió de los alemanes luego que el ejército francés derrotado en la guerra franco-prusiana abandonara su defensa. 

5 Sociedad Fabiana fue un movimiento en Gran Bretaña fundado en 1884 que se proponía aplicar el socialismo a través de reformas.

6 Idea que nos remite a la conceptualización de Marx sobre el fetichismo de la mercancía.

7 Al respecto ver Vilar, Pierre, “Historia”, en Introducción al Vocabulario del análisis histórico, Barcelona, Crítica, 1982 y Iggers, Georg G. La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al desafío posmoderno. Ed. Siglo XXI. Chile, 2012.

 

Bibliografía

-Deleuze, G. Cine III. Verdad y tiempo. Potencias de lo falso.  Compilación de Pablo Irés. Trad. Pablo Irés y Sebastián Puente. Ed. Cactus. Buenos Aires, 2018. 832 páginas.

-Benasayag, M. y Pennisi, A. La inteligencia artificial no piensa (el cerebro tampoco). Prometeo, Buenos Aires, 2024.

-Dick, P. K. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Perseo, e-book Jack!2013.

-Hadjinicolau, Nicos. La producción artística frente a sus significados. Siglo Veintiuno. México, 1981. 


-Iggers, Georg G. La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al desafío posmoderno. Ed. Siglo XXI. Chile, 2012.

-Spiguel. C. “Memoria e historia” en el 20˚ aniversario de la revista La Marea. Buenos Aires, Noviembre de 2014.

-Wells, H.G. La Máquina Del Tiempo (c.1). Ediciones Generales Anaya. Apple Books, 1996.

-Vilar, Pierre, “Historia”, en Introducción al Vocabulario del análisis histórico, Barcelona, Crítica, 1982.


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