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Ejecución de un testamento: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado

por La Marea

Escribe Graciela Tejero Coni

A doscientos aƱos del nacimiento de Federico Engels, y tomando como referencia su obra ā€œEl origen de la familia, la propiedad privada y el Estadoā€, la autora realiza un anĆ”lisis de la dialĆ©ctica de las relaciones de producción y reproducción, que permiten entender las transformaciones vinculares entre los sexos y el proceso histórico que originó el sistema patriarcal.


No hay texto sin contexto

Ā ā€œLa personalidad de Engels se desvanece algo ante la de Marxā€, dijo Riazanof1Ā en sus famosas clases en MoscĆŗ del aƱo 1923. No obstante, me animo a asegurar que sin el equilibrado trabajo intelectual y militancia polĆ­tica de esa entraƱable dupla la teorĆ­a revolucionaria no hubiera tenido la consistencia cientĆ­fica que hasta hoy nos guĆ­a.

Marx nació en TrĆ©veris el 5 de mayo de 1818; Engels, el 20 de noviembre de 1820, en Bremen, ambos en Renania, provincia alemana de una intensa actividad industrial y polĆ­tica. Si bien de orĆ­genes familiares diferentes,2 ambos estuvieron sujetos a la influencia de la revolución de julio de 1830 en Francia que se extendió por toda Europa y en particular la insurrección obrera que estalló en 1831 en las sederĆ­as de Lyon bajo la consigna: ā€œVivir trabajando o morir combatiendoā€. Vieron aparecer en escena una nueva clase revolucionaria: el proletariado, que intentaba organizarse y en ese momento de auge de luchas obreras, Marx y Engels tenĆ­an 22 y 20 aƱos respectivamente y completaban sus estudios universitarios.

Engels, rompiendo con sus mandatos familiares, comenzó a escribir a los diecinueve aƱos y con sus primeros trabajos firmados con el pseudónimo de ā€œOswaldā€ se colocó entre los demócratas librepensadores de Alemania. Por entonces, Engels se libró de los prejuicios religiosos y llegó a definirse a sĆ­ mismo como ā€œviejo jacobino francĆ©sā€.

En 1841, a la edad de veinte aƱos, Engels entró como voluntario en la ArtillerĆ­a de la Guardia de BerlĆ­n. AllĆ­ se vinculó con los ā€œjóvenes hegelianosā€. Ese mismo aƱo Marx terminó sus estudios y obtuvo su doctorado. Para cuando Marx se preparaba para desarrollar su carrera, Engels ya ocupaba un lugar destacado en el periodismo y participaba activamente en la lucha ideológica que se desarrolló entre los adeptos de los viejos y de los nuevos sistemas filosóficos.

Antes de partir a Inglaterra, Engels, corresponsal de la Gazeta Renana en BerlĆ­n, paso por Colonia, sede de la redacción y lugar de residencia de Marx. Los biógrafos de Ć©ste consignan que ese encuentro en 1842 fue muy frĆ­o.3 No obstante, Engels en su trabajo ā€œContribución a la historia de la Liga de los Comunistasā€, dijo:

En Manchester, me habĆ­a dado de bruces contra el hecho de que los fenómenos económicos, que hasta ahora no desempeƱan ningĆŗn papel o solamente un papel desdeƱable en la historiografĆ­a, constituyen una potencia histórica decisiva (…) la polĆ­tica y su historia deben explicarse partiendo de las relaciones económicas y de su desarrollo, y no a la inversa. Cuando, en el verano de 1844, visitĆ© a Marx en ParĆ­s, se puso de manifiesto nuestra total coincidencia en todos los campos teóricos, y de entonces data nuestra colaboración. Al reunirnos de nuevo en Bruselas en la primavera de 1845, ya Marx habĆ­a desarrollado sus lineamientos fundamentales, partiendo de los fundamentos mĆ”s arriba seƱalados, su concepción materialista de la historia, y nos pusimos a elaborar en detalle y en las mĆ”s diversas direcciones la nueva concepción que acaba de ser descubierta.4

El trabajo surgido del encuentro no llegó a publicarse en vida de sus autores, sino en 1932 bajo el título de La Ideología Alemana,5 la finalidad que ambos perseguían estuvo cumplida, como dijo el propio Marx: Confiamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, de tanto mejor grado cuanto que habíamos conseguido ya nuestro propósito fundamental, el cual no era otro que esclarecer las cosas ante nosotros mismos.6

Y se inició desde entonces la mĆ”s fructĆ­fera relación polĆ­tica e intelectual que marcó el gran hito histórico del antes y despuĆ©s del ā€œmarxismoā€ como concepción filosófica de comprensión cientĆ­fica de la realidad y guĆ­a para la revolución social.

El 14 de marzo de 1883 murió Marx en Londres a los 64 aƱos. Tarea enorme emprendió Engels, por su compromiso polĆ­tico y vasta erudición, como tenaz promotor del ā€œmarxismoā€ y continuador de la producción inconclusa de su amigo:

No puedo negar haber contribuido a establecer y, principalmente, a elaborar la teorĆ­a, durante los cuarenta aƱos de mis relaciones con Marx. Pero la mayor parte de las ideas directoras, sobre todo en historia y economĆ­a, asĆ­ como su fórmula definitiva, pertenecen exclusivamente a Marx. Lo que yo he dado, Ć©l mismo pudo haberlo suplido fĆ”cilmente, salvo tal vez dos o tres partes esenciales. MĆ”s lo que hizo Marx, nunca habrĆ­a podido hacerlo yo. Marx estaba por encima, veĆ­a mĆ”s lejos (…) Era un genio; nosotros, en la mejor de las hipótesis, sólo somos talentosos. Sin Ć©l, nuestra teorĆ­a estarĆ­a muy lejos de ser lo que es. Por eso lleva con toda justicia su nombre.ā€ (Carta al camarada Sorge)

Ordenar el legado literario de Marx fue un trabajo inconmensurable. Ɖste, entre sus papeles habĆ­a dejado el segundo, tercero y cuarto tomo de El Capital y Engels necesitó once aƱos para poner esos manuscritos en orden y solo Ć©l pudo cumplir la tarea de editar el segundo y tercer tomo.

Otro deber le quedaba y fue continuar su prÔctica política en el movimiento obrero de casi todos los países de Europa. El día de la celebración internacional del 1º de mayo de 1890, escribió el prefacio de la 4ª edición alemana del Manifiesto Comunista y en él señala el crecimiento organizativo del movimiento obrero y se lamenta que Marx no este para ver ese espectÔculo halagüeño.

Engels conservó su facultad de trabajo hasta los casi 75 aƱos de edad, falleciendo el 5 de agosto de 1895. Ɖl pidió ser cremado y que sus cenizas fueran arrojadas al mar.

La autora (segunda desde la izquierda) en un panel de la Feria del Libro organizado por La Marea.

Debates vigentes

Engels, con genial poder de síntesis y magistral uso metodológico del materialismo histórico hizo en 1884 su primera entrega: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, declarando en el Prólogo de su primera edición:7

Las siguientes pĆ”ginas vienen a ser la ejecución de un testamento. Karl Marx habĆ­a reservado para sĆ­ mismo la misión de exponer los resultados de los trabajos de Morgan en cuanto se relacionan con las conclusiones de sus propias tareas históricas (hasta cierto punto, pudiera decir que nuestras tareas comunes)… Morgan habĆ­a descubierto de nuevo, a su modo, en AmĆ©rica, la teorĆ­a materialista de la historia,8 que cuarenta aƱos antes descubrió Marx… Mi trabajo a duras penas puede suplir al que no pudo terminar mi difunto amigo.

Sólo me detendrĆ© en dos temas, de los muchos abordados por esta monumental obra: la relación naturaleza – cultura y la relación opresión de gĆ©nero9– explotación de clase.

Engels afirma y reafirma a lo largo de todo el texto la esencia de la teoría marxista que analiza el móvil decisivo al cual obedece la humanidad en la historia: la producción y la reproducción de la vida inmediata. Hago notar que en el texto de 1884 reivindica mÔs de una vez lo elaborado por él y Marx entre 1845 y 1846, cuando analizaron las premisas de la existencia humana y su condición histórica.10 La primera, que

para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas mĆ”s (…) por consiguiente, la producción de la vida material misma, (…) lo mismo hoy que hace miles de aƱos, necesita cumplirse todos los dĆ­as y a todas horas (…) supondrĆ” siempre, necesariamente, la actividad de la producción.

La segunda, que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conducen a nuevas necesidades. Y, finalmente, la tercera, que

…interviene de antemano en el desarrollo histórico [y hace que] los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y mujer…

Lo extraordinariamente significativo para tener en cuenta en nuestras reflexiones es que:

Estos tres aspectos de la actividad social no deben considerarse como tres fases distintas, sino sencillamente como eso, como tres aspectos (…) que han existido desde el principio de la historia y desde el primer hombre y que todavĆ­a hoy siguen rigiendo en la historia. La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación – de una parte, como una relación natural y de otra como una relación social—; social en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos (…). De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social…

Analizar la dialĆ©ctica entre las relaciones de producción y reproducción requirió de un mĆ©todo cientĆ­fico que estudió la relación entre la naturaleza y el desarrollo social, este Ćŗltimo como condición de la ā€œnaturaleza humanaā€11 que permitió comprender la correspondencia del desarrollo productivo y las transformaciones vinculares entre los sexos, por ende, el proceso histórico que originó el sistema patriarcal y la diferencia genĆ©rica:

Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de los medios de existencia…; de otra parte, la reproducción del hombre mismo, la continuación de la especie (…). El orden social en que viven los hombres en una Ć©poca o en un paĆ­s dado estĆ” condicionado por esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia, de la otra.12

Naturaleza y Cultura, estÔn en ineludible relación y suponer su divorcio obedece a concepciones idealistas o materialistas mecÔnicas. Contrariamente, la concepción marxista asegura que no hay una naturaleza humana biológica, innata e independiente de la existencia social y rechaza todas las teorías posmodernas que atribuyen las transformaciones e incluso la propia realidad al pensamiento y no a la actividad prÔctica de los seres humanos:

ā€œā€¦no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquĆ­, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actĆŗa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone tambiĆ©n el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. (…) La moral, la religión, la metafĆ­sica y cualquier otra ideologĆ­a (…) No tiene su propia historia, ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material cambian tambiĆ©n al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.ā€13

El esclarecimiento de los orígenes socioculturales de los comportamientos y conductas que se suponían predeterminadas por una Naturaleza de eterna inmovilidad fue y es el nudo ideológico a desatar si buscamos revolucionarizar la realidad.

Engels, apoyado en Marx y Morgan, nos relata que la forma de vida que iban adoptando los homínidos suponía cooperación en la recolección de alimentos, socialización y distribución sistemÔtica y confiable de los mismos. También que la primitiva división sexual del trabajo y su posterior desarrollo en división de clases configuró la opresión de las mujeres mediante el ejercicio del poder masculino y su institución el Patriarcado.

Por tanto, la monogamia no aparece de ninguna manera en la historia como una reconciliación entre el hombre y la mujer, y mucho menos aĆŗn como la forma mĆ”s elevada de la familia. Por el contrario: entra en escena bajo la forma de esclavizamiento de un sexo por el otro, proclamación de un conflicto entre los sexos, desconocido hasta entonces en la historia. En un antiguo manuscrito inĆ©dito descifrado en 1846 por Marx y por mĆ­,14 encuentro esta frase: ā€œLa primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos.ā€ Y hoy puedo aƱadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia COINCIDE con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la de sexo femenino por el masculino. La monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y con la propiedad privada, aquella Ć©poca que aĆŗn dura en nuestros dĆ­as…15

La importancia de situar al Patriarcado como producto socio-histórico reside en la certeza de que tuvo un origen y sin duda, tendrÔ también un final.

Engels logra una esclarecedora sĆ­ntesis teórica que condensa en el ā€œCOINCIDEā€,16 dando cuenta del carĆ”cter funcional entre el sistema de explotación de clase y el sistema patriarcal de opresión de gĆ©nero, que consiste en la propiedad y el control de los cuerpos de las mujeres por su potencial reproductivo que debió ser dominado con fines económicos. Cabe reflexionar que el sexo es una realidad biológica que históricamente no hubiese tenido ninguna significación polĆ­tica o cultural si no se hubiese traducido en desventaja social que condiciona no solo su capacidad de producción y reproducción, sino el derecho de las mujeres al libre ejercicio de su sexualidad y placer.

Este valioso texto, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, marca un antes y un después para la comprensión de la opresión universal que sufre mÔs de la mitad de la humanidad, las mujeres, desde el surgimiento de la propiedad privada, la explotación de clase y la existencia del Estado como su garante en tanto instrumento clasista de coerción. Gran parte de la Teoría Feminista moderna reconoce sus antecedentes en los clÔsicos Bachofen y Morgan17 y el anÔlisis científico del marxismo.

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Conclusión: guía para la lucha

Nos enfrentamos a concepciones psicoanalĆ­ticas de matriz freudiana o lacaniana; variantes estructuralistas, conductistas; estudios con impronta sociológica influidos desde los aƱos 60 por el feminismo cultural divorciado del hecho material biológico o constructivistas que suponen elecciones individuales por fuera de la prĆ”ctica social; improntas postmodernas como los estudios ā€œqueerā€ sobre identidades sexuales diversas, etc., todas corrientes basadas en concepciones idealistas o materialistas mecĆ”nicas,18 que lejos de ser novedosamente progresistas, retrotraen, en el siglo XXI, a los debates filosóficos mĆ”s conservadores del siglo XIX refutados ya en su esencia por el marxismo.

En 1979, una conocida feminista marxista americana, Heidi Hartmann, publicó un artĆ­culo con el elocuente tĆ­tulo de El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo,19 reconociendo como verdadera la crĆ­tica que suponĆ­a que ā€œlas categorĆ­as del marxismo son ciegas al sexoā€, si bien el feminismo radical de la segunda ā€œOlaā€ abrevaba en el materialismo histórico para sus anĆ”lisis.20 Desde entonces, el debate sigue vigente, encarnado por una parte por posturas dogmĆ”ticas de izquierda que no logran calar la esencia analĆ­tica del marxismo y en la prĆ”ctica son profundamente patriarcales y por otra, feminismos liberales que persiguen una ā€œigualdadā€ ficticia inmersa en el sistema de explotación de clase del capitalismo.

Sin duda el texto de Engels nos sigue enseƱando el mĆ©todo de la investigación cientĆ­fica para la comprensión de la realidad y cuando se adquiere conciencia crĆ­tica sobre las dominaciones tambiĆ©n se descubre la posibilidad polĆ­tica de destruirlas. Por tanto, se constituye como guĆ­a para la transformación social y entrelazada con ella, la liberación de las mujeres. Nos llena de argumentos para enfrentar el engaƱo discursivo de los ā€œnuevosā€ feminismos que basa su retórica en el empoderamiento como proceso individual y la deconstrucción al margen de la prĆ”ctica social, desconociendo las bases materiales que sustentan la doble opresión de la mayorĆ­a de las mujeres.

NOTAS

1 Riazanof, D., Marx y Engels (Conferencias del curso de marxismo en la Academia Comunista de MoscĆŗ) Ed. Claridad, Buenos Aires, 1962. 1Āŗ edición, abril 1932.

2 Carlos Marx provenía de una familia de rabinos. Enrique, su padre, de origen judío, era abogado, culto y admirador de la literatura filosófica del siglo XVIII e indujo a su hijo a leer las obras de escritores como Locke, Voltaire y Diderot. La familia E ngels era de origen alemÔn, y de alcurnia noble del siglo XVI y fuerte arraigo entre los comerciantes e industriales de Renania, centro de la industria algodonera y de lanas, cerca de Essen, mÔs tarde centro de la industria metalúrgica. Su padre había fundado otra fÔbrica de tejidos en Manchester, de allí su condición de fabricante anglo-alemÔn. A diferencia del padre de Marx, éste era un religioso fanÔtico protestante de confesión evangélica con quien su hijo estaba en permanente conflicto.

3 Riazanof, D., op.cit. pƔg. 31

4 Marx, C. y Engels, F. (1845), La Ideología Alemana; La Habana; Editorial Pueblo y Educación.; 1982. Nota de edición alemana, pÔg. 7.

5 Publicado por primera vez en la edición de sus obras completas, bajo los auspicios del Instituto Marx-Engels-Lenin, de Moscú y forma el Tomo V de dicha edición.

6 Marx, C.; Crítica de la Economía Política, Prólogo.

7 Engels, Federico, (1884) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, MƩxico DF, Nuevomar, 1984.

8 ā€œAncient Society, or Researches in the Lines of Human Progress from Savegery, through Barbarism to Civilizationā€; Lewis H. Morgan; Londres, Macmillan and CĀŗ, 1877. Versión en espaƱol: Morgan, Lewis H.; La sociedad primitiva. Tratados fundamentales, versión propiedad de la Universidad Nacional de la Plata, Editorial Lautaro, Buenos Aires, 1945. Dice Engels, que es entendible, entonces, el gran empeƱo en ā€œguardar silencio acerca de ese libroā€. PĆ”g.11

9 GĆ©nero: categorĆ­a analĆ­tica que para la TeorĆ­a Feminista da cuenta de las relaciones de poder entre varones y mujeres. Ver Rf. Scott, Joan W. (1986); ā€œEl GĆ©nero: una categorĆ­a Ćŗtil para el anĆ”lisis históricoā€; en Amelang – Nash; Historia y GĆ©nero. Las mujeres en la Europa Moderna y ContemporĆ”nea; Ed. Alfons el Magnanim – Valencia – 1990

10 Marx y Engels, La IdeologĆ­a Alemana; op. cit. Cap. I

11 ā€œā€¦pero si seguimos preguntando que son y de dónde proceden el pensar y la conciencia, nos encontramos con que son productos del cerebro humano y con que el mismo hombre no es mĆ”s que un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en un determinado ambiente natural y junto con Ć©ste; por donde llegamos a la conclusión lógica de que los productos del cerebro humano, que en Ćŗltima instancia no son tampoco mĆ”s que productos de la naturaleza, no se contradicen, sino que corresponden al resto de la concatenación de la naturalezaā€ Engels, F.; Anti-Dühring, Buenos Aires, Ed. Claridad.

12 Engels, F., El origen de la familia…, op.cit.

13 Marx y Engels, La IdeologĆ­a Alemana; op. cit.

14 Alude nuevamente al texto que conocemos como ā€œLa IdeologĆ­a alemanaā€, escrita conjuntamente por Marx y Engels.

15 Engels, Federico, El origen de la familia…, op.cit.

16 Revisadas todas las traducciones, pese al histórico debate, se corrobora la tesis marxista de simultaneidad por necesidad funcional.

17 Bachofen (1861), muy cuestionado por su definición de ā€œmatriarcadoā€ en cuanto derecho consuetudinario basado en la filiación matrilineal y la matrilocalidad, es hoy dĆ­a recuperado por estudios antropológicos que lo consideran un precursor. Morgan, por su parte, considerado el Padre de la AntropologĆ­a, estudió desde 1871 las relaciones de parentesco como ā€œformas socializadas de lo biológicoā€, universales pero diferentes segĆŗn cada cultura.

18 Ver Rf. Tejero Coni, Graciela; Historia de una lucha: la ESI y la formación docente, Capítulo 2, en Bach, A. (Comp.) Género y docencia, Miño&DÔvila, Buenos Aires, 2017.

19 Heidi Hartmann (1977), «El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo: hacia una unión mÔs progresista», en Cuadernos del Sur Nº6, Bs.As., marzo-mayo, 1987.

20 Ver Kate Millett, (1971), La polĆ­tica sexual, Madrid, Aguilar, 1977. Shulamith Firestone (1971), La dialĆ©ctica sexual, Barcelona, Kayrós, 1976. Julliet Mitchell (1973), La condición de la mujer, Barcelona, Anagrama, 1977.

BIBLIOGRAFƍA:

Engels, F.; Anti-Dühring, editorial Claridad, Buenos Aires.

Engels, F., (1884) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, MƩxico DF, Nuevomar, 1984.

Hartmann, Heidi; «El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo: hacia una unión mÔs progresista», en

Cuadernos del Sur nĀŗ6, Bs.As., marzo-mayo, 1987.

Marx, C. y Engels, F. (1845), La Ideología Alemana; La Habana; Editorial Pueblo y Educación.; 1982.

Riazanof, D., Marx y Engels (Conferencias del curso de marxismo en la Academia Comunista de Moscú) Ed. Claridad, Buenos Aires, 1962. 1º edición, abril 1932.

Tejero Coni, Graciela; Historia de una lucha: la ESI y la formación docente, Capítulo 2, en Bach, A. (Comp.)

GƩnero y docencia, MiƱo&DƔvila, Buenos Aires, 2017.


Graciela Tejero Coni es historiadora feminista. Directora del Museo de la Mujer de la Ciudad de Buenos Aires.

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