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El pueblo jujeño en su lucha ancestral

por La Marea
Entrevista a Carlos Aramayo por Cristina Mateu
La conmemoración del bicentenario de la Revolución de Mayo requiere recuperar la historia de los principales protagonistas de la lucha independentista, los pueblos originarios de América. Respecto de esta revaloración, que incluye la realidad actual de estos pueblos, conversamos con el economista y dirigente popular Benito Carlos Aramayo, autor de Jujuy en el bicentenario, contexto e historia de luchas, libro que presentó en la última Feria Internacional del Libro.
–Próximos al bicentenario de la Revolución de 1810, ¿qué importancia da a la lucha de los originarios y criollos jujeños contra la conquista y en la guerra de la independencia?
–Los originarios de Jujuy resistieron a los conquistadores desde el mismo momento en que éstos pisaron su suelo. Según algunas fuentes, al momento de la definitiva fundación de San Salvador de Jujuy, en 1593, el cacique Viltipoco llegó a reunir un ejército de diez mil hombres que incluía a originarios de lo que hoy es el noroeste argentino. Los Omaguacas venían resistiendo a los conquistadores desde muchos años antes. Pero los que más resistieron fueron los llamados chiriguanos, nacionalidad integrada por ava guaraníes y tupi guaraníes, como ellos se llaman a sí mismos. La denominación de chiriguanos fue una imposición despectiva de los incas, que antes habían pretendido dominarlos. Dice Carlos Zanolli que “entre 1562 y 1563 se produjo un gran levantamiento de indios chiriguanos que afectó los territorios comprendidos desde Santa Cruz de la Sierra hasta el norte del Tucumán”. Este es un importante antecedente de lo que protagonizó esta nacionalidad hacia fines del siglo XIX. Pocos días antes del levantamiento de Tupac Amaru ya se habían sublevado los originarios en Potosí y Chuquisaca. Todo esto se conocía en Jujuy y cuando llegó la noticia de la rebelión de Tupac Amaru se organizaron y la crónica española de la época dice que “no son sólo los indios tobas los indispuestos sino hasta los mismos españoles según se reconoce”. También dice que “los indios tobas ya dicen que el Rey de los españoles no gobierna sino un pariente suyo”. Bueno, fueron estos contingentes de originarios, criollos pobres y españoles que estaban contra el dominio colonial los que se unieron cuando se conoció la noticia que se había depuesto al Virrey en Buenos Aires. Siglos de opresión y explotación causaron la Revolución de 1810 y la guerra de independencia que duró más de quince años, contando desde el levantamiento de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809 hasta la batalla de Tumusla en abril de 1825.
–¿Qué tipo de unidad antiespañola se armó en el Alto Perú?
–Hubo dos momentos. El primero cuando ocurre lo de Tupac Amaru y Tupac Catari el componente principal y la dirección del movimiento anti español está principalmente en manos de las masas originarias y sus caciques dirigentes. El ejército de Tupac Amaru también tenía jefes que eran criollos y algunos españoles. En el caso del ejército de Tupac Catari, que llegó a reunir a cuarenta mil combatientes, eran casi todos originarios y tenían a la par a sus mujeres, como son los casos emblemáticos de Micaela Bastidas y de Bartolina Sisa. Tupac Catari fue quien dijo: “solamente a mi me matan, volveré y seré millones”. Los impulsaba y unía el odio a las condiciones de explotación, miseria, desprecio a sus culturas y asesinato de millones que habían impuesto los españoles durante casi tres siglos. La situación de los originarios del norte argentino era la misma que la de sus hermanos del Perú y del Alto Perú. Cuando ocurre el levantamiento en 1780 el Rey de España ante la alarmante mortandad de los originarios dispuso que en las localidades de Rinconada y Santa Catalina, en la Puna jujeña, se suspendiera la mita u obligación de trabajo personal para los españoles. En esta zona el sargento criollo Luís Lasso de la Vega se proclamó Gobernador en nombre del jefe rebelde Tupac Amaru. Otro criollo José Quiroga encabezó el levantamiento en la zona de Ledesma donde se tomó la reducción franciscana de San Ignacio y se fusiló a su comandante.
El otro momento ocurre con la Revo-lución de 1809 en Chuquisaca y La Paz donde son dirigentes criollos y españoles “ilustrados” los que encabezan los levantamientos.
–¿De qué manera repercutió en el pasado y en la actualidad la lucha y protagonismo de los pueblos originarios de Bolivia en nuestro país?
–Lo del periodo de la lucha anticolonial es como acabo de decirlo y de alguna manera se conoce, aunque relativamente. Lo que se desconoce bastante es la enorme importancia que tuvo la lucha, la resistencia de los originarios hacia finales del siglo XIX y su influencia sobre el norte argentino. Tomemos dos ejemplos extraordinarios. En Jujuy el levantamiento originario que lleva a las batallas de Abra de la Cruz y de Quera, que ocurren en diciembre de 1874 y enero de 1875, están precedidas o ocurren simultáneamente con el gran levantamiento de la nacionalidad guaraní en la región de Chuquisaca. Los originarios a fines de octubre de 1874 ya tienen organizado un ejército de 20.000 kereimbas (combatientes) guaraníes. Fueron derrotados por el ejército boliviano. Entre los testigos de una de las masacres posteriores al levantamiento se encontraba un niño llamado Apiguaiki. Con el correr de los años y educado por un cacique (mburubicha) este niño se convirtió en el Tumpa, que significa consagrado y dotado de cualidades espirituales. Él dirigió en 1892, teniendo 28 años, el mayor levantamiento de la nacionalidad guaraní. Reunió nuevamente un ejército de entre 15 y 20 mil kereimbas en contra de los “hacendados terratenientes, curas y militares” que los expulsaban de sus tierras para explotar la madera y criar ganado. El 28 de enero de 1892 se produjo la Batalla de Turuyuki, Departamento Chuquisaca. En la batalla murieron cerca de mil combatientes guaraníes y posteriormente el ejército produjo una masacre de más de cuatro mil guaraníes. Apiguaki fue entregado por un cacique traidor y fue hecho prisionero. Fue torturado durante quince días y se mantuvo en silencio. Después de dos días de exposición en la Plaza de Monteagudo, fue fusilado el 29 de marzo de 1892. Este año el presidente Evo Morales, con motivo del 117 aniversario de la batalla de Kuruyuki fue a la comunidad de Ivo Kuruyuki, que está a unos 200 kilómetros de Camiri, a inaugurar la primera Universidad de la nacionalidad guaraní que llevara por nombre Apiguaiki Tumpa.
Toda esta historia es parte de la historia de nuestros hermanos originarios del norte argentino. Muchos de los sobrevivientes de la masacre huyeron hacia el norte argentino. Algunos de ellos después fueron forzados por los dueños de los ingenios azucareros, de capital imperialista, con la colaboración del ejército argentino, para trabajar en la zafra de la caña de azúcar. En la memoria colectiva heredada por los guaraníes está el Tumpa Apiguaiki. Así como en estos días registran y se conmueven por la masacre de sus hermanos originarios en el Perú. La historia centenaria de sus luchas forma parte de su rebeldía en el presente y alumbra el crecimiento de sus organizaciones que reclaman por sus tierras. Fueron y son la etnia principal de los obreros del azúcar que actualmente viven en las localidades donde están radicados los ingenios de Salta y Jujuy. Fueron y son los descendientes de los guaraníes del Tumpa los protagonistas principales de las puebladas de Mosconi, Tartagal, Libertador General San Martín y de la lucha para impedir que se cierre el ingenio La Esperanza. Los guaraníes en Bolivia han difundido algunos de sus principios, que tratan de practicar en sus comunidades. Le digo tres: Ohupiti yvy opaete pegua (que alcance la tierra para todos), aguiye ñamokañi tekoasa (no olvidemos los acontecimientos del pasado) y ñande pia katuavei ayoupe (nos demos buen trato entre nosotros).
–El triunfo de la oligarquía terrateniente bonaerense y su asociación con el imperialismo llevó a la subordinación de las oligarquías provinciales, ¿Qué características tuvo esa subordinación de la oligarquía jujeña y que tipo de relación generó a nivel nacional?
–Fue un proceso de subordinación y relación de conveniencia de toda la oligarquía terrateniente del noroeste respecto de la oligarquía terrateniente de la pampa húmeda. Esta había definido el carácter dependiente, agro exportador, de nuestro país y para resolver la “pacificación nacional” les otorgó, a la oligarquía azucarera primero y al capital imperialista después, la protección de la producción azucarera con aranceles elevados que hacia muy difícil la competencia extranjera. Esta relación de poder de las clases dominantes es lo que abrió el camino para que algunos apellidos de las oligarquías de Tucumán, Salta y Jujuy llegaran a la presidencia de la Nación, a la vice presidencia, a los ministerios y al Congreso Nacional. Están los Roca, Avellaneda, Uriburu, Cornejo, Sánchez de Bustamante, Bustamante Pérez y otros.
–¿Cómo fue el Centenario jujeño y en qué condiciones se encuentra Jujuy en vísperas del Bicentenario?
–Hacia 1910 la población de Jujuy era de aproximadamente 70 mil habitantes. El Censo de 1914 registra 77.511 habitantes. La economía estaba en pleno proceso de transformación. Hasta fines del siglo XIX predominaba la actividad pastoril-ganadera, con tráfico comercial hacia Bolivia y el Pacífico, la pequeña minería y fincas que abastecían de algunos granos y hortalizas a la población local. Las relaciones sociales de producción seguían siendo predominantemente semi feudales y en algunos casos directamente feudales. Con la penetración del capital imperialista en el azúcar, desde fines del siglo XIX y comienzos del XX, avanzan las relaciones de producción capitalistas y se disputaban la provincia los ingleses en el ingenio La Esperanza, los franceses y norteamericanos en el ingenio Ledesma y los alemanes en el ingenio La Mendieta. El ferrocarril ya había llegado y fue un factor decisivo en el avance de la integración de la economía azucarera con el mercado nacional y mundial. En la Puna y Quebrada seguía trabada la disputa por la propiedad de la tierra después de los sucesos de 1874 y 1875, lo originarios no lograban que se les reconozca la propiedad de sus tierras y continuaban luchando y haciendo planteos contra los terratenientes. En cambio en los Departamentos de la zona tropical, San Pedro y Ledesma, el llamado “Ramal”, por el ramal del ferrocarril, avanzaba a grandes pasos la apropiación de la tierra de los originarios guaraníes por parte de los terratenientes y la venta de las mismas al capital imperialista. A Jujuy habían llegado muy pocos inmigrantes europeos por lo que la población seguía estando compuesta en su mayoría por originarios, criollos pobres y un pequeño núcleo de descendientes de españoles que formaban la clase dominante. La divisoria social entre “blancos decentes” e indios y criollos seguía expresando una sociedad de castas. La clase obrera azucarera moderna aparecía en escena, junto a los originarios forzados a trabajar en los ingenios con levas ejecutadas por el ejército. La provincia era gobernada por un núcleo restringido de familias y como en el resto del país regía el “unicato” y el “régimen” de la parodia electoral que denunciaban los radicales. Esto era, a grandes rasgos, el Jujuy del Centenario. Una década más tarde los radicales yrigoyenistas denunciarían a los latifundistas y “negreros” que manejaba la provincia.
En el Bicentenario la población es diez veces superior a la del Centenario, somos 700.000. Hoy existe más población originaria que al momento de la conquista y el coloniaje y está llegando la hora en que harán justicia histórica. La característica principal de hoy es que Jujuy es la provincia de mayor concentración de la propiedad de la tierra del país. Cinco grandes propietarios, el ingenio Ledesma, con 157.556 hectáreas; ingenio La Esperanza, con 64.219 hectáreas; ingenio Río Grande (La Mendieta) con 26.563 hectáreas; Forestal del Norte, con 24.500 hectáreas (estos son propietarios de las tierras que pertenecían a Altos Hornos Zapla) y la familia Bracamonte de Fraile Pintado, con 24.544 hectáreas. Entre los cinco mencionados poseen casi el 40% del total de la tierra con valuación fiscal inmobiliaria rural. En el otro extremo hay 4.500 propietarios con límites definidos y otros 4.500 ocupantes sin límites definidos. Por otro lado, después de las privatizaciones del menemismo avanzó la penetración del capital imperialista y el monopolio en los servicios de energía y gas –se apropiaron de la producción de acero, del banco provincial – y en la minería y otras ramas. Nada de esto tocó el actual gobierno de los Kirchner. Somos una provincia donde los niveles de desocupación, pobreza e indigencia son escandalosos. Los indicadores de salud y educación son de los peores de la Argentina y sin embargo en un país unitario y antifederal se les saca recursos de coparticipación federal a través del Pacto Fiscal, de agosto de 1992, que tampoco cambio con Kirchner. Hay barrios en la ciudad de Libertador General San Martín, donde está el ingenio Ledesma, que factura un cuarto del Producto Bruto Geográfico (provincial) y logra muy buenas ganancias, en los cuales las llamadas “necesidades básicas insatisfechas” abarcan al 90% de sus habitantes, según estudios del Municipio. Nada más patético para confirmar lo que Carlos Marx consideraba la contradicción principal del modo de producción capitalista: la producción es social y la apropiación de la riqueza individual. Por todo esto en el Bicentenario está a la orden del día la necesidad de luchar para que avancemos para terminar con el yugo estructural que nos agobia y nos hace pobres y marginales, para abrir la posibilidad de que comencemos a solucionar nuestros problemas, a través de una revolución democrático-popular, agraria y antiimperialista en marcha ininterrumpida al socialismo. Decimos que el camino para ello es algo que los jujeños hemos practicado bastante en los últimos veinte años, por ejemplo, con los jujeñazos y libertadorazos.

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