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“De la vidala nomás quedaba un añoro”

por Julian Monti

Trabajo y vida cotidiana

Escribe Víctor Delgado


La vidala es una de nuestras formas musicales más antiguas. Su estructura y sistema tonal atesora elementos concebidos por los pueblos originarios de la región andina antes de la llegada del colonizador europeo. Su área natural es el noroeste argentino, donde aún abundan cultores naturales. El Encuentro de Vidaleros y Quichuistas que se realiza desde hace casi dos décadas en Fernández, Santiago del Estero, es una demostración irrefutable.

Allí, todos los años, se dan cita mujeres y hombres del campo y poblados de la provincia para ejercer con sencillez y alegría su lengua y su canto más sentido. Lejos de ser una experiencia de laboratorio o una festividad para el disfrute turístico, sin otro propósito que el de reproducir y celebrar la cultura propia, dan vida a un hecho cultural legítimo y profundo.

El Encuentro de Vidaleros y Quichuistas se realizó de manera virtual este año 2020

En el Encuentro celebrado en 2008, sobre el predio de la vieja estación ferroviaria de Fernández y a resguardo de un fuego alzado para cocinar un locro, conversamos largo con “La Pancha” Gallardo, vidalera de Buey Muerto, hoy octogenaria, asistente de todas las ediciones del Encuentro, aun en éste que acaba de celebrarse con características especiales por la pandemia.

Su testimonio fue publicado en el Nº 31 de nuestra revista, en la sección “Trabajo y vida cotidiana”. Hoy lo reproducimos por su valioso contenido, ya que ─fuera de la opinión de investigadores y musicólogos─ pocas veces tenemos ocasión de conocer a los auténticos cultores reflexionando sobre las particularidades de su proceso creativo, el itinerario de la vidala y sus pareceres en torno al “oficio” de cantora.


Pancha Gallardo, vidalera de Buey Muerto

Estoy cumpliendo 75 años, pero desde los ocho que canto vidalas. Mi papá y mi mamá también han sido vidaleros, igualito que mis cinco hermanos. Pero, cuando han crecido, no han querido seguir cantando. Nomás yo hei continuado con mi padre.

En ese tiempo de nosotros se usaba muy mucho la vidala. Si usted tenía una novia se llegaba a la casa de ella con un cantor para decir versos. Igual, cuando muere una madre se decían coplas. Se las dice una vez que está en tumba, y lo mismo los jueves y viernes santos. Mi papá hacia estas coplas y yo las cantaba o las decía en verso. Todas esas cosas sabía hacer, allá en el campo. Porque mis padres eran obrajeros que andaban por Ojo de Agua, Sol de Julio, Gutenberg…, para esas partes, andaban. En monte nomás vivíamos; se hacía un rancho de madera y otras veces de tierra firme. ¿Ha visto?, usted hace un barro que luego se pone como una tosca. Hermosas paredes, quedan. Y aquellos ranchos, me recuerdo, se cubrían un poca más del lado del sur y del norte, por el asunto del frío, luego no había más cuidados.

Fue toda nuestra tierrita

Cuando se terminaba el hacheo, porque los patrones daban trabajo por tandas nomás, había que buscar otro obraje. Mi madre era de ayudar a mi padre en el monte y también ha sabido hacer rosquetes, empanadillas, pan dulce…, entonces siempre hemos sido una familia de trabajo. Hasta hemos tenido carros propios y también mulas. En aquellos tiempos, los hombres iban a Tucumán para la caña. Hasta que nos hemos quedado en Morcillo y más luego en Buey Muerto, donde mi padre compró siete hectáreas cuando se empezó a lotear lo que antes era todo monte. De los Pinto creo que ha sido más antes. Y áhi luego nos hemos adueñado de 33 hectáreas y tres cuartos. Fue toda nuestra tierrita.

Homenaje a Pancha Gallardo en la Marcha de los Bombos de 2018

Y no se cantó más por aquí

Cuando me hei ido a Buenos Aires, a trabajar en casas de familia, en ese tiempo la vidala se calló. Es que por aquellos lados no se cantaba. Extrañaba muy mucho a mi Santiago, claro que sí. Mi madre hasta me ha mandado chala.1 Porque siempre hei tenido mi vicio con el cigarro, sabe. Empecé a fumar cerca de los 18 años. ¿Sabe por qué? Porque mi madre hacía cigarros de chala para la venta. En ese tiempo, las personas mayores fumaban su cigarro armado. Y áhi empecé a probar cuál era más fuerte y cuál no, cuestión de ir apartando para hacer cigarros negros o suaves. Así que ha sido por trabajo mi vicio. Hasta no hace mucho fumaba chala, yo. Ahora fumo Rodeo, ha visto. Entonces, cuando estaba en Buenos Aires, mi mamá me mandaba chala y tabaco para que arme. Pero de la vidala nomás quedaba un añoro, verdad.

Solo cuando regresé a Santiago empecé otra vez a cantar, hasta que mi padre ha muerto y ya dejé. Eso debía ser en el 59, yo debía tener unos 26 años, así nomás debía tener yo. Tampoco ya era usanza cantar vidalas, le diré. No, al contrario, empezó a estar mal visto, y así empezamos a callarnos de a poco.

Que antes había muchos cantores. Yo tenía grandes compañeros que cantaban vidalas, mis primos nomás todos han sabido cantarlas, pero desgraciadamente nos hemos venido muy lejos, otros se han marchado para otros lados. Algunos han ido para Beltrán, otros para el lado de Forres y así…, se han ido perdiendo muchas cosas, señor. Después han venido con ese ruidaje de otros lados y ya los changos se han empezado a entusiasmar con esa música y la vidala no se cantó más por aquí.

De puro trabajo

Yo nunca olvidé mis vidalas. Y siempre que andaba hachando o cuando hei andado sola, meta cantar vidalas bajito como para mí nomás, eso cuando regresé al monte y a los obrajes con mi esposo. Entonces hachaba juntamente con él. Hacía las picadas, porque a donde fuimos había mucho chaguarillu.2 Y había que sacar el chaguarillu ese, para poder entrar. Todo eso hacía yo, y cuando volteaban  también desramaba y hacía la leña. Luego, un día, un viejito estaba labrando y yo como era muy metida le digo, présteme abuelo, yo voy a ver si puedo. Así que comencé a labrar. O sea a preparar un poste completo para alambrar. Entonces mientras mi hombre ha volteado la plantas, yo cortaba un quebracho y ya lo labraba y así había tenido el poste listo. Así hemos ido trabajando. Para patrones, claro. Para unos turcos de La Banda. Luego ya entramos a trabajar en fincas para el cultivo de melón, sandías, zapallos…

Yo hei tenido dos esposos. El primero se apellidaba Lazo, que ha fallecido a los 33 años, dejándome con seis hijos, el último de 4 meses. Y tuve que repechar sola. Después me junté con Pacheco, el hombre que tengo ahora, buenísimo. Y así de bueno es que me salgo y me vuelvo de vidalear cuando yo quiero. Entonces he vuelto a criar mis hijas, porque han nacido 4 más y otro varón. Hoy ya tengo un montón de nietos, tantos que perdí la cuenta cuántos son. Y así, desde aquellos tiempos hasta hoy sigo luchando, en nuestra tierra, que además de las vidalas, soy una mujer de puro trabajo.

Y volví a cantar vidalas

Y volví a cantar vidalas hace unos 15 años, con esto de los Encuentros. Jorgito3 me ha ido a buscar. Se recordaba de cuando era chico y yo vidaleaba. Vecinos de chacra hemos sido. Y cuando terminábamos las cosechas, su padre carneaba un ternero, un chancho y hacíamos chorizos.., hacíamos todo aquello. Luego hacíamos baile y cantábamos. Entonces él se acordaba muy mucho de eso, y se ha aparecido en la chacra y me ha dicho, mirá Panchita, me comprometí que vo’ tenís que ir a cantar a Fernández. ¡Mirá que voy a cantar!, le respondí. Sí, por qué no, ha insistido. Bueno vamos, le contesto yo. Porque, ya digo, tenía en mi mente las vidalas, aunque no tenía caja; entonces cuando hei venido, en un principio, otros vidaleros me prestaban las cajas. Y un día, que viene Mario Paz y me pregunta, ¿no tenís caja? No Marito, ni plata para comprarme una. Entonces después ha venido el Marito trayéndome una. Así que ehi empezado a cantar con caja propia y así sigo.

No las canto como gritando

No compongo vidalas, yo. Canto nomás. Antes se cantaba en dos partes. A veces con una o dos estrofas, pero siempre poniéndole algo por adelante, para estar un buen rato, cosa de no irse rápido, me entiende. Porque antes las vidalas eran cortas. Ahora con esto de las presentaciones uno busca hacer vidalas más largas porque, imagínese, no va a subir a un escenario para estarse un ratito nomás. De ahí que las vidalas hoy son más larguitas. Pero antes casi que eran de una sola estrofa, con una introducción y una salida. Por ejemplo, saludando a los dueños de casa o pidiéndole perdón por el atrevimiento…, y esas cosas de la llegada de un músico a casa de un extraño; cuando se cantaba de casa en casa, para navidad, año nuevo, carnaval…, todas esas fiestas. Entonces, como sé muchas introducciones y despedidas de aquel tiempo, empecé a recopilarlas y ahora armo según convenga. Memorizo nomás, no escribo aunque sé la escritura, un poco.

Pancha Gallardo, cantando con su caja

A las vidalas las elijo por su tono. Por ejemplo, hay un tono no muy parecido, entonces voy cantando las otras y mientras tanto pienso cómo voy a hacer entrar ésta otra. Así le voy haciendo un lugar. Voy pensando: no, ésta no anda aquí, entonces voy buscando otra y la pongo ahí, ¿me entiende?, hasta que llega su momento. Una vez que entró ésa ya busco otra y vuelvo a pensar. Hay muchos tonos de vidala, cambios de voces. Tiene que ver con el contenido, con lo que dice la letra. Cuando la vidala es muy triste, la canto pausadamente. Yo las pauso a las vidalas. No las canto como gritando. Y ciertamente la vidala tiene tristezas, como dicen. Y sí, aquí la vida ha sido siempre muy sufrida y en el canto nomás decimos eso. Yo no hallo parecidos con otra música, tal vez el estilo se le parezca. Mire qué curioso, una música de tan lejos venirse a parecer. Pero las dos expresan a la persona no amada o un sentimiento por el que se alejó y esas cosas…, siempre sin hacer nombres, con mucho recato y con humildad sobre todo. Es que por eso quiero tanto a la vidala, yo. Soy una persona sencilla, que le gustan las cosas justas. Lo que tengo que decir lo digo, pero no con enojo ni nada. Yo no me llevo de nadie, señor. Me guío por mí misma. Me enseñó la vida a ser así, como soy. De mi propia vida hei aprendido lo poquito que sé. Y estoy feliz, a mis años, de poder expresarlo en vidalas. ¿Has sentido lo que dice la Peti?,4 “vidala, te callaron tanto tiempo”. Por eso aquí tratamos de renacerla, para que no se pierda. Porque las canciones de cada pueblo, es mi pensamiento, son siempre un ejemplo, y también un modo de encontrar rumbo.


NOTAS:

1 Hoja que envuelve la mazorca de maíz, seca utilizada para armar cigarros.

2 Variedad de chawuar, planta de hojas en punta con pequeñas espinas “uñas de gato”.

3 Jorge Lund, reconocido dirigente campesino santiagueño, fallecido hace unos años en un accidente de trabajo en su pequeña chacra.

4 Casilda Chazarreta, una de las mentoras de los Encuentros de Vidaleros en Fernández, Santiago del Estero.

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