Escribe MatĆas RodrĆguez Gianneo
La complejidad del mundo nos interpela a llegar a las abstracciones y categorĆas que puedan explicar los fenómenos y sus leyes. La elaboración de estrategias para transformar la realidad injusta, requiere de la abstracción, de ese āmomento intelectualā necesario para la sĆntesis conceptual que se extrae de la experiencia y vuelve a esta para enriquecerla. Sobre esto reflexiona el autor, quien destaca el rol de āintelectual colectivoā que pueden asumir las organizaciones obreras y populares.
En la construcción del sentido comĆŗn de cada Ć©poca, las clases dominantes necesitan romper con la memoria histórica y deformarla, quitarle su contenido transformador, saquear y despojar los elementos culturales y narrativos a partir de los cuales los sectores populares puedan imaginar e inventar un futuro. Marx en La ideologĆa alemana afirmaba con certeza que ālas ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada Ć©poca; o, dicho en otros tĆ©rminos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominanteā. La construcción del sentido comĆŗn dominante, es parte de la lucha de clases y no se puede entender fuera de ella. Es decir, que es producto de las tensiones de intereses antagónicos, donde hay resultantes que articulan hĆ”bitos, costumbres, lenguajes y expectativas.
Uno de los rasgos caracterĆsticos de nuestra Ć©poca es la incertidumbre, la sucesión de crisis globales, en primer lugar, con la crisis del capitalismo en el 2008 y, actualmente, con la pandemia del coronavirus en 2020, puso en cuestión la mayorĆa de las certezas que dieron forma al mundo construido sobre los escombros del Muro de BerlĆn y el revanchismo capitalista. La ruptura de estas certezas abre un momento excepcional en la disputa por dibujar nuevos caminos para la clase obrera, los movimientos sociales, las luchas antiraciales, antiimperialistas y anticoloniales, de gĆ©nero y socio-ecológicas. El aƱo 2019 dio inicio a una oleada de protestas que estremeció el panorama social y polĆtico de AmĆ©rica Latina y, en particular, el eje Chile-PerĆŗ-Colombia1. Esas movilizaciones, llenas de juventud, estĆ”n gestando cambios que pueden dar un nuevo Ćmpetu y empujar al resto del continente.
Pero ¿cómo dibujar y trazar nuevos caminos? ¿Se puede lograr la tarea de inventarse, imaginarse, reclamar un futuro para los pueblos sin un componente intelectual?

Usinas de pensamiento y dominación
En sociedades de clase, como la capitalista, las y los intelectuales cumplen una función social. SegĆŗn Antonio Gramsci ātodos los hombres son intelectuales; pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectualesā2, entonces la distinción se refiere a una función social, no es que existan no-intelectuales, sino que existen personas donde el peso de su actividad es la elaboración intelectual. En la sociedad capitalista cada clase social ācrea al mismo tiempo y orgĆ”nicamente una capa o mĆ”s capas de intelectuales que le dan homogeneidad y consciencia de su propia función, no sólo en el campo económico, sino tambiĆ©n en el social y polĆticoā3. Tienen funciones: en el caso de las clases dominantes la de justificar su posición, darle sentido a su existencia y al rol histórico de esa clase dentro de esa sociedad. No es que sean una clase o capa aparte, autónoma y separada, sino que difunden los valores culturales que apoyan una forma particular de organizar la sociedad, para construir una dirección polĆtica y moral, en el terreno de las grandes ideas polĆticas y en los valores de la vida cotidiana. Para llevarlo adelante, son imprescindibles las āusinas de pensamientoā de los sectores dominantes, soportes para propagar su ideologĆa, desde instituciones universitarias hasta grupos de expertos y acadĆ©micos que influyen en la polĆtica y divulgadores que, a travĆ©s, de los medios instalan agendas y se apropian del lenguaje y las palabras. Dominan la terminologĆa: ālibertadā, āmodernidadā o āreformaā fueron apropiadas y hoy tienen connotaciones muy distintas a las de hace unas dĆ©cadas. āReformaā o āmodernidadā se asocian a recortes laborales o de beneficios sociales, tambiĆ©n estĆ”n ligadas a proyectos privatizadores. āLibertadā, con el auge neoliberal, quedó reducida a lo individual, a una libertad respecto del Estado, libertad de mercado o a la libertad para adquirir bienes de consumo o entre diferentes marcas de lo mismo. Es decir, trabajan para que las que clases y grupos sociales oprimidos sientan propias las ideas dominantes, por ejemplo, en la sociedad capitalista: la iniciativa individual y la meritocracia, la competencia, el libre mercado, la propiedad privada, etc.
Los empresarios necesitan generar sus propios intelectuales para tener la capacidad de organizar a la sociedad en general. Ubican cuadros en la polĆtica y en los medios, trabajan sobre la opinión pĆŗblica a travĆ©s de libros, editoriales mercantiles, suplementos culturales en los grandes multimedios, diarios y programas de televisión, para fabricar el consenso. Inclusive, hasta ellos mismos, se exhiben como āgurĆŗesā del pensamiento humano. Los casos mĆ”s sobresalientes y paradigmĆ”ticos son los empresarios multimillonarios globales de la tecnologĆa como Bill Gates, Jeff Bezos o Elon Musk, quienes āpredicenā el futuro sobre el medio ambiente, el trabajo y la tecnologĆa, el fin de la pandemia, los viajes interplanetarios y los usos de la inteligencia artificial.
Experiencia vs. conceptualización: un falso dilema
En marzo de 2021 un enorme buque atorado en el Canal de Suez, dejó a cientos de barcos atascados en ambos extremos sin poder pasar. Algunos transportaban petróleo. Otros transportaban productos electrónicos, ropa, aparatos de gimnasia y hasta insumos para el papel higiĆ©nico. El Canal de Suez no es una vĆa fluvial cualquiera. Es un canal vital que une las fĆ”bricas de Asia con consumidores de Europa, provee insumos a la industria en AmĆ©rica Latina, asĆ como un importante conducto para el petróleo. La producción, los servicios, la circulación de mercancĆas se han convertido en cada vez mĆ”s globales, no lineales y complejas. El hecho de que un contratiempo pudiera sembrar un nuevo caos desde Egipto hasta New York o ShanghĆ”i puso de manifiesto hasta quĆ© punto el comercio actual ha llegado a girar en torno a cadenas de suministro verdaderamente globales. Por lo tanto, el mundo actual es un cĆŗmulo de fenómenos, efectos y relaciones en el que resulta difĆcil ubicar nuestra propia experiencia dentro de ellos.
Casos hipotĆ©ticos pero cotidianos: un trabajador de una fĆ”brica automotriz en Brasil es despedido junto a otros miles, porque la empresa es parte de un āproceso de reestructuración globalā. La Reserva Federal de Estados Unidos aumenta la tasa de interĆ©s y los organismos de crĆ©dito internacional adoptan medidas de ajuste y ahogo que ocasionan despidos en empleos estatales en Grecia o Argentina. Estas interacciones globales no pueden entenderse por separado, y esta distancia entre las vivencias cotidianas y lo sistĆ©mico, produce una alienación o enajenación en la medida en que no comprendemos los complejos engranajes mundiales en los que vivimos. ĀæCómo ubicar nuestra propia experiencia y vivencia en este cĆŗmulo de mĆŗltiples determinaciones? ĀæCómo ubicarla teniendo en cuenta la ālógica ciegaā del capital, orientada a la creación de valor y no a la satisfacción de necesidades, realizada bajo un āencubrimientoā de las formas del trabajo y la producción? ĀæCómo hacerlo en medio de vertiginosas transformaciones económicas, tecnológicas y sociales?
Conocer para transformar
Para empezar a pensar este problema utilizaremos el trabajo de Rosa Nassif: āEl conocimiento es el proceso complejo, infinito, contradictorio (ā¦) estrechamente ligado a la prĆ”ctica social (prĆ”ctica en la producción, en la lucha de clases y en la investigación cientĆfica) en todo su desarrollo, y cuya verdad se comprueba tambiĆ©n a travĆ©s de la prĆ”cticaā.4 Primera afirmación: el conocimiento no puede ser separado de la prĆ”ctica social.
Al mismo tiempo, para comprender el capitalismo, una nación o una lucha particular, se necesitan de abstracciones, sĆntesis y conceptos que pueda articular las mĆŗltiples determinaciones de lo real en relaciones ordenadas y jerarquizadas lógicamente. Siguiendo con Nassif: āSólo a travĆ©s de la elaboración de conceptos y razonamientos puede el pensamiento apropiarse del objeto en toda su riqueza concreta, reflejarlo como un āconcreto de pensamientoāā.5 Segunda afirmación: a travĆ©s de la prĆ”ctica, poder llegar a conceptualizaciones, categorĆas e inclusive teorĆas que alcancen un pensamiento que se apropie de los fenómenos para poder conocer, conocer para transformar.
Por ejemplo, haber podido conceptualizar al imperialismo a principios del siglo XX permitió tener una prÔctica justa a la izquierda revolucionaria ante la Primera Guerra Mundial. Poder estudiar las formulaciones teóricas de Marx sobre el Ejército Industrial de Reserva nos ayuda a comprender el fenómeno de la desocupación. Son conceptualizaciones que, al conocerlas, manejarlas y desarrollarlas a la luz de la realidad concreta de hoy, nos ayudan y dan ventajas para poder elaborar y orientar las luchas.
La experiencia directa y la prĆ”ctica, son el punto de partida, donde se pone el cuerpo para desarrollar esas experiencias, y no hay posibilidad de construcción y acumulación por fuera de estas experiencias de base con quienes sufren directamente las opresiones y se organizan para combatirlas. Pero constituye un problema si esas ricas experiencias se quedan en la enumeración, descripción, sin llegar a la sĆntesis y conceptualización que permitan elaborar nuevas teorĆas para enfrentar los nuevos problemas que surgen. Para ello es fundamental la unidad prĆ”ctica-teorĆa y teorĆa-prĆ”ctica. No se puede transformar lo que no se conoce, no se puede conocer sin intervenir en la prĆ”ctica transformadora, y el conocimiento necesita de una base teórico-cientĆfica que tiene una acumulación histórica de la cual enriquecerse y que vive en permanente desarrollo.
Por lo tanto, la āfetichización de los resultados inmediatosā conduce a un pragmatismo vacĆo6 y las acciones terminan siendo un gesto pasajero en un unilateralismo pragmĆ”tico. La sĆntesis de la reflexión teórica es la necesidad de trascender la inmediatez temporal y espacial de una experiencia. La complejidad del mundo nos interpela a llegar a las abstracciones y categorĆas que pueden explicar los fenómenos estructurales, lo sistĆ©mico, lo universal, las leyes de tendencia que operan. La elaboración de la estrategia para las transformaciones radicales, necesita de ese componente abstracto, un āmomento intelectualā de las organizaciones, partidos y movimientos que aspiren a realizar esas transformaciones. Sin olvidar que esa sĆntesis, que ese momento intelectual siempre se extrae de la experiencia y se vuelve sobre ella para enriquecerla nuevamente.

Contra el anti-intelectualismo
En los Ć”mbitos universitarios es mayoritaria la representación del intelectual asociado exclusivamente al āinvestigadorā y al āacadĆ©micoā. Las lógicas dominantes en las universidades llevan a trabajos aislados, solitarios, cuyas producciones tienen el fin de ser certificadas en publicaciones arbitradas por instituciones que pretenden la no ācontaminación polĆticaā, escondiĆ©ndose en una supuesta objetividad. Cabe destacar que, si bien predomina en las universidades las ideas de las clases dominantes, la afluencia de sectores populares, el carĆ”cter pĆŗblico y su defensa a lo largo de la historia y el co-gobierno hacen que parte del estudiantado, intelectuales y cientĆficos que allĆ despliegan su trabajo, vinculen con mucho esfuerzo sus actividades al desarrollo de conocimientos que sirven al pueblo y son la base para las necesarias transformaciones. Al mismo tiempo, gran parte del trabajo cientĆfico-intelectual estĆ” atado a los imperativos de la producción para la generación de ganancias empresariales, con la recurrente y creciente proletarización/precarización del trabajo intelectual. Desde un punto de vista popular, es necesario cuestionar y disputar esta representación y las lógicas de estas instituciones.
Por lo tanto, este cuestionamiento no debe resultar en la renuncia y oposición a lo āintelectualā, por asociarlo automĆ”ticamente a lo āacadĆ©micoā o āpequeƱoburguĆ©sā, y asĆ, caer en la trampa que imponen las lógicas elitistas dominantes. Si las organizaciones populares adoptan estos discursos anti-intelectuales y no disputan estas lógicas, finalmente provocan la disociación y el alejamiento de las prĆ”cticas intelectuales con la clase obrera y los movimientos sociales, disociación beneficiosa para los sectores dominantes.
Cabe destacar, que parte importante de la tradición revolucionaria del marxismo, paradójicamente, proviene de extracciones pequeƱo burguesas y hasta burguesa. Grandes revolucionarios han surgido del seno de estas clases. Engels era hijo de industriales alemanes, Marx era hijo de un abogado, el Che Guevara era hijo de una familia tradicional de estancieros, Alejandra Kollontai pertenecĆa a una familia aristocrĆ”tica rusa y su madre provenĆa de una familia de campesinos fineses que habĆa hecho una gran fortuna en la industria maderera; sobran los ejemplos. Por lo tanto, la disputa por ganarse a capas de intelectuales provenientes de otras clases es clave para los movimientos revolucionarios.
Es fundamental el componente intelectual en el desarrollo de las organizaciones y en la lucha. Quienes militan saben del valor de la escritura. De la necesidad de expresar posicionamientos, ideas y sintetizar experiencias. La necesidad de conocer la historia, las experiencias acumuladas de luchas, triunfos y derrotas. También es la base de la construcción de identidades: que no se limita a develar las condiciones económicas, sino que es un conjunto de actividades y formas culturales, asociaciones, lecturas, que organizan a la clase y, al mismo tiempo, crean identidad. Como lo eran las bibliotecas obreras de principios del siglo XX, los clubes, los periódicos y revistas sindicales, la construcción de la cultura popular. Las organizaciones obreras, los partidos revolucionarios, hasta las internacionales socialistas se formaron con aluviones de intelectuales de origen pequeñoburgués que se transformaron en cuadros revolucionarios.
En momentos históricos particulares, cuando hay luchas sociales que iluminan una Ć©poca y crece el peso de la clase obrera y las luchas sociales se desarrollan, rĆ”pidamente empiezan a interpelar a otras clases con sus demandas y a atraerlos: por ejemplo, al movimiento estudiantil, cuya alianza con la clase obrera nos ha heredado grandes momentos de la lucha en nuestro paĆs y el mundo. Por eso es importante la actitud que asuman estas organizaciones obreras y populares frente a estos sectores, como el movimiento estudiantil y universitario.
Por un intelectual colectivo
Finalmente, es necesario ampliar la concepción de lo āintelectualā, como afirma NĆ©stor Kohan: āGramsci entiende por intelectual no Ćŗnicamente a un especialista acadĆ©mico, amplia la noción para incluir a todos aquellos que son capaces de organizar, educar y articular a un grupo social (ā¦) un trabajador revolucionario que logra organizar a sus compaƱeros elaborando junto con ellos una visión unitaria de la sociedad y de acción polĆtica, es un intelectualā.7 Asumiendo asĆ, no solo la necesaria confluencia de capas sociales que cumplen la función intelectual, sino tambiĆ©n, la idea ampliada de intelectual o āintelectual colectivoā que asumen las organizaciones en el momento de elaboración de tĆ”cticas, estrategias y teorĆas.
La liberación serĆ” la obra de la autodeterminación de la clase obrera, del pueblo y los emergentes sociales que cuestionan al capitalismo en todas sus formas. Para ello, ademĆ”s de dar la lucha reivindicativa, la clase obrera y el pueblo debe apropiarse de la posibilidad de comprender cientĆficamente su propia prĆ”ctica, las explicaciones y los porquĆ©s de su situación, delimitar sus aliados y enemigos, y asĆ orientar esa prĆ”ctica revolucionaria. Por todo esto, es clave el componente intelectual, como afirmó Mao Tsetung āningĆŗn partido polĆtico que dirija un gran movimiento revolucionario podrĆ” alcanzar la victoria si no posee una teorĆa revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento prĆ”cticoā.8
MatĆas RodrĆguez Gianneo es profesor de Historia (UNMdP). Editor de Revista Lanzallamas. Tw: @MatiRg82
Notas
[1] Ver https://revistalanzallamas.com/2021/06/07/reclamar-el-futuro/
[2] Gramsci, Antonio, AntologĆa, Siglo XXI, 2017. PĆ”g. 391.
[3] Ćdem, pĆ”g. 388.
[4] Nassif, Rosa, ĀæEs posible conocer la realidad? Nuevos y viejos debates en el siglo XXI, Ediciones Cinco, 2011. PĆ”g. 94. āDe este modo el āconcreto realā: unidad de mĆŗltiples elementos internamente articulados, en permanente movimiento, que es un automovimiento, por sus contradicciones internas, se refleja en el pensamiento como un āconcreto-de-pensamientoā, unidad de mĆŗltiples determinacionesā.
[5] IdƩm. PƔg. 90.
[6] Srnicek-Williams, Inventar el futuro. Poscapitalismo y un mundo sin trabajo, Malpaso Ediciones, 2016. PƔg. 25.
[7] Vidas rebeldes. Antonio Gramsci. Compilación: Néstor Kohan. Ocean Sur,2007
[8] Mao Tsetung, El papel del Partido Comunista de China en la guerra nacional (octubre de 1938).
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Imagen de apertura: Obra del muralista Solo en la fachada del Istituto Onnicomprensivo Statale āAntonio Gramsciā de Roma. āEstudio. Porque necesitaremos toda tu inteligenciaā
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