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Ciencias biológicas y de la salud en tiempos de coronavirus

por La Marea
Escriben Belén Almejun y Marina Carpano

 

Estas investigadoras, pertenecientes a la agrupación “Ciencia Nuestra”, observan que las pandemias siempre fueron una consecuencia directa de la interacción del hombre con la naturaleza. Aquí reseñan y analizan el origen y evolución del SARs-COV2. Un virus que está presente en 200 países e hizo que los sistemas de salud más robustos del mundo colapsen en el término de días. Lo que devela, enfatizan, la ausencia de políticas adecuadas para enfrentarlo y la insuficiente inversión en ciencia y salud de los diferentes gobiernos, pero, ante todo, cuáles han sido las prioridades del sistema capitalista y sus formas dominantes de entender la realidad. Y destacan que la “contracara” es la actuación en solidaridad de muchos sectores de la sociedad; reivindicando el rol de los trabajadores y trabajadoras de las ciencias biológicas y de la salud de nuestro país, desde el primer día, al servicio del pueblo para enfrentar la pandemia.
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Desde las ciencias biológicas y de la salud venimos estudiando, debatiendo y analizando las causas y cómo se desarrolla la pandemia del Covid-19. Preguntas como, cuáles fueron los factores que permitieron se desarrolle esta pandemia, cómo actúa el virus, cómo impacta en la salud con otras afecciones (muy comunes en estos tiempos), cómo afecta -en forma desigual- en los sectores más vulnerables de la sociedad. Además de analizar las medidas que se tomaron en otros países, mirar curvas de contagios, de muertos por millón de habitantes, para poder comprender y transmitir que las medidas de higiene y aislamiento físico hoy son esenciales para contener esta pandemia. Y poder dar tiempo a preparar un sistema de salud, que cruje por todos lados, para que esté a la altura de la situación. Asimismo, observamos las nuevas formas que adquiere el distanciamiento físico en el contexto de una Latinoamérica empobrecida, con desigualdad social extrema, donde el desarrollo de organizaciones sociales despliega ejemplos de solidaridad profunda y conmovedora. 

 

¿Cómo aporta desde las ciencias biológicas y de la salud?

Con las primeras noticias en el verano, sobre un nuevo virus muy contagioso al otro lado del mundo, nos empezamos a preocupar. Desde distintas áreas de estudio fuimos intercambiando opiniones, noticias, estudios y poniendo en común nuestros debates. Desde la agrupación Ciencia Nuestra, pudimos ir pensando todos estos aspectos y canalizarlos a través de ensayos, gráficos y análisis que compartimos hacia el conjunto de la sociedad.

Como señaló Silvia Nassif en su artículo Falsas verdades en jaque: La crisis de la pandemia y el rol de los cientistas sociales”, nos encontramos en el medio de la crisis social más importante de los últimos años provocada por el virus SARs-CoV2. Crisis que devela, a nivel mundial, la falta de políticas adecuadas para enfrentarla y la insuficiente inversión en ciencia y salud de los diferentes gobiernos en los últimos años.

 

Qué tan imprevista era esta pandemia

Cuando echamos una mirada, a lo largo de la historia, se puede ver que las pandemias fueron una consecuencia directa de la interacción del hombre con la naturaleza. Los cambios que se producen en una población respecto al uso de la tierra, la nutrición o la migración son eventos que deberían ser estudiados por la salud pública ya que es allí donde salen a la luz enfermedades emergentes.

El contacto de los seres humanos con especies fuera de su ámbito natural resulta un lugar propicio para que nuevas enfermedades aparezcan. Las grandes aglomeraciones de cultivos, animales o personas son oportunidades para ciertos virus de hallar un hospedador nuevo.

A los virus capaces de saltar entre especies se los denomina zoonóticos. Si bien es extraño que esto ocurra, muchos han logrado superar la barrera y han generado múltiples brotes a lo largo de la historia. Los brotes ocurren principalmente porque los virus lograron infectar a un individuo que nunca ha transitado una infección con un agente similar. Se considera que los animales más propensos a transmitir enfermedades virales zoonóticas son las aves, los murciélagos y determinadas especies no nativas o exóticas.

En el caso de las enfermedades respiratorias, pandemias recientes como el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) en el 2002 (un coronavirus que probablemente haya pasado del gato civeta del Himalaya al humano), la gripe H1N1 en el 2009 (un virus de influenza que pasó de los cerdos a los humanos) o el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) en el 2012 (un coronavirus que probablemente haya pasado de los dromedarios a los humanos) deberían haber servido de alerta al menos para preparar los sistemas de salud de los diferentes países. Incluso un estudio llevado a cabo en 2007 alertaba sobre la situación que ocurría en China, indicando que “la presencia de un gran reservorio de virus similares al SARs-CoV en los murciélagos de herradura junto a la cultura de comer mamíferos exóticos al sur de China es una bomba del tiempo”.

Sin embargo, frente a todas las alertas, la OMS, como organismo que nuclea a los países en materia de salud, no ha servido para instar a los gobiernos a preparar sus sistemas para una posible pandemia de contagio respiratorio. Esto no nos debería sorprender, ya que el organismo se encuentra muy lejos de los argumentos que se trazaron en 1978 en la Conferencia de Alma Ata, cuando 134 países firmaron una declaración aspirando a “Salud para Todos para el año 2000”; con un enfoque de atención primaria de la salud integral. Lamentablemente, luego de la caída de la Unión Soviética, la implementación de la atención primaria de la salud tomó un camino diferente. Y, en la actualidad, las contribuciones de privados generan un gran conflicto de intereses ya que terminan estableciendo la agenda del organismo, en lugar de un criterio objetivo científico y profesional.

En el caso del nuevo coronavirus, la OMS ha fallado en declarar a tiempo la pandemia de COVID-19. Provocada por el coronavirus SARs-CoV-2, según la evidencia científica hasta el momento, podría provenir del murciélago habiendo pasado por un hospedador intermedio (probablemente el pangolín) quien finalmente lo transmitió a los humanos en el sur de China. Desde los primeros casos en China a mediados de diciembre de 2019, hasta la notificación a la OMS transcurrieron sólo dos semanas, pero la OMS declaró la pandemia recién el 11 de marzo del 2020. 

 

¿Por qué este coronavirus generó la crisis social 

que atravesamos y no los anteriores?

La respuesta está en que el SARs-COV-2 evolucionó y tiene características genéticas diferentes a los anteriores que han hecho posible el desarrollo de la pandemia: es más “eficiente” en el ingreso a las células humanas que el SARs-CoV (el más cercano genéticamente que provocó la epidemia SARS en 2003), y la persona infectada puede pasar entre 5 y 14 días (período ventana) en promedio siendo pre-sintomática, es decir sin manifestar enfermedad, y por lo tanto generando muchos más contagios. A esto se suma la hiperconectividad a nivel mundial que hizo que rápidamente un virus que apareció en China esté hoy presente en más de 200 países.

Además de la alta tasa de contagios, debida en gran parte al “período ventana”, el hecho de que 20% de los contagiados requieran asistencia médica hizo que los sistemas de salud más robustos del mundo colapsen en el término de días.

De todas formas, no fue el virus sólo ni sus características las que condujeron a la crisis social con la sorpresa epidemiológica, sino el sistema capitalista y las formas dominantes de entender la realidad. El modelo del individuo como sujeto económico hace que abordemos a todos los fenómenos en forma aislada. Sin ir más lejos, en nuestra formación científica en las universidades predomina una hiperespecialización perdiendo de vista el conjunto, es decir nos forman para que seamos especialistas de un campo pequeño con escasas herramientas para dialogar con otros espacios del conocimiento. Pero para que la vigilancia epidemiológica[1]tenga sentido, necesitamos de la interdisciplina, necesitamos desarrollar un pensamiento dialéctico y asumir que los organismos modificamos el ambiente así como el ambiente nos modifica. Así como no puede existir un organismo sin un ambiente, tampoco puede existir un ambiente sin algún organismo. Los organismos construyen activamente el mundo que los circunda. Todos los organismos alteran no solo su ambiente propio, sino también los ambientes de otras especies de manera esencial. Necesitamos entender que la salud no es un fenómeno individual, biológico, sino que es un proceso social y complejo. Esta pandemia genera un quiebre por su impacto sobre las condiciones de salubridad de toda la población. Nadie está excepto de tener COVID-19.

El SARs-COV2 saca a la luz no sólo la vulnerabilidad de los sistemas de salud, sino la vulnerabilidad de la sociedad humana en el sistema capitalista. Como muestra podemos ver que el aislamiento físico en ciertos barrios de CABA no ha sido suficiente. Si bien los primeros casos se detectaron en regiones de sectores sociales acomodados, como por ejemplo en el barrio Recoleta, allí sí quedó contenida la diseminación viral, no fue así en los barrios populares de la ciudad que hasta hace un mes no tenían ningún caso. Esto es así porque la medida de distanciamiento es más fácil de lograr en aquéllos que por su condición de clase tienen acceso a una vivienda, alimentación y salud dignas, pero imposible ser aplicada en toda la sociedad. La falta de abordaje social de la pandemia ha llevado al desborde del virus en los barrios más humildes, donde la falta de agua, de comida y el hacinamiento fueron el lugar propicio para la expansión del virus. Por lo tanto, no es suficiente con tener un conocimiento profundo del virus y contar con laboratorios listos para generar ensayos, vacunas, antivirales, etc., sino que tenemos que entender que este virus está profundamente ligado a lo social. 

Si en CABA esto hubiera estado planificado, con fondos públicos especiales que garanticen comida, agua y contención social, no estaríamos viendo como la pandemia nuevamente golpea al sector más castigado de la sociedad. El problema en CABA no fue el virus, sino la desidia estatal.

De haber estado diseñado un sistema de salud que tenga un monitoreo permanente de carácter participativo con organizaciones sociales y que esté ensamblado a respuestas colectivas eficientes, la situación hoy sería muy diferente.

 

La contracara de este sistema

Estas investigadoras, pertenecientes a la agrupación “Ciencia Nuestra”, observan que las pandemias siempre fueron una consecuencia directa de la interacción del hombre con la naturaleza. Aquí reseñan y analizan el origen y evolución del SARs-COV2. Un virus que está presente en 200 países e hizo que los sistemas de salud más robustos del mundo colapsen en el término de días. Lo que devela, enfatizan, la ausencia de políticas adecuadas para enfrentarlo y la insuficiente inversión en ciencia y salud de los diferentes gobiernos, pero, ante todo, cuáles han sido las prioridades del sistema capitalista y sus formas dominantes de entender la realidad. Y destacan que la “contracara” es la actuación en solidaridad de muchos sectores de la sociedad; reivindicando el rol de los trabajadores y trabajadoras de las ciencias biológicas y de la salud de nuestro país, desde el primer día, al servicio del pueblo para enfrentar la pandemia.

Pero más allá de la solidaridad, el haber tenido que llegar al punto en el que el aislamiento físico haya sido la única forma de dar tiempo a recomponer en parte al sistema de salud, permitir el desarrollo de líneas de investigación que venían desfinanciadas, capacitar personal para el diagnóstico, comprar respiradores y elementos de protección personal, dejaron al desnudo dónde no están las prioridades del sistema capitalista.

Cuando pase la pandemia, lo más grave sería volver a la normalidad, al desfinanciamiento en salud, ciencia y tecnología, a la precarización de los trabajadores y trabajadoras, a no recomponer la desigualdad social. Lo más grave sería que sigamos permitiendo que haya pobreza extrema y riqueza extrema, algo que no sólo pasa en Argentina, sino en Latinoamérica y en el mundo entero. Debemos pugnar porque la concentración de la riqueza no quede en unos pocos. Tenemos que cambiar el sistema en el que unos pocos se llevan grandes fortunas utilizando modos de emplear, de tratar a la naturaleza (como lo hace el extractivismo, la minería a cielo abierto, la deforestación, etc.) que crean condiciones especiales para que florezcan pandemias. Hay que cambiar la forma de vigilancia epidemiológica, con interdisciplina, con un monitoreo participativo en la relación con las comunidades, la salud y la ciencia integradas y articulándose a sectores técnicos de los sistemas públicos, a la producción de medicamentos y vacunas, para poder planificar no sólo la cura sino también la prevención. No nos olvidemos que cuando pase el COVID-19, en argentina se seguirá muriendo mucha gente de tuberculosis, de Chagas, de Dengue, entre muchas otras.

Por eso, tenemos que seguir luchando por un sistema social que respete la naturaleza, por una sociedad que establezca la prioridad de la vida sobre la economía, por un sistema científico y de salud participativo, social, con condiciones apropiadas de equipamiento y salarios acordes para sus trabajadores.

Cuando pase la pandemia, luchemos para que nada pueda volver a ser lo que era.


 


[1] La vigilancia epidemiológica “es el análisis, interpretación y difusión sistemática de datos colectados, generalmente usando métodos que se distinguen por ser prácticos, uniformes y rápidos, más que por su exactitud o totalidad, que sirven para observar las tendencias en tiempo, lugar y persona, con lo que pueden observarse o anticiparse cambios para realizar las acciones oportunas, incluyendo la investigación y/o la aplicación de medidas de control”. (OPS, 2002).

Belén Almejun Bióloga Molecular, Investigadora CONICET, Docente de la FCE y N-UBA. 
Marina Carpano Bióloga, Investigadora en la CNEA, Secretaria de género y DDHH de ATE CNEA Bs. As.

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5 comentarios

Unknown junio 1, 2020 - 10:30 am

Excelente trabajo que no queda sólo en los aspectos biológicos sino indaga en los determinantes sociales y económicos que son el caldo de cultivo de la pandemia.

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Unknown junio 1, 2020 - 10:30 am

Excelente análisis!

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Unknown mayo 30, 2020 - 8:39 pm

Acuerdo totalmente con el contenido. La lucha que desde ya debemos desplegar debe ser tanto en el plano material como en este terreno ideológico-científico.

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Unknown mayo 25, 2020 - 11:10 am

Es un trabajo de analisis minucioso que refleja el compromiso y el amor a la vida.¡ los felicito!… y como siempre luchemos…!

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Lucila mayo 23, 2020 - 8:34 am

Excelente artículo!

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