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Editorial

por Silvia Nassif

Declaración de la Independencia en 1816

“¿Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia? (…) Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas”

 José de San Martín


Iniciado el mes de julio de 1816, San Martín, desde Córdoba, observaba el lento accionar del Congreso Constituyente de Tucumán en declarar la independencia de las Provincias Unidas del Rio de La Plata. Hacia más de un año que se deliberaba. Dicha lentitud no era casual. Se debatía sobre la oportunidad y la posibilidad de declararnos independientes en un momento sumamente adverso para las posiciones independentistas frente a una Europa rearmada en la Santa Alianza

Mientras tanto, San Martín organizaba el Cruce de los Andes y el combate en Chile y Perú.

Finalmente, el Congreso acuerda “que las Provincias Unidas del Rio de la Plata fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli”. Pero San Martín no está conforme, se entrevista con el futuro Director Supremo, Pueyrredón y, por intermedio de Pablo Medrano, le agrega al texto original: “y de toda dominación extranjera”. Varios congresales urdían la entrega de nuestra incipiente nación a Portugal e Inglaterra, representando los intereses de grandes hacendados y sectores comerciales ligados al negocio de la importación y exportación. El sector patriota intentó impedir la entrega de nuestras riquezas y soberanía a otras potencias que pujaban por el dominio mundial, dada la decadencia del imperio español.

Será éste un momento, ya iniciado en 1810, de lucha de intereses agudísimo, entre los sectores que defienden sólo sus privilegios económicos y los patriotas que, junto con el pueblo, pugnan por el desarrollo nacional, económico y social del país para el bienestar colectivo.

Esa lucha, salvando las diferencias históricas en el mundo y nuestro país, sigue siendo el eje de debate ante la coyuntura actual.

¿No se expresa en la posición frente a la defensa de la soberanía de la hoy llamada Hidrovia, que no es otro que el río Paraná del que quisieron adueñarse Inglaterra y Francia en 1845, como garantía de su “libre comercio” y la “libre” ocupación de sus puertos?

Mientras multinacionales yanquis, chinas o europeas hacen sus negocios en el Paraná, mientras familias socias de ellos como Vicentin vacían sus empresas antes de declarar quiebras fraudulentas, los argentinos tenemos un índice de pobreza cada vez mayor, sin trabajo y con hambre.

Ejemplos sobran sobre los grandes negocios que las multinacionales de diversas potencias realizan a costa de nuestras riquezas: el petróleo, el litio, el oro, nuestra riqueza agropecuaria, nuestra industria nacional. Lo único que han dejado en nuestro país es más dependencia (incluso ocupando tierras “soberanas” de sus países, como en el sur argentino), más problemas ambientales (como la polución de cuencas acuíferas esenciales como en el norte y sur del país), más desocupación, y más crisis económicas (como la utilización del Estado para conseguir préstamos impagables como el del FMI, que fueron aplicables a la timba financiera de estos mismos grupos).

Hoy no sólo nuestro territorio malvinense sigue ocupado por Inglaterra, sino que varios países como China o Japón usufructúan ilegalmente nuestra riqueza ictícola, y amenazan con la instalación de bases militares estratégicas en la Antártida y Tierra del Fuego.

 

La lucha por la verdadera independencia no ha cesado. Las clases dominantes argentinas sólo proyectaron a un país en función del enriquecimiento y desarrollo de ellos y sus aliados extranjeros, ayer de los ingleses, hoy de EEUU, China, Rusia o las potencias europeas.

La gloriosa Nación Argentina sigue en disputa por un proyecto nacional y popular, libre y soberano. Al igual que toda América. La América que soñaron nuestros patriotas de 1810 y 1816.

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