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Educación e ideología: un binomio inescindible

por Julian Monti

Escriben Ana Laura Sofía y Pablo Volkind

La disputa entre las concepciones y contenidos que pretende imponer el gobierno porteño y la necesidad de una perspectiva transformadora.


Durante el mes de noviembre del año pasado, se viralizó una entrevista por Youtube a la Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, realizada por el repulsivo diputado Fernando Iglesias donde explicitaba sus ideas más profundas sobre la docencia y la educación pública.

La Ministra acusó a la docencia de “sobreideologización”, concepto fuertemente emparentado al de “exceso de ideología” propio de los discursos golpistas de los Videla-Massera. 

¿Qué significa sobre-ideología? ¿Que la ideología sea explícita? Es comprensible que lo entiendan de esa manera quienes suelen disfrazar y ocultar su propia ideología convirtiéndola en “sentidos comunes” aparentemente neutrales o “verdades incuestionables” para confundirnos respecto a sus objetivos de preservación de desigualdades y privilegios. No están cuestionando, entonces, la existencia de ideología en toda actividad subjetiva, sino atacando determinadas ideas contrarias y cuestionadoras del sistema dominante.

Cuando lo que se difunde y transmite es una ideología que garantiza el orden social vigente, justifica el accionar de los poderosos y alienta falsas salidas individuales que prometen ser garantía del “éxito personal” como el “emprendedurismo”, entonces allí no habría adoctrinamiento ni sobre-ideologización. Sí lo hay cuando se incentiva la reflexión y el pensamiento en pos de transformar una realidad injusta.

Unos días después, el diario La Nación (29/11/2020) ilustraba algunas de las preocupaciones de las clases sociales que tanto el gobierno de la Ciudad como dicho diario representan.

En la nota del matutino, se escandalizaban cuando en algunos manuales “se señala a la ‘globalización neoliberal’ como la causante de la concentración de capital por parte de las potencias económicas y, en efecto, el empobrecimiento de los países periféricos, como la Argentina”. También impugnaban que “las referencias al ‘régimen liberal’ son sólo negativas y plantea la idea del capitalismo como un sistema que ‘obliga’ a trabajar a la clase obrera”. En el mismo sentido, se irritaban ante una foto de un libro de Geografía “señalando el rol de la oligarquía terrateniente argentina en la formación de una estructura agraria latifundista, denunciando la apropiación de esas tierras a las comunidades originarias, tanto en la época colonial como con la mal llamada ‘Conquista del Desierto’”.

En el libro Geografía de la Argentina se usan expresiones como «oligarquía neoliberal» y «modelo de crecimiento con inclusión».

Tal vez resulte ocioso afirmar que lo que le preocupa a los dueños del diario La Nación no es el “adoctrinamiento ideológico” a secas, sino determinada perspectiva ideológica. Tal preocupación desaparecería si los manuales exaltaron las bondades de la globalización y afirmaran que el capitalismo es garantía de libertad individual para el progreso social y que el mercado asegura una distribución óptima de la tierra en Argentina.

El Plan Maestro del gobierno de la Ciudad

Los contenidos y las concepciones pedagógicas del sistema educativo son terrenos contradictorios y en disputa. Ellos anhelan acotar y limitar los espacios donde todavía se expresan otras perspectivas.

Para ello, el Ministerio pretende monopolizar la selección, organización y jerarquización de los contenidos a enseñar y evitar que los docentes intervengan, piensen, reflexionen, tomen decisiones pedagógicas en función de las necesidades de las/los estudiantes. Consideran que la docencia debería transformarse en mera “facilitadora” de aquellos contenidos. Esto implica avanzar en contratos con empresas privadas extranjeras que los elaboran, guiados, a su vez, por una concepción conductista del aprendizaje donde se premian las respuestas correctas y se sancionan las incorrectas. Donde no hay posibilidad de discernir entre procedimiento, reflexión y resultado, desdibujando de esa manera el rol docente.

El gobierno de la Ciudad tiene un proyecto educativo que colisiona con lo que ocurre en las escuelas y los institutos de formación docente (aún con todas las limitaciones y contradicciones que los surcan).

A escala nacional intentaron aplicar dicho proyecto, denominado Plan Maestro, durante el gobierno de Macri. Finalizado su mandato, el epicentro se trasladó a la Ciudad de Buenos Aires.  Si bien dicho Plan se focaliza en la escuela media, sirve como caso testigo para analizar los fundamentos de su concepción respecto al lugar que debe ocupar la educación en consonancia con sus políticas públicas y su proyecto de país.

De este “Plan” surgieron las primeras reformas que pretendían consolidar, para el 2030, una “Nueva Escuela Secundaria”. En Ciudad de Buenos Aires lo llamaron “Secundaria del Futuro” y vienen avanzando en su implementación desde hace un par de años.

El Plan Maestro plantea como metas “flexibilizar trayectorias”, “reducir la carga teórica” y “homogeneizar los contenidos interinstitucionalmente”. En sus propios documentos aclaran que dichas metas están alineadas con las necesidades del “mundo empresarial”, naturalizando así que los intereses del empresariado serían los del pueblo argentino en su conjunto. Entienden que la educación debe estar a su servicio porque ellos serían “los generadores del trabajo y las riquezas”. He aquí su adoctrinamiento. Cuestionar estos “sentidos comunes” impuestos desde el poder es estar “sobreideologizado”.

Plantean, entonces, que “las grandes empresas del mundo” –o “el mercado”, eufemismo inventado para ocultar que son un puñado de magnates multimillonarios– necesitan un mercado de trabajo flexible sin las rigideces de jornadas laborales máximas, vacaciones preestablecidas, entre otros derechos laborales que habrían caducado en este nuevo mundo, y polivalente (“nuevas combinaciones de capacidades”). Trabajadores acostumbrados a la incertidumbre y los despidos como norma, convencidos de que el esfuerzo individual es garantía del éxito personal.

El desafío de la blandura

La educación juega un rol clave en la generación de sujetos formados en esas ideas y, en el desarrollo de las denominadas “habilidades blandas” (de allí su intención de reducir lo que llaman la “carga teórica”). Las disciplinas serían rígidas e impartirían contenidos inservibles para el “mundo del trabajo” de hoy.

Tal como ellos lo plantean que “El objetivo no está centrado en el aprendizaje de contenidos, sino en el enfoque por capacidades necesarias para desenvolverse en la sociedad del futuro”. Entre esas capacidades –habilidades blandas– se destacan: “ciudadanos emprendedores, alfabetizados digitalmente, adaptables, pro-activos, con espíritu de servicio y tolerancia a la presión, que generen ideas innovadoras para el crecimiento empresarial”.

Despreciar los contenidos disciplinares específicos implica, de hecho, despojar a los sujetos del desarrollo de sus capacidades para comprender el mundo en el que viven con sus complejidades y contradicciones, y, en consecuencia, de poder operar en él activamente. En definitiva, pretenden obturar la posibilidad del pensamiento.

Resulta pertinente recordar que el Plan Maestro está basado en el documento elaborado por dos economistas del Banco Mundial en 2015, llamado Profesores excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en América latina y el Caribe. Allí plantean que “Los líderes políticos pueden establecer alianzas eficaces a favor de la reforma [educativa] entre directivos de empresas y la sociedad civil mediante campañas de comunicación que muestren de manera convincente las falencias actuales del sistema educativo y la importancia de contar con una mejor educación para acceder a la competitividad económica”.

En suma, una Secundaria para un Futuro con mayores desigualdades, injusticias y precarización laboral al que pretenden que sirva la educación pública.

Una formación docente acorde

En aquella entrevista, la Ministra ubicó el foco del problema educativo en la formación docente que se imparte en los Institutos Terciarios. Para resolverlo crearon la Universidad de la Ciudad de Buenos Aires (UNICABA), pensando en la progresiva eliminación de dichos institutos. Ella sería la usina generadora del nuevo tipo de docencia al que aspiran.

Desde su lanzamiento en 2019, los primeros cursos y seminarios ofertados dieron cuenta de esos objetivos. Tal es el caso del seminario virtual titulado Las nuevas tecnologías en el marco de una agenda educativa disruptiva, que se desarrolló el 5/11/2020 a cargo de tres ejecutivos de empresas privadas extranjeras ligadas a la venta de programas para el ámbito educativo (el Gerente de Educación Global de Esri, del Director para Latinoamérica de Oracle Academy y de una Ejecutiva de Cuentas de Gobierno Aeroterra – Esri Argentina).

También, durante el mes de noviembre de 2020, organizaron un seminario virtual a cargo de Cristóbal Cobo (especialista senior en políticas de educación y tecnología del Banco Mundial). Bajo el título Lecciones aún no aprendidas de una pandemia inconclusa, adelantaban que dicho Seminario “buscará responder si la crisis COVID-19 es una oportunidad para desestigmatizar el aprendizaje a distancia”. Paradojas de las necesidades electorales y marketineras del macrismo, la pandemia dejó en evidencia la necesaria presencialidad para el proceso educativo, y forzó al Gobierno de la Ciudad a convertirse en el principal adalid del retorno a las aulas, aún a pesar de sus convicciones, y con un total desinterés por la salud pública. Aún así, sus planes de virtualizar los contenidos bien puede acompasarse con una presencialidad “autoasistida”, con facilitadores-docentes como meros acompañantes.

Otro ejemplo paradigmático fue el curso El futuro del trabajo en tiempos de incertidumbre (29 de octubre de 2020) dictado por Bryan Clancy (Director de Educación de Linkedin).

Publicidad de la UNICABA.

Esta concepción se refuerza en la imagen, cuidadosamente seleccionada, que acompaña la descripción del Profesorado Universitario de Formación Primaria. En primer plano, un celular, un teclado de computadora y un manual de iPod (marca Apple). También se pueden observar algunos libros, un cuaderno, lápices, goma y un libro abierto que –¡oh, casualidad!– no refiere a una materia específica sino a logos de diversas marcas vinculadas a productos tecnológicos. Es decir que dicho profesorado apunta a la formación de docentes que sepan manejar una computadora (o dispositivos similares) para operar las plataformas, contenidos digitales y recursos que generan empresas privadas (mayoritariamente extranjeras).

La Ministra afirma que el docente debería enseñar a pensar. Difícilmente pueda enseñar aquello en lo que no se forma. Queda al desnudo la hipocresía de considerar que una supuesta práctica “sobreideologizada” obtura la reflexión del estudiante mientras que fomentar habilidades “blandas”, eliminar contenidos disciplinares y exaltar las bondades del sistema, no lo harían. En realidad, lo que pretenden para la formación docente es que reproduzcamos sin reflexionar, sin cuestionar, que nos limitemos a ejecutar y llenar planillas cuantitativas, engorrosas, sin sentido; muy lejos del estímulo al pensamiento, al debate, al intercambio, al análisis. Tareas puramente administrativas y mecánicas.

Si volvemos a poner en relación el proceso de enseñanza con el de aprendizaje, es muy evidente que no les interesa, más bien quieren obstruir, la posibilidad de que los estudiantes piensen como producto de las propuestas que realizamos los docentes en las aulas.

Gestionar o dirigir

En simultáneo, avanzan en la transformación de las direcciones escolares. Dicho cambio, está orientado por un concepto clave de su perspectiva: la gestión. Necesitan transformar las direcciones escolares en “gestionadoras” de sus planes educativos.

El concepto de gestión proviene del ámbito empresarial y es implantado en el ámbito educativo en tanto éste se transforma en un instrumento más (y crucial) de dependencia y explotación. La escuela, como la empresa, debe ser “administrada en pos de optimizar los recursos” (y dentro de ellos no sólo se incluyen el dinero, el tiempo y los instrumentos de trabajo, sino también los sujetos protagonistas del ámbito educativo, docentes y estudiantes, en tanto “recursos humanos”). A los directivos les exigen que administren y optimicen esos recursos. Esa es su única tarea. De la misma manera que alientan a las familias a denunciar a los maestros “ideologizados”, empujan a los directivos a convertirse en delegados del Ministerio en esta política persecutoria (así, por ejemplo, sucedió con las tomas de colegios en 2018, donde las direcciones escolares eran conminadas a elevar listados de lxs estudiantes que participaban de esas medidas).

Guiados por esta lógica, la UNICABA ofrece carreras de “gestión” desvinculadas del ámbito educativo: alcanzar la dirección de un jardín, una escuela primaria, un secundario o un profesorado sería factible sin haber “pisado un aula”. La trayectoria formativa de la Ministra de la Ciudad (y lamentablemente también del ministro de Nación) es ilustrativa de esta concepción (licenciada en Ciencias Políticas con una maestría en gestión pública otorgada por una institución privada).

Frente a la “gestión” educativa reivindicamos y recuperamos el concepto de dirección: dirigir una institución educativa implica otorgarle significatividad al acto pedagógico, planificar y definir objetivos en el marco de un proyecto que contemple las necesidades y potencialidades de docentes y estudiantes y las condiciones sociales en las que se enseña y aprende.

Una disputa en curso

La tarea docente requiere, necesariamente, poner en juego las ideas, seleccionar contenidos, indagar con qué estudiantes interactuamos, cuáles son sus problemas y necesidades y, a partir de ahí, definir ejes, precisar objetivos y generar instrumentos didácticos. Esto implica una tarea colectiva de intercambio, reflexión y ajustes en función de la propia práctica. Para esto, resulta imprescindible que los docentes tengan una formación específica en sus disciplinas, punto de partida imprescindible para el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Desde una perspectiva popular, la formación docente requiere un análisis crítico profundo. Esta tarea no debe ser abandonada. Aunque, en vistas del ataque frontal que la Ministra Acuña realiza contra los Institutos de Formación Docente, por no ser funcionales a su proyecto educativo, hoy se impone su defensa y la lucha contra la UNICABA, desnudando su matriz ideológica.

NOTAS:

1 En simultáneo, y como condición de posibilidad para avanzar, pretenden eliminar el Estatuto del Docente y anular la capacidad de resistencia de la organización sindical que todavía lo defiende. En el Plan Maestro planteaban como una de las metas prioritarias “Reducir en el año 2021 un CINCUENTA POR CIENTO (50%) el tiempo de clase perdido por causas de ausentismo docente y estudiantil, de infraestructura deficitaria y medidas de acción directa adoptadas por los trabajadores de la educación, sin vulnerar sus derechos” (Meta nº 10.1), junto al proyecto de avanzar en una nueva carrera docente que barra con la estabilidad, el acceso a los cargos por concurso, el escalafón/antigüedad (ya prácticamente desaparecido) y el derecho a huelga. Quieren avanzar en la posibilidad de poner o sacar docentes y definir esquemas salariales según criterios de productividad, de presentismo, de resultados cuantitativos valorados por las pruebas internacionales.


Ana Laura Sofía y Pablo Volkind son profesores de Historia en escuelas medias, en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. Gonzalez y en la UBA.

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2 comentarios

María Angélica julio 10, 2021 - 8:55 am

Excelente artículo. Sirve para profundizar varios debates en curso. Gracias.

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Cristina febrero 26, 2021 - 11:25 am

Muy buen aporte para la educación en estos tiempos.

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