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Rosa Nassif: “la lucha del Che no fue una utopía”

por Jorge Brega

Entrevista Jorge Brega

Al cumplirse un nuevo aniversario del asesinato del Che, reproducimos esta entrevista a Rosa Nassif publicada en nuestro número 45 (2017), en la cual se repasan momentos cruciales de la vida del revolucionario argentino y algunos conceptos clave de su pensamiento.


Rosa Nassif, Psicóloga egresada de la Universidad Nacional de Tucumán y Psicóloga Social, es dirigente del Partido Comunista Revolucionario. Ha publicado El Che (1995); A 100 años de Materialismo y Empiriocriticismo, Vigencia de la Teoría Marxista del Conocimiento (2008); y ¿Es posible conocer la realidad? Nuevos y viejos debates en el siglo XXI (2011). Conversamos con ella acerca de los temas que analiza en sus trabajos:

–¿Qué aspectos de la vida del Che le parece importante destacar hoy?

Una cuestión importante es el proceso y las condiciones por las cuales él se transforma de un joven inquieto en el revolucionario que llega a ser. Este proceso está muy vinculado a sus viajes. Siendo aún muy joven, toma conciencia en ellos de lo que pasa en América, a partir de lo que va observando con asombro y también con rebeldía. Hay muchos modos de viajar, y está claro que el de él es conocer cómo vive la gente. Esto está presente desde el primer viaje de 1500 km. que hace en bicicleta por Argentina en 1950, y el segundo, que realiza en moto por Sudamérica con su amigo Alberto Granado en 1952. Cuando termina este segundo viaje, aparecen algunas cosas que van a ser constantes en la vida del Che, como tomar notas de sus experiencias y a partir de ellas darle una redacción final. Así anota a su regreso: “El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina. El que las ordena y pule, ‘yo’, no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Este vagar sin rumbo por nuestra ‘Mayúscula América’ me ha cambiado más de lo que creí”. Es decir, vuelve transformado. Esa transformación se produce en el contacto con los mineros de Chuquicamata en Chile, en el leprosario peruano y en otros hechos que él narra en sus diarios.

–El relato de sus experiencias es otra constante en su vida, al igual que la lectura…

–Sí, desde niño tiene pasión por la lectura. Inclusive era capaz de aislarse en las situaciones más insólitas y ponerse a leer o escribir. Esta característica del Che de leer aún en las condiciones más extrañas es analizada en un interesante libro de Ricardo Piglia, El último lector, donde señala que: “Hay una foto extraordinaria en la que Guevara está en Bolivia, subido a un árbol, leyendo, en medio de la desolación y la experiencia terrible de la guerrilla perseguida. Se sube a un árbol para aislarse un poco y está ahí, leyendo”.

–En la infancia, los ataques de asma solían recluirlo en la cama y pasaba el tiempo leyendo.

Es cierto, su pasión surge inicialmente por una necesidad. A la vez, combate el asma con actividad física, inclusive por encima de sus posibilidades, escalando, jugando rugby, viajando largas distancias en bicicleta, aunque le pone un motorcito… Este rasgo suyo, que va a ser fundamental en el hombre de acción –que más tarde será llamado “el guerrillero heroico”– ha tapado a menudo los aportes teóricos importantísimos que hizo el Che; muchos de éstos, además, en polémica con el revisionismo de los teóricos soviéticos.

En este momento, una enseñanza de la vida del Che para los jóvenes, es la importancia que tiene la integración permanente de la práctica con la teoría. Y la amplitud de sus lecturas: lee de todo. La lista de libros que lleva a Bolivia es realmente variada e incluye libros para el estudio. Esto deja claro que en Bolivia pensaba estar un tiempo formando una escuela de guerrilleros de distintos países de América y no sólo a través de la práctica. Al menos ciento veinte libros se encuentran en el campamento, y algunos los lleva hasta el final en su mochila.

–En una de las cartas a su madre le dice que en determinado mes ha tenido una pobre producción literaria, es decir que tenía una consciente actitud de escritor.

Tiene una preocupación especial por la calidad de lo que escribe. También cuando le escribe a León Felipe disculpándose porque polemizó con un poema suyo en relación al carácter del trabajo en el socialismo, le dice que “Uno de los dos o tres libros que tengo en mi cabecera es El ciervo…había clima de hombre nuevo en el ambiente. Me afloró una gota del poeta fracasado que llevo adentro y recurrí a usted para polemizar a la distancia. Es un homenaje: le ruego que así lo interprete”.

–El estudio permanente y el conocimiento logrado en sus viajes, muestran que un líder de sus características no surge porque sí, ni es un iluminado, se va formando. Cuando al fin de su tercer viaje llega a México y conoce a Fidel, aunque ya es marxista no tiene aún la formación teórica que alcanzará más tarde.

–Su formación marxista la hace más sistemáticamente en Guatemala, su estada anterior a México. Cuando en 1953 se despide de su familia en Buenos Aires, desde el tren pronto a partir dice “acá va un soldado de América”. Esto es una actitud juvenil, pero está claro que en este viaje tiene mayor preocupación política que en el primero. Es importante el proceso de América Latina en ese período, con gobiernos de tipo nacionalistas burgueses: Perón en Argentina, Paz Estensoro en Bolivia, Haya de la Torre en Perú (aunque había caído unos meses antes), Bosch en Santo Domingo, Árbenz en Guatemala. El Che va registrando eso, se entrevista con figuras importantes de esos procesos como Juan Bosch o Rómulo Bentancourt y va teniendo una lectura mucho más política; por ejemplo, en su paso por Centroamérica reflexionará sobre la United Fruit “que desde 1889 expande su poder con tierras y prebendas”.

–Y está en Guatemala justo cuando cae Jacobo Árbenz…

–Efectivamente. Ahí él da un gran salto en relación a su vida futura. Porque en Guatemala se encuentra con todos los exiliados que vienen de países con dictadura, entre ellos el cubano Ñico López, que es quien lo va a vincular con Fidel y los exiliados cubanos en México. También se encuentra con Hilda Gadea que va a ser su primera esposa, que viene del ala izquierda del APRA de Haya de la Torre en Perú. Ella le trae textos de Mao Tsetung y él ya está leyendo en forma más sistemática a Marx. Al mismo tiempo, continúa dedicado su profesión de médico; trabaja en un hospital y escribe el libro La función del médico en América Latina.

Se entusiasma con el proceso guatemalteco, se vincula con el partido comunista, que es el Partido de los Trabajadores, y le escribe a su madre que ha decido afiliarse a él. Ve también cómo se va agudizando la situación de golpe de Estado, que Árbenz no apela al pueblo y finalmente cae en una invasión organizada por los yanquis desde Honduras, donde estaba el coronel golpista Castillo Armas, con el apoyo del dictador nicaragüense Anastasio Somoza. El Che saca y escribe sus conclusiones, que lo marcan definitivamente. Una de esas conclusiones es que el camino de reformas es un camino de derrota, argumenta que no se puede herir a una bestia y dejarla herida, porque su contraataque es sangriento, y a la vez que el único camino para liberarse es el de oponer a las armas de las clases dominantes las armas del pueblo. Plantea además que no se puede confiar en el ejército ni en la burguesía para dirigir esos procesos. Unos años después, durante los primeros momentos del triunfo en Cuba, en varias intervenciones públicas dirá: “Cuba no será Guatemala”.

Estas conclusiones del Che están en la base de lo que hoy está en debate. Cada vez es más nítido, que no hay posibilidades de resolver dentro de este sistema las calamidades que los seres humanos sufren cotidianamente. Hay señalamientos profundos de los desastres que produce el imperialismo tanto desde el punto de vista ecológico como el hecho de que el 1% por ciento de la humanidad gana tanto como el resto más pobre. Hay quienes sostienen que la culpa de esto es de un sistema basado en el dinero y las ansias de ganancias, como lo plantea el Papa Francisco. Pero si los intentos de mejorar algo son dentro de los límites del propio sistema, pasan a ser una fuente de frustración y escepticismo ya que es una empresa vana. La cuestión es cómo terminar con este sistema; y cuando decimos que sólo es posible a través de una revolución como la realizada en Cuba se plantea el interrogante de si la revolución es posible hoy. La gran lucha del Che fue por hacer posible esa revolución triunfante en Cuba; en contribuir a que vaya a fondo y en mostrar que Cuba no era una excepción. Con las dificultades que había allí, el Che entra en el debate de qué camino seguir, por ejemplo, frente al bloqueo yanqui. Él que tenía una gran expectativa en la ayuda de los países socialistas, choca con el hecho de que la Unión Soviética le impone a Cuba algo similar a lo que sufría bajo el imperialismo: seguir produciendo azúcar para intercambiar “azúcar por petróleo”, como va a decir Nikita Jruschov. Entonces, el Che, que tiene claro que no puede haber independencia política sin independencia económica, polemiza con todo el mundo con la idea de que, si la revolución no va a fondo, va a retroceder. Y que la revolución no solo tiene que cambiar las condiciones materiales, tiene que cambiar las condiciones de vida más profundas y generar un hombre nuevo. Este es otro de sus conceptos centrales.

Esta preocupación suya sobre qué tipo de hombre se necesita para hacer la revolución y para construir la nueva sociedad, puede rastrearse en muchos de los escritos del Che. Cuando se despide de sus padres, antes de salir de Cuba, les dice: “…Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más conciente, mi marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias. (…) una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas piernas fláccidas y unos pulmones cansados. Lo haré.”

No solo ha llegado a la comprensión de la revolución en ese proceso de viajes, de conocimiento en la vida real y en los libros, sino que ha ido tratando de construirse a sí mismo como el hombre necesario para esa lucha y ese destino. Cuando reflexiona sobre la necesidad de un hombre nuevo, no es ajeno a la exigencia que se hace a sí mismo, y uno eso lo nota en todos sus gestos.

Esta idea de la revolución es lo que lo entusiasma de Fidel y su gente en el primer encuentro que tienen en México. Ahí se da cuenta de que hay una decisión de llevar a la práctica lo que le están diciendo.

–Bueno, ya lo habían intentado…

–Efectivamente, tienen detrás el asalto al Moncada. Entonces, el Che ingresa en el grupo de cubanos y es aceptado como médico. Se entrena junto con todos, hace un esfuerzo enorme y siempre se destaca físicamente, a pesar del asma. También tendrá a cargo la formación política-ideológica del grupo. Ahí continúa con el estudio más sistemático del marxismo. Cuando la policía mexicana lo detiene estaba leyendo en la pensión El Capital, y entre los libros que da para estudiar estaba El Estado y la Revolución, de Lenin, entre otros clásicos. O sea, ya no es solo una convicción como actitud, sino que con fundamentos cada vez mayores desde el punto de vista teórico.

–Su viuda, Aleida March, cuenta que había libros que él volvía a menudo a leer. El Capital era uno de ellos. También Don Quijote de la Mancha.

–Sí, él muchas veces menciona al Quijote, por ejemplo, cuando le anuncia a su madre que se unirá a los cubanos. Y años después, en la última carta de despedida dice: “Queridos viejos: Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante. Vuelvo al camino con mi adarga al brazo”. Seguro que era un libro importante para él. Además, era un gran lector de poesía y llevaba un cuaderno con poemas que había copiado; antes de salir para Bolivia le pide a Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas, que le copie el Canto general, de Neruda.

La película “Che, un hombre nuevo”, comienza con la voz de Guevara recitando un poema. Su director, Tristán Bauer, me contó que durante la producción del film le preguntó más de una vez a Aleida si el Che le había dejado algo a ella, ya que dejó una carta para Fidel, una para los padres y otra para los hijos. Ella eludía la respuesta, hasta que un día le hizo escuchar la grabación de varios poemas leídos por el Che: ese era el regalo que le había dejado con esta dedicatoria: “Y ahora para ti Aleida, lo más íntimamente mío y lo más íntimo de los dos”. Le pregunté a Tristán por el orden que tenían esos poemas, pero no lo recordaba. El que inicia la película es “Los heraldos negros”, de César Vallejo, e intuyo que es una muestra del estado de ánimo con que el Che se va de Cuba. La primera estrofa del poema dice: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! / Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma…/ ¡Yo no sé!”. Nunca he encontrado una forma tan profunda para describir la amargura y la tristeza.

–La importancia de la educación y formación teórica es algo que inculca a sus hombres en el Ejército Rebelde.

–Sí, en la Sierra Maestra organiza una escuela de formación de militantes. Desde de los inicios se destaca como un gran combatiente y como un gran organizador. En las dos bases que están a su cargo en la Sierra, monta una especie de hospital para los heridos, tanto para los propios como para los soldados del ejército de Batista, practicando lo mismo que el Ejército Rojo en China, el buen trato a los prisioneros, para que se transformaran en difusores. También organiza una fábrica de zapatos, otra de tabaco y un periódico que lo va a dirigir, junto con la radio, Carlos Franqui.

Ya triunfante la revolución, el Che va a ser su gran cronista, escribe los dos principales libros que existen sobre ese período, Relatos de la guerra revolucionaria y Guerra de guerrillas, un método. También será su propagandista como embajador itinerante de Cuba. En su primer itinerario de tres meses recorre varios países del Tercer Mundo, como se llamaba en esa época: la India, en donde se entrevista con Nehru e Indira Gandhi; en Indonesia, con Sukarno; en la República Árabe Unida, con Nasser; en Yugoslavia, con el mariscal Tito. En esos países pide colaboración con Cuba y es reconocido junto con Fidel como máximo líder de la revolución cubana y su portavoz ante el mundo.

– ¿Habla en la ONU en esa época?

A la Organización de las Naciones Unidas va después, en 1964; hace un discurso muy importante en el que plantea por qué el imperialismo es el enemigo principal de los pueblos. Antes irá a la reunión de la OEA en Punta del Este en 1961, cuando se va a lanzar la Alianza para el Progreso. Él discute que ésa es una alianza contra Cuba y los pueblos de América. Es cuando hace la visita secreta a Arturo Frondizi, que no fue tan secreta y fue una de las causas de la caída de Frondizi. También se va a ver con João Goulart en Brasil. Después de ese primer viaje por los países del Tercer Mundo, va a los países del este de Europa que eran parte del campo socialista, a Moscú y a China. Vuelve desilusionado con Moscú y los países socialistas del Este. Dice que lo único que les interesa son las relaciones comerciales. Cuando regresa a Cuba hace por televisión un balance de ese viaje, en el que levanta lo que ha logrado con China. Cuenta que cuando agradece la ayuda “desinteresada” de China, Chou Enlai le aclara que la ayuda a un país que lucha contra el imperialismo no es desinteresada, porque “estamos todos en esa lucha”. Por esta y otras cosas polémicas, en Cuba lo acusan de prochino y también de trotskista, dos acusaciones que cada vez serán más mortales en la medida que Cuba se va alineando con la URSS, en un momento en que ya se abrió el conflicto chino-soviético a nivel mundial. En 1964 se realiza en la Habana la Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina donde se decide el alineamiento con la Unión Soviética que llevará posteriormente a la ruptura de Cuba con China.

Para explicar la posición tomada en esa Conferencia viajó una delegación primero a Moscú y luego a Pekín. La delegación fue presidida por Carlos Rafael Rodríguez, quien polemizaba con el Che en Cuba defendiendo las posiciones de los soviéticos. Rodríguez le trasmite a Mao que se decidió pedirle que baje el tono de la polémica con la URSS. Mao dice que lo único que han hecho es responder a las agresiones de los rusos; agrega que: “En la actualidad hay tres diablitos con los que se quiere asustar a la humanidad: el diablito del imperialismo, el diablito de la guerra y el diablito del revisionismo de Jruschov. Yo a ninguno de los tres le tengo miedo”. Rodríguez retruca que Fidel ha demostrado que tampoco le teme a ningún diablito… Mao le dice que es posible que Fidel a dos de los diablitos no les tenga miedo pero al tercero sí… Carlos Rafael le pide muy molesto que aclare, porque es muy serio lo que ha dicho. Mao se levanta y da por terminada la reunión. Ahí ya estaba claro lo que significaba decirle al Che que era prochino. Estas son cosas que se han conocido más tarde, ésta en particular la relata Humberto Vázquez Viaña en su libro Una guerrilla para el Che.

– ¿En los primeros años no se conocían estas discusiones?

Bueno, cuando muere el Che, nosotros en Argentina soportamos dictaduras durante varios años; no conocíamos muchas de estas cosas. La polémica respecto del camino de construcción del socialismo en Cuba la conocimos con mayor profundidad al derrumbarse la URSS. Se abre entonces un debate a partir de la situación desastrosa en que queda Cuba, acerca de si tenía o no razón el Che cuando proponía un camino independiente; al poco tiempo se cierra esta discusión. El Che desde el Ministerio de Industrias se oponía al camino propuesto por los soviéticos mientras Carlos Rafael Rodríguez lo defendía desde la secretaria de agricultura del Instituto Nacional de Reforma Agraria. En aquel momento, participan de la polémica dos figuras de trascendencia internacional, una es el trotskista Ernest Mandel, que interviene desde su revista, y otro es Charles Bettelheim, quien defiende lo que ya se está practicando en la URSS con las empresas de autogestión, en el rumbo impulsado por Evséi Liberman de terminar con la planificación como la base del desarrollo económico y reemplazarla por la ley del valor, los estímulos materiales e incluso el trabajo a destajo para aumentar la productividad.

El Che se había opuesto a todo eso y escribió varios artículos al respecto. En sus Escritos económicos propone –en lugar de la autonomía y autogestión– un sistema de cálculo que permita centralizar la planificación. Si los grandes monopolios imperialistas –dice– pueden planificar la producción en gran escala desde sus centrales, y sus filiales cumplen los planes y remiten las ganancias a las metrópolis, por qué no puede un país pequeño como Cuba tener un método de cálculo económico que permita producir según la ley del socialismo, cada uno de acuerdo a su trabajo y a cada cuál según su capacidad, y que lo que se produzca esté en función de las necesidades sociales principales. Al mismo tiempo se opondrá a que para estimular la producción se recurra principalmente a los estímulos de índole material y no a la conciencia y a la moral comunista.

Luego de fracasada su triste experiencia en el Congo, estando en Praga, en 1966, se dedica a analizar en profundidad el Manual de Economía Política de la URSS. En un trabajo que el gobierno cubano lo ocultó durante cuarenta años, donde plantea entre otras profundas reflexiones que por ese camino la URSS va de regreso al capitalismo.

Che junto a Ben Bella, primer presidente de la Argelia independiente. Argel, 1965.

–Sus críticas a la URSS las había hecho públicas, internacionalmente, en su célebre discurso de Argel, en febrero de 1965.

–En aquel momento, decir que los países socialistas eran tácitamente cómplices de la opresión imperialista hacia los pueblos del Tercer Mundo, o denunciar a la URSS por comprar materias primas a precio de mercado y venderlas con valor agregado, fue una bomba. Él venía resistiendo la imposición soviética de que Cuba formara parte de la llamada División Internacional Socialista del Trabajo (al lema imperialista tradicional le agregaban cínicamente el término “socialista”). En 1963 a Fidel lo invitan a la Unión Soviética por dos o tres meses; allí lo aplauden y halagan. Vuelve contento; aceptando que Cuba se vuelque a la producción de azúcar a cambio del petróleo de los rusos. Poco después, al Ministerio de Industria dirigido por el Che le quitan todo lo vinculado a la producción del azúcar y se lo asignan al nuevo Ministerio del Azúcar (MINAZ), a cargo de su amigo Orlando Borrego. Posteriormente el MINAZ pasará a un hombre de Carlos Rafael Rodríguez. Como su madre le observará en una carta, el hecho de que el azúcar quede fuera del Ministerio de Industria en Cuba, es una clara señal de que la línea del Che ha sido derrotada.

 En noviembre de 1964, Fidel firma con Brezhnev (Jruschov cayó en octubre) un convenio por cinco años comprometiéndose a cumplir con la división internacional “socialista” del trabajo. En su discurso de agradecimiento a la URSS por el tratado, Fidel dice que “no conoce el mundo un ejemplo mayor de solidaridad internacional”. Menos de tres meses después, el Che dice lo que dice en Argelia, acusando que hacer ese tipo de imposiciones por parte de un país socialista es ser cómplice de la opresión imperialista. Está claro que el Che “patea el tablero” públicamente. Ha sostenido la polémica hasta que se da cuenta que Fidel vuelca para un lado. Al principio, Fidel se mantiene ni con uno ni con otro en esas polémicas internas. Se supo después que Brezhnev le exigió a Fidel que se desprenda del Che: ¿éste lo habrá sabido? Lo cierto es que la de Argel fue la última aparición pública del Che en representación de Cuba.

–Los defensores de la actitud de Fidel sostienen que Cuba no tenía otra opción dada la cercanía geográfica de EEUU y su feroz política de bloqueo.

–Eso se puede discutir desde varios lados. El Che escribió que Cuba hizo la revolución rompiendo con una falsa ciencia llamada geopolítica que planteaba un fatalismo geográfico según el cual era imposible la revolución en América Latina. En realidad, era una tesis de los soviéticos, que sostenía que como se estaba en el patio trasero de los yanquis había que apoyar a las burguesías nacionales. El Che dice que la revolución cubana demuestra que es posible en las fauces mismas de la bestia imperialista. Los que esgrimen que Cuba no podía hacer otra cosa que subordinarse a la URSS sostienen otro fatalismo, el que plantea como inevitable el cambio de dependencia, no habría otro camino para liberarse de uno que caer en manos de otro imperialismo. Es un argumento que siembra escepticismo. Las consecuencias de apoyarse en un imperialismo contra otro pueden verse hoy en Venezuela.

Considero que había muchas posibilidades para que Cuba se sostuviera basándose en sus propias fuerzas, aun con sacrificios, en un mundo en el que había posibilidades de tener apoyos concretos. Los países del Tercer Mundo no eran países pobres. Estaba también China. Y Vietnam en una lucha avanzada, con los yanquis en retroceso. Además, el pueblo cubano –que más tarde hizo enormes sacrificios cuando la URSS lo dejó varado, y los hizo con dignidad patriótica en la convicción de no entregarse a los norteamericanos–, estaba con un gran fervor revolucionario luego de derrotar a los yanquis en Playa Girón. Era capaz de cualquier hazaña.

En octubre de 1962, durante la Crisis de los Misiles –cuando se estuvo al borde de la guerra nuclear–, al conocer que Jruschov negoció en secreto con Kennedy retirar los misiles de Cuba a cambio de que EEUU retirase los suyos que apuntaban a la URSS desde Turquía, la indignación del pueblo cubano (y del propio Fidel) fue tal, que en las calles se gritaba “Nikita, mariquita, lo que se da no se quita”. Ese pueblo era capaz de seguir el camino que proponía el Che y que había sido aprobado por la dirección cubana hasta 1962. Era el camino de salir del monocultivo con diversificación agrícola e industrialización agraria, en la búsqueda de desarrollar otras industrias. Sí era posible otro camino y fue un gran error de la revolución no seguirlo. La dependencia respecto de la Unión Soviética llevó, con la caída de ésta, a una gran crisis económica, política, social de la que no se recuperan.

– ¿Su discrepancia con ese rumbo es la razón por la cual Guevara deja Cuba?

– Entiendo que esta es la razón que precipita su salida. Él se tiene que ir porque hace públicas sus diferencias con la URSS y porque existe una conminación de los rusos de que él deje de hablar en nombre del gobierno cubano. Se conoce que cuando él vuelve de Argel, Raúl y Fidel lo reciben furiosos en el aeropuerto, y repiten las acusaciones que los soviéticos y los partidos comunistas que le respondían hacían correr por todas partes: que el Che era trotskista, prochino… Por otro lado, es cierto que él tenía desde siempre la idea de irse en algún momento a contribuir en un proceso revolucionario en otro sitio de América Latina, con un objetivo central puesto en Argentina. Él es partícipe directo de la guerrilla que conduce Jorge Ricardo Masetti en el NOA. Se dice que el alias de Masetti era Comandante Segundo porque el Primero sería el Che. Pero la forma en que él sale de Cuba es la que nos permite pensar que es decisiva la contradicción con los soviéticos. La pregunta es por qué él va al Congo en una expedición a la que se suma a último momento, en forma improvisada. En el prólogo a su diario de esa campaña, editado recién en 1998 en Cuba, se aclara que algunos pasajes fueron suprimidos por razones de Estado y que no se lo publicó antes por esas razones. Aleida ha dicho que el único escrito que no tenía de él era el diario del Congo.

Ese diario comienza con la frase “Esta es la historia de un fracaso…”. Lo del Congo me parece que arroja luz sobre la situación en la que ha quedado el Che en Cuba. Cuando el Che le escribe a Fidel que lo del Congo no va más y que no se puede hacer la revolución con un pueblo que no la quiere hacer, Fidel le responde que no sea pesimista, y el Che se indigna. Pero después, Fidel lee en un acto público la famosa carta de despedida del Che, que éste había dejado para ser difundida solo en caso de triunfar o morir fuera de Cuba.

–Es por eso que Guevara, aún en el Congo, se sorprende al escuchar que Fidel lee esa carta.

– Los que estaban con él dicen que se deprime al escucharlo por radio. Él anota en el diario que el hecho pesó en su relación con los combatientes. Dice: “Esta provocó el que los compañeros vieran en mi, como hace muchos años cuando empecé en la Sierra, un extranjero en contacto con cubanos”. La lectura de la carta, en la cual renuncia a todo, lo deja imposibilitado de regresar públicamente a Cuba. Lo peor es que Fidel sabe que él está arrinconado y no tiene otra posibilidad que irse del Congo derrotado. ¿Qué otra cosa podía hacer el Che sino pensar a dónde puede ir a seguir peleando por aquello en lo que cree? Porque él fue a eso a Bolivia, no fue a suicidarse, como aseguran algunos. Él allí pelea hasta el final. Incluso cuando lo toman prisionero les dice: “Soy el Che, les sirvo más vivo que muerto”. Es decir que no fue a que lo maten. Sin lugar ya para él en Cuba, no le queda otra opción que elegir un sitio en donde iniciar otro proceso revolucionario, en la idea de que eso daba posibilidades a que Cuba zafara del bloqueo yanqui y del yugo ruso. Así lo formulara en su último escrito cuando él está ya en Bolivia, un mensaje a la Tricontinental: “Crear dos, tres, muchos Vietnam”…

–Al mismo tiempo, para consumar su propósito está obligado a apoyarse en los canales y recursos que controlan los rusos y los cubanos.

–Claro. ¿Adónde va ir? Pasa un tiempo recluido en Praga (ahí analiza críticamente el Manual de Economía Política de la URSS). Estaba en manos de sus enemigos. Inclusive quienes lo sacan del Congo son los rusos. Cuenta una compañera que estaba en ese momento en una escuela del PCA, que el director de la escuela, vinculado al KGB, dice: “que el Che sepa que esta es la última”, dando a entender que lo habían salvado pero que no había una próxima vez. Después viene la gran trampa, de la que Fidel objetivamente es parte, porque él acuerda con el partido comunista más proruso de América Latina –si es que se pudiera hacer un ranking –, que es el de Bolivia. Fidel arregla con su secretario general, Mario Monje, para que acepte que el Che vaya a Bolivia. Y se sabe que Monje va a Moscú antes de encontrarse con el Che.

Hay que analizar en profundidad las causas de la derrota del Che en Bolivia, porque el factor principal no son sus errores de concepción, que nosotros podemos criticar, lo decisivo ahí es la traición. Porque si bien la guerrilla no encontró tierra fértil en el campesinado –ya que, entre otras cosas, se instalaron en una zona ava guaraní y ellos estaban preparados para hablar quichua–, había al mismo tiempo –haciendo historia contra fáctica– condiciones objetivas favorables con los mineros en lucha, que cuando conocen que está la guerrilla, deciden aportar mensualmente un jornal para ella. La masacre represiva de la dictadura militar en la mina Siglo XX en la noche de San Juan es preventiva, por la posibilidad de que la guerrilla pudiera empalmar con la lucha de los mineros. Había también una red urbana de apoyo, armada a instancias del Che con anterioridad, y que Tania desarma cuando deja los contactos en su jeep y son hallados por el ejército.

–Y el enlace principal de esa red con Cuba, se va y no vuelve más…

–En un tiempo se dijo que ese hombre, conocido como Renán Montero o Renán Monleón, había desertado. Sin embargo, el hijo de Ricardo Masetti, Jorge, nacido en Argentina y criado en Cuba, también miembro de la inteligencia cubana hasta 1990 cuando se exilia en Francia, cuenta en su libro El furor y el delirio que cuando estuvo en Nicaragua mandado por el gobierno cubano para ayudar a organizar los servicios de inteligencia después del triunfo sandinista se encuentra con este sujeto, también al servicio del G2 cubano. Resulta que aquel supuesto desertor solo cumplió órdenes de sus superiores cuando abandonó La Paz y dejó a la guerrilla del Che totalmente aislada, sin contacto con la red urbana ni con La Habana. Cuba nunca lo reemplazó y, según Massetti, fue nombrado posteriormente cónsul de Cuba en Costa Rica.

–En el momento en que están cercados por el Ejército, sin el apoyo del partido boliviano, habiendo caído la red urbana y perdido toda comunicación con el exterior, ¿no estaban dadas las condiciones para que La Habana hiciera algo por sacarlos a todos de allí?

–Desde ya, podrían haber hecho muchas cosas, aunque fuera enviar otro contacto con Cuba. A Bolivia era fácil entrar por cualquier lado. Los propios guerrilleros sobrevivientes logran salir hacia Chile con ayuda local. Incluso podrían haberlo salvado al Che cuando lo apresan, ya que éste estuvo vivo 24 horas. Fidel lo sabe, porque el Ministro del Interior de Bolivia Antonio Arguedas –como lo va a decir el propio Fidel en aquel acto, al que yo asistí el 26 de julio de 1970– era “un amigo de Cuba”, que sacó clandestinamente el Diario y llevó las manos cortadas del Che a La Habana. Ese tipo estuvo en el núcleo de los cinco que decidieron matarlo.

Incluso tiempo antes, Arguedas se ve con el hermano de unos de los guerrilleros, Vázquez Viaña, y le avisa que la guerrilla está rodeada, aislada, que no tiene salida; lo alerta para que se abra. Es decir, Fidel sabía todo; podría haber anunciado públicamente que el Che estaba vivo. Uno se puede imaginar lo que hubiera sido en 1967 que él dijera que el Che estaba vivo en manos de la CIA y los militares bolivianos…, hubiera habido un levantamiento o al menos hubiera evitado el asesinato. Pero Fidel no hizo nada; él ya murió y en vida nunca respondió sobre esto.

– ¿Era utópica la empresa del Che?

–Lejos de ser un utópico, un luchador romántico, el Che fue un revolucionario marxista convencido de que las condiciones necesarias para la formación del hombre nuevo que él tuvo como ideal, solo son posibles en el socialismo y en el comunismo. En todo aquel período en que él estudia profundamente a Marx y discute que son más importantes los estímulos de conciencia que los estímulos materiales, va a concluir en que el comunismo no es solo un acto económico, sino que exige un cambio fundamental del ser humano. Es similar a lo que Mao discute con los soviéticos, señalando que éstos sólo hablan de economía y no de política ni de la lucha ideológica necesaria ya que no se puede llegar al comunismo sin la acción consciente de los hombres.

A partir de esta convicción y de que para arribar a esta nueva sociedad es necesaria una revolución como la efectuada en Cuba –que terminó con los terratenientes, hizo la reforma agraria, enfrentó al imperialismo yanqui e inició las transformaciones socialistas; todo esto por el único camino posible, el de la lucha armada–, es que el Che entrega su vida, consciente de la legitimidad de su lucha y del valor del ejemplo. No tiene nada de utópico. Utópico es creer que se puede resolver la pobreza y frenar la destrucción del planeta sin terminar con el imperialismo. El Che muere, como dice en su Mensaje a la Tricontinental, “cumpliendo el deber que preconizamos (…) sépase que hemos medido el alcance de nuestros actos y que no nos consideramos más que elementos en el gran ejército del proletariado, ¡qué importan los sacrificios de un hombre o de un pueblo cuando está en juego el destino de la humanidad!”.


Foto inicial: El Che retratado por René Burri en La Habana, 1963.

Che. Discurso sobre el imperialismo (30.11.1964)
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