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Mentiras y verdades a medias en torno a la deuda pública argentina

por Jorge Brega

Escribe Carmelo Cortese

La deuda es un tema insoslayable en Argentina. Pero, por qué nos endeudamos, cómo se compone la deuda y cómo se paga son cuestiones poco conocidas. El autor de esta nota lo explica con claridad, mientras examina el endeudamiento “record” durante el gobierno de Macri y por qué hoy –como una soga al cuello– se afloja o ciñe, pero no se elimina definitivamente.


En agosto, el ex presidente Macri volvió al país y se metió en la campaña electoral. Aludió a la deuda pública argentina y -fiel a su estilo- mintió, tal como hace en otros temas sensibles: pobreza, inflación y producción nacional. La ex gobernadora de Buenos Aires, Vidal, se sumó a sus dichos, sin ruborizarse por su responsabilidad en la deuda bonaerense. El ex Ministro de Economía, Hernán Lacunza, publicó una nota sobre “los deudores seriales”.1 Olvidadizo el hombre, quien hace dos años anunciara el “comienzo de la reestructuración de la deuda soberana del país”,2 denominada “reperfilamiento”, un eufemismo para cubrir la segunda imposibilidad de afrontar los pagos de la deuda contraída por su propio gobierno. La primera había sido en abril de 2018, cuando acudieron al auxilio del FMI.3

Pueden tergiversar la realidad amparados en su hegemonía mediática. Esmeralda Mitre, hija de Bartolomé en disputa con la familia Saguier por el control del diario La Nación, afirmó en una reciente nota lo que es un secreto a voces: “Los Saguier tendrían una deuda de 50 millones de dólares menos 15 millones que habría puesto Macri”.4 

El predominio de la oposición de derecha en los medios masivos de comunicación es la cara de un problema importante. La contracara es la responsabilidad del Gobierno Nacional, con serias dificultades en comunicar correctamente. No ayuda enfrentar las mentiras con afirmaciones parcialmente ciertas o dudosas. Por ejemplo, Roberto Navarro (El Destape) expresó: “Argentina era una fiesta el último año de Cristina”. O la misma Cristina Fernández al decir “en 2015 llegamos con el nivel de endeudamiento más bajo de la historia”.

Entre esos extremos comunicacionales, donde los relatos pretenden construir la realidad, deberíamos comprender que los hechos objetivos tarde o temprano se imponen sobre los discursos. Macri puede mentir, pero no escapará fácilmente de las consecuencias de su gobierno. Otros, cuando la pandemia todavía no ha desaparecido, creen escapar del desastre económico-social como quien entra a una fiesta: “No hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando”.5 

Se torna difícil apelar a un estilo que busque la verdad en los hechos. Y aunque los hechos sean opinables, discutibles, controvertibles, hay mínimos de objetividad posibles y máximos de honestidad intelectual exigibles. Trataremos de hacerlo con el tema de la Deuda Pública, reinstalado en estos días por la campaña electoral y por la negociación en curso con el FMI. El tema es complejo, muy técnico, con diferentes dimensiones y muy dinámico, exigiendo ver la foto actual y el proceso histórico. Corremos riesgos al dar una explicación simplificada, pero vale la pena intentarlo.

Vamos a limitarnos a la Deuda Pública del Estado Nacional, que es solo una parte del endeudamiento general del país, el cual también comprende la deuda cuasi fiscal del Banco Central de la República Argentina, las deudas de los estados provinciales y “la Deuda Indirecta correspondiente a Bancos y Empresas del Estado, Organismos Nacionales, Fondos Fiduciarios o Fideicomisos Públicos y Juicios contra el Estado con sentencia en firme”.6 Usamos como principal fuente de información la provista por el Ministerio de Economía de la Nación (https://www.argentina.gob.ar/economia/finanzas).

La deuda argentina es un problema estructural, propio de un país dependiente en un mundo imperialista dominado por grandes potencias, los monopolios y el capital financiero. En nuestra historia reciente el punto grave de inflexión se dio con el golpe cívico-militar de 1976, produciéndose el salto de la deuda pública desde los 7.600 millones de dólares (MD) a los 43.600 MD al finalizar la Dictadura.

Alejandro Olmos realizó una profunda investigación e inició una causa, conocida como el juicio de la deuda externa,7 que tuvo sentencia del Juez Jorge Ballesteros el año 2000. Quedaron probados los actos ilícitos, ilegítimos y fraudulentos; la responsabilidad de los acreedores en los mismos; y la defraudación a la administración pública de los funcionarios intervinientes. Un capítulo clave fue la estatización de deuda externa privada de importantes grupos monopolistas, dentro de los cuales “hay 67 firmas que en la actualidad siguen perteneciendo a la cúpula de las empresas de mayor facturación”.8 

Sin embargo, dado el tiempo transcurrido hubo prescripción de la acción penal y se remitieron las actuaciones al Congreso de la Nación para que:

…adopte las medidas que estime conducentes para la mejor solución en la negociación de la deuda externa de la Nación que, reitero, ha resultado groseramente incrementada a partir del año 1976 mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas el país a través de los diversos métodos utilizados.9

El origen dictatorial configura las calificaciones de deuda odiosa e ilegítima. Hubo conductas que tiñen de nulidad los créditos originales y de ilegitimidad las deudas posteriores contraídas para rembolsarlos. Los sucesivos canjes realizados desde 1983 hasta hoy ocultaron ese origen fraudulento y legitimaron el endeudamiento; cambiaron papeles viejos, devaluados, de dudosa legalidad, por otros nuevos, avalados por el gobierno de turno. Todos sepultaron el fallo del juez Ballesteros.

Dicho claramente: en democracia hubieron gobiernos peores (como los de Menem y Macri) que agravaron el endeudamiento y nos llevaron a graves crisis coyunturales; pero los gobiernos mejores no se animaron nunca a ir a fondo a partir del fallo Ballesteros, no avanzaron en investigar, en auditar todo el proceso de endeudamiento para determinar responsabilidades, y para separar las deudas legítimas de las estafas. Estas últimas deben ser rechazadas, juzgadas y condenadas.

Precisiones necesarias

La primera confusión generalizada es identificar la deuda pública con deuda externa, que es solo una parte de aquella, la que está en manos de los tenedores no residentes en el país. A su vez la deuda externa total del país se divide en pública y privada.

La Deuda Pública Bruta10 de la Administración Central puede y debe ser analizada por su evolución (variación en el monto total adeudado al finalizar cada año); su peso en relación al tamaño de la economía11 (% del Producto Bruto Interno, años de exportaciones, % del pago de intereses en el presupuesto anual, etc.); y su composición según diversas variables.

Según el tipo de acreedores: Agencias del sector público (Organismos del Sector Público Nacional como BCRA, BN, ANSES y otros); Sector privado (bonistas, inversores individuales o institucionales, banca comercial); Multilaterales y Bilaterales (FMI, BM, Club de París y otros).

Según los diversos instrumentos: títulos públicos, garantías, préstamos (de diverso origen), letras del Tesoro y pagarés, adelantos del BCRA.

Según tipo de legislación puede ser Argentina o Extranjera. Esta última implica la prórroga de jurisdicción ante Tribunales Extranjeros, criterio inaugurado por la última Dictadura, pero admitido por todos los gobiernos democráticos.

Contablemente toda la deuda se expresa en dólares, pero se contrae (y se paga) en diferentes tipos de Moneda: Nacional (Pesos, pesos ajustables por CER o atados al Dólar); Extranjera (Dólar, Euro, DEG, otros).

También son importantes las diferentes condiciones en cuanto a las tasas de interés (cero, fija, variable), y los plazos de devolución del capital e interés (corto, mediano y largo plazo).

Generalmente, el Estado Nacional paga cada año los intereses de la deuda; mientras los vencimientos de capital se renegocian o se pagan con nuevos endeudamientos. Es clave identificar cuánto del presupuesto nacional anual se destina a pagar intereses, ya que ese rubro es el principal causante de los déficits fiscales y el cáncer que se devora recursos que debieran destinarse a las necesidades sociales y para el desarrollo nacional.12

La evolución reciente

Durante los gobiernos de Menem y De La Rúa, entre 1990 y 2001, la deuda creció en 85.800 MD, un 146%, a un ritmo anual promedio del 12% muy superior al del PBI. En 2001 sumó 144.500 MD, pero su importancia respecto al PBI (53,8%) estaba subestimada por el régimen de la convertibilidad.13 Con la crisis y el estallido económico-social-político a fin de ese año se sinceraron los verdaderos valores.

El país había entrado técnicamente en cesación de pagos a fines de 2000, y en diciembre de 2001 el nuevo presidente Rodríguez Saa, en su efímero mandato, declaró el default. Esa situación se mantuvo en lo esencial hasta el Canje de deuda de Kirchner-Lavagna de 2005. El cese provisorio de la sangría de pagos permitió a los gobiernos de Duhalde y Kirchner contar con fondos para volcar a la producción y contener la explosiva situación social. Pese a eso, la deuda creció en su valor hasta los 192.000 MD, un 118% del PBI; acercándose la deuda externa a un 70% de ese indicador.

El canje del año 2005 significó una quita y alivio en la carga de intereses. El monto total se redujo unos 40.000 MD, descendiendo al 80,5% sobre el PBI. En un contexto de fuerte crecimiento económico (principalmente 2003/2007) esto impactó en la disminución del peso relativo de la deuda, aunque su monto total fue creciendo desde los valores de 2005. Al no cortarse la soga que estrangula la economía argentina, el proceso llegó a su límite en 2011: la deuda creció unos 43.000 MD, su peso relativo bajó hasta al 39% del PBI, y la externa solo representó el 12%.

A partir de 2011, en el segundo mandato de Cristina Fernández, comenzaron a deteriorarse los indicadores económicos empeorando el endeudamiento. Los 3 ítems comparados del periodo 2011/2015 arrojan un crecimiento de unos 43.000 MD en el monto total, alcanzando el 52,6% del PBI, y la externa llega al 14 % del PBI. Entonces, no es 2015, sino 2011 el año de menor endeudamiento.

Tomando el periodo 2005/2015, en una década la deuda total se incrementó en 86.000 MD, pero disminuyó el peso de la deuda externa y mejoró como porcentaje del PBI. El claroscuro se complementa al recordar las palabras de la ex presidenta: «Nuestros gobiernos ni declararon el default, ni fue el que nos endeudó; pero fuimos los que nos hicimos cargo y pagamos de 2003 a la fecha 190 mil millones de dólares».14 Esta declaración es un reconocimiento implícito sobre el mecanismo perpetuo de la deuda: se pagó el equivalente de la deuda de 2004, pero en 2015 se debían 240.000 MD.

En diciembre de 2015, Mauricio Macri asumió con el criterio de gobernar con deuda. Nicolás Dujovne, antes de ser Ministro de Economía, manifestó que Argentina tenía “niveles de endeudamiento bajísimos”15. Una de las primeras medidas fue tomar deuda para pagar a los Fondos de Inversión (“Holdouts” o “Fondos Buitre”) que no habían aceptado los canjes anteriores; se emitió durante 2016 y 2017 nueva deuda privada en dólares y bajo legislación extranjera, hasta llegar al virtual default de 2018 que obligó a negociar el salvataje político y financiero del FMI.

Las frías estadísticas del Ministerio de Economía desmienten las mentiras instaladas por el macrismo. En su corto ciclo de 4 años, la deuda se incrementó en 83.000 MD, llegando prácticamente al 90% del PBI, y la deuda externa creció 30 puntos como porcentaje del PBI.   

Con Alberto Fernández, la deuda al finalizar el primer trimestre de 2021 aumentó en 12.500 MD, ubicándose un poco por encima del 100% del PBI, y la externa en torno al 45%. Pero sería absolutamente incorrecto e injusto no tomar en cuenta el crítico punto de partida de diciembre 2019 y la excepcional situación de pandemia como explicación fundamental para el aumento del gasto público y la caída de la actividad económica.

En síntesis: se comprueba que en este siglo el periodo de mayor endeudamiento es el de Mauricio Macri (2015/2019), en correspondencia con una política económica desastrosa para la nación y las mayorías populares, basada deliberadamente en gobernar con deuda y en someterse al auxilio condicionante del FMI. Sin embargo, la comparación favorable a la gestión anterior (2003/2015) no autoriza a sostener la existencia de desendeudamiento en 2015.

Ajustando el análisis comparativo

Avancemos con un análisis comparativo más detallado de la composición de la deuda.

Relacionando los cuadros 1 y 2 se comprende mejor el concepto de “desendeudamiento” utilizado por las administraciones kirchneristas. Un elemento clave fue la cancelación en efectivo de la deuda con el FMI por 9.530 MD, en 2005, utilizando reservas del BCRA. La vuelta a escena del FMI en 2018 explica el salto de los acreedores multilaterales del 12 al 22,7% en 2019. En cuanto al sector privado, desciende entre 2011 y 2015 unos 7 puntos porcentuales como contrapartida del incremento de las colocaciones de deuda en el sector público, particularmente en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES, el Banco Nación y el BCRA. Siendo cierto que es una deuda menos gravosa y con menos condicionamientos que la tomada con acreedores privados externos, no es correcto definirla como “desendeudamiento”. ¿Acaso no debe pagarse? ¿O se alude a la licuación de la deuda en pesos ante una probable devaluación? Es más ajustado definir el proceso como desendeudamiento parcial (con el FMI), reducción de la deuda como porcentaje del PBI, y menor peso de la externa en el total.

El cuadro 3 presenta una comparación de la composición según los instrumentos de la deuda. El dato grueso es el salto de la deuda bruta entre 2015 y 2019, alrededor de los 83.000 MD, y oscilando según los instrumentos y tipo de plazos. La Deuda de Mediano y largo plazo creció cerca de 100.000 MD, un 47,7%. A su interior los Títulos Públicos en moneda extranjera crecen en 37.500 MD (31,7%), mientras los nominados en moneda nacional lo hacen en 4.000 MD (12,2%); el préstamo del FMI 44.000 MD; y las Letras del Tesoro 17.600 MD. En el mismo período los Adelantos transitorios del BCRA (de largo, mediano y corto plazo) se reducen en 11.280 MD.

La información es coherente con el cuadro 2, donde se observa entre 2015 y 2019 la disminución de la deuda con Agencias del sector público (del 57,2 al 40%) y el crecimiento del Sector privado y Agencias multilaterales (en conjunto del 42,7 al 60%). En cuanto a la deuda no presentada al canje ha sido un problema político y financiero central, un considerable 7% de la Deuda total. Pese al pago efectuado por Macri a los “Fondos Buitres” queda un remanente de unos 2.500 MD (próximos al 1%), fuente de aprietes y litigios en tribunales extranjeros.

Con la información disponible al primer trimestre del 2021, se observa un crecimiento bruto de 12.500 MD en la gestión de Alberto Fernández, sin alterar significativamente la distribución porcentual por tipo de acreedor. Al examinar según los plazos, la deuda de mediano y largo aumenta en 9.100 MD y la de corto en 3.400 MD. Es significativo el cambio en el tipo de instrumentos. La deuda en títulos públicos se incrementa en 21.700 MD (11,2%), pero los denominados en Moneda extranjera lo hacen solo en 6,8% y en Moneda nacional un 28,6%. El Gobierno apela nuevamente a los Adelantos del BCRA (+ 1.200 MD, un 25%) y Letras del Tesoro de corto plazo (+ 2.500 MD, un 30%). En contraste se reducen significativamente el endeudamiento en Letras del Tesoro de m. y l. plazo (-15.000 MD, un 65%).

Los datos preliminares del Boletín Mensual al 31/7/21 muestran un preocupante crecimiento de la deuda bruta en 8.300 MD. Aunque el gobierno argumenta que la mayoría son títulos en pesos, una gran parte se ajusta por CER.

Las tendencias que venimos señalando pueden verse más claramente en el Cuadro 4. En línea con la orientación de sumisión nacional y beneficios al capital financiero, la administración de Juntos por el Cambio incrementó la deuda bajo legislación y en moneda extranjera en 20 y 8 puntos porcentuales respectivamente. Con el nuevo Gobierno hay una incipiente reversión, pero aún lejos del 2015. Cabe señalar que en 2011 la deuda en moneda extranjera era del 60%, un piso elevado para una economía con inflación y devaluaciones constantes.

Dijimos más arriba que en 2011 afloraron las limitaciones en el modelo denominado “productivo con inclusión social”, que preferimos denominar “redistribución del ingreso sin modificar la concentración de la riqueza”. Frente a los problemas no resueltos con los canjes de 2005 y 2010, apareció la “hoja de ruta Boudou” que incluía: a) internalizar la deuda externa pasándola progresivamente a deuda intra-estatal; b) licuar paulatinamente gran parte de esa deuda interna; c) colocar nuevamente el país en condiciones solventes para retornar al mercado internacional de capitales mediante arreglos de pagos con el CIADI,16con el Club de París,17 con Organismos Financieros ( B. Mundial y BID), y acuerdo con Repsol para compensar la expropiación del 51% de acciones de YPF.18 

Ese rumbo fue abortado por el conflicto judicial con los holdouts, el fallo del Juez Griesa de Nueva York, y la orden judicial de la Corte Suprema de EE. UU. Por eso se sancionó en septiembre de 2014 la Ley de Pago Soberano19 para reestructurar la deuda remanente de los canjes 2005 y 2010. También se creó la “Comisión Bicameral Permanente de Investigación del Origen y Seguimiento de la Gestión y del Pago de la Deuda Exterior de la Nación”, integrada por 8 diputados y 8 senadores. Si bien se constituyó, la misma no logró funcionar ni cumplió su cometido.20 

Llegamos así al final del mandato de Cristina Fernández, con una situación complicada en materia de endeudamiento y vencimientos inmediatos. En el cuadro 5 analizamos ese tema con una mirada más compleja y comparando con el gobierno de Mauricio Macri y el primer año de Alberto Fernández. Eso nos permite evaluar la capacidad real de repago y la herencia que se deja en materia de deuda.

Al finalizar 2015 los vencimientos para el periodo 2016-2019 sumaban unos 122.000 MD, que representaban un 41% del total a vencer hasta 2089. Se trataba de unos 30.000 MD anuales, de los cuales unos 8.000 MD eran en concepto de intereses. No existían posibilidades objetivas de saldar esa deuda. Observemos que los servicios de la deuda representan una carga tan alta en el presupuesto anual que en muchas ocasiones se pagan parcialmente, provocando la capitalización del saldo impago (o sea anatocismo, cobro de intereses sobre intereses).

El gobierno siguiente agravó la crisis. Ya al final de 2016, primer año del nuevo mandato, el perfil de vencimientos hasta 2019 era de 130.000 MD, de los cuales vencían 80.000 MD en el año 2017. Era una bomba que inevitablemente estallaría, y lo hizo cuando los “inversores internacionales” decidieron que era hora de no tomar más riesgos con el verdadero festival de títulos de deuda. Ese año 2018, con el país en virtual default, Macri pidió auxilio financiero al FMI, con el aval del presidente norteamericano Trump. Se trató de un préstamo con clara intencionalidad política, irregular por donde se lo observe.

Al finalizar la gestión de 2019 Argentina enfrentaba vencimientos por unos 55.000 MD promedio anual para el siguiente periodo presidencial hasta 2023. El monto total de 220.000 MD representaba más del 50% de una deuda de 430.000 MD hasta el año 2117.21 

La comparación entre los dos fines de mandato arroja escandalosas diferencias negativas para el presidente que prometía “lluvia de inversiones” y cosechó un record de endeudamiento. Los vencimientos para los 4 años siguientes crecieron 96% para el capital y 38% para los intereses. Los vencimientos totales de la deuda hasta su expiración crecieron 45%. A fines de 2019, con la derrota electoral, emergió la cruda realidad de abril 2018: Argentina no estaba en condiciones de pagar.

El peso de los vencimientos de deuda sobre la economía del país se dimensiona al comparar con los saldos de la balanza comercial argentina (exportaciones menos importaciones). Entre 2011 y 2020, con unos años positivos y otros negativos, se acumularon saldos por unos 40.000 MD, es decir unos 4.000 MD anuales. Como se desprende de los datos del cuadro 5 son insuficientes para destinarlos siquiera al pago de intereses (que han oscilado entre 4.700 y 11.000 MD promedio anual).

El “nuevo” rumbo de Alberto Fernández

La primera apreciación que surge del cuadro comentado es la disminución, a fines de 2020, en la carga de intereses que deben pagarse entre 2021 y 2023 (cerca del 57%) y en el total de vencimientos hasta 2089 (una reducción de 38 mil MD que representan 9% menos que al finalizar 2019).

Las mejoras resultan del Canje de deuda instrumentado por el Ministro Guzmán en 2020: una disminución del total de la deuda en algo menos del 10%, reduciendo la carga de intereses y pateando los vencimientos inmediatos para más adelante. ¿Hay que celebrar un nuevo “desendeudamiento”?

Fernández prometió no pagar deuda con el hambre de los argentinos. No siguió el mismo camino de Macri, pero tampoco se animó al tema crucial: investigar antes de seguir desembolsando pagos que se escatiman a otras áreas económicas y sociales. Emprendió el camino de renegociar con los acreedores privados y con el FMI. ¿Es para arrojarlo a la misma hoguera que los “endeudadores seriales”? ¿Es para aplaudir como muchos hicieron? ¿Se podría haber declarado el default? ¿Perdíamos los sectores populares argentinos o perdían más los acreedores? El argumento de la “sostenibilidad” de la deuda ¿es un beneficio para el país o una garantía de cobro de intereses para los acreedores? Lo objetivo es que renunció a negociar desde una posición de fuerza (la suspensión de los pagos) y se fueron “honrando” los compromisos, pese a que discursivamente se denunciaban las irregularidades que rodearon al endeudamiento.

El 1˚ de Marzo de 2020 ante la Asamblea Legislativa había señalado: “Nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada a su paso.” Solicitó al Banco Central la confección de un informe pormenorizado de lo ocurrido en el mercado de cambios en el periodo diciembre 2015 – diciembre 2019. El Informe se publicó en mayo de ese año, revelando los mecanismos que relacionan el endeudamiento con la formación de activos externos:

Durante la fase de ingreso de capitales comprendida entre diciembre de 2015 y principios de 2018, aproximadamente 8 de cada 10 dólares que ingresaron al país desde el exterior tenían su origen en colocaciones de deuda y capitales especulativos. El ingreso de divisas por deuda pública, privada e inversiones especulativas de portafolio sumó USD 100.000 millones en el período. En 2018, a partir del cierre de los mercados voluntarios de crédito, se inició una fuerte reversión en los flujos de capitales, ante lo cual las autoridades decidieron recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI), que desembolsó un préstamo record de USD 44.500 millones.

A lo largo de todo el período, la formación de activos externos (FAE) de los residentes (coloquialmente llamada “fuga de capitales”) se triplicó, superando los USD 86.000 millones.

La fuga de capitales presenta en el período una notable concentración en unos pocos actores económicos. Un reducido grupo de 100 agentes realizó compras netas por USD 24.679 millones. Por su parte, la FAE de los 10 principales compradores explica USD 7.945 millones.

Al diferenciar entre personas humanas y personas jurídicas, se observa que apenas el 1% de las empresas que realizaron compras netas, adquirió USD 41.124 millones en concepto de formación de activos externos. En el caso de las personas humanas, tan sólo el 1% de los compradores acumuló USD 16.200 millones en compras netas durante el período.22

El Informe es una excelente base para avanzar en realizar una auditoría integral sobre la legitimidad de los títulos de deuda; para identificar los acreedores financieros del Estado y su probable coincidencia con los privilegiados que fugaron dólares; para determinar las responsabilidades de los funcionarios políticos intervinientes. Sin embargo, se avanzó en restructurar deuda en manos de bonistas, con los resultados ilustrados en el Cuadro 6.

Todas las operaciones de canje son esencialmente un cambio de títulos de deuda anteriores en dificultades de pago, por nueva emisión de deuda. Los gobiernos suelen presentar un aspecto positivo (por ejemplo, disminución de intereses y alargamiento de plazos) evitando “tomar al toro por las astas”. La reestructuración de Fernández-Guzmán tiene un factor común con todas las operaciones de canje celebradas anteriormente por los gobiernos democráticos: se va borrando el origen odioso, fraudulento e ilegitimo de la deuda contraída por la dictadura de 1976; se legitiman los canjes anteriores teñidos al menos de sospechas y dudas; se tranquiliza a los acreedores que tienen papeles devaluados, en default o con pocas probabilidades de cobro.

La operación incluyó títulos bajo legislación extranjera y nacional, en moneda extranjera y en pesos, por un valor de 113 mil MD, emitiéndose nuevos bonos por alrededor de 111 mil MD (una disminución mínima del 2% en el capital por unos 2.400 MD). En los bonos bajo legislación extranjera, nominados en euros y en dólares, Argentina comienza a pagar intereses en 2021 y capital a partir de 2025. Las tasas de interés tienen un esquema creciente desde 0,125% al 5% en los de mayor plazo. Se presenta un panorama de pagos escalonados de capital e intereses entre 2021 y 2046.

Es decir que, en un contexto nacional ya dramático a fines de 2019, con una pandemia que en 2020 hundió la economía mundial y tiró al piso las tasas de interés, los acreedores se enfrentaban al abismo de perder sus acreencias de unos 110.000 MD más los intereses. Lograron renovar prácticamente el mismo capital, con una tasa de interés menor a los escandalosos valores anteriores, pero muy superior a las vigentes en el mercado internacional. El alargamiento de plazos solo reconoce la imposibilidad de pago actual, en recesión económica y con abultado déficit fiscal por los efectos de la pandemia.

Argentina, además de venir cancelando vencimientos con el Club de París y el FMI, como una señal amistosa hacia “los mercados”, no espera salir del pozo y ha comenzado a pagar intereses correspondientes a los nuevos bonos. ¿Podrá pagar cuando comiencen las amortizaciones de capital?; ¿será compatible la “sostenibilidad” de la deuda con la inversión productiva y la posibilidad de sacar del desempleo, la precariedad y la pobreza a millones de argentinos? ¿Se ajustará en salud, educación y jubilaciones o habrá un retorno al mercado de deuda mundial?

Nuestras dudas no son infundadas cuando contrastamos la magnitud de los vencimientos (aún con las mejoras logradas) con las proyecciones realizadas en el Presupuesto Nacional 2021, las que arrojan para 2023 un PBI y un Consumo Privado respectivamente 2% y 8% por debajo del año 2018.

Hasta el momento la negociación con el FMI parece seguir por los mismos carriles: se reconoce la deuda, no se impugna la irregularidad del préstamo, se piden reducción de tasas y extensiones de plazos. El “nuevo y humanitario” FMI avanzaría con un crédito de Facilidades Extendidas, pero todos, absolutamente todos, saben que el “ahorro” solo se concede a cambio del ajuste fiscal (déficit cero en 2025), la reforma laboral (aumentar la precariedad y la explotación de la fuerza de trabajo) y la reforma previsional (aumento de edad, disminución de los haberes, etc.). Todas las potencias, empujan un modelo de desarrollo orientado “hacia afuera”, asentado en un extractivismo exportador; unas para obtener minerales, alimentos y commodities, otras para garantizar los dólares destinados a pagar.

Reflexiones finales

Deben quedar claras las responsabilidades principales en torno al endeudamiento argentino, desde la Dictadura pasando por el menemismo y la Alianza hasta llegar al macrismo. Los funcionarios del Gobierno anterior no tienen derecho ni autoridad moral para juzgar al actual.

Dicho esto, digamos en lenguaje coloquial algo más, aunque algunos se molesten. Todas las maldades del “neoliberalismo” indican que es infinitamente peor para el pueblo y la nación que los gobiernos “populistas”. Pero ese parámetro de comparación no transforma en virtuosas todas las medidas de gobierno de Alberto y Cristina Fernández. En cuanto a la deuda, la situación es algo mejor que en 2019, pero no da para aplaudir. El mejor momento fue en 2011, pero no era el paraíso desendeudado. Las corrientes políticas defensoras del ajuste, la concentración económica y la entrega nacional, dueñas de tierras y capital, beneficiarias del endeudamiento, han ganado una batalla ideológica al imponer el terror al default y el camino de la perpetua renegociación sin investigar los actos ilícitos que envuelven el endeudamiento nacional.

El Gobierno de Fernández forcejea, pero en el campo impuesto por los enemigos del desarrollo nacional autónomo y la liberación social. Equivoca el camino cuando pretende seriedad en la negociación para los aplausos del FMI, los acreedores y las minorías concentradas. Mañana igual dirán que la culpa de una deuda reestructurada por 110.000 MD es de Fernández. Los apretones de manos de bonistas y del FMI no obstaculizan las maniobras diarias para que abandone la presidencia antes de terminar su mandato.

Compartimos con Héctor Giuliano que:

“… la Argentina está en default, vive en default, porque el Estado no tiene la Solvencia ni la Liquidez Fiscal para poder cumplir con los servicios de una Deuda impagable; y las deudas sólo se pagan con más deudas”.

Es hora de apretar los dientes y convocar al pueblo para una auténtica gesta liberadora, tal como pedía José de San Martin:

La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada.

No se podrán resolver la crisis económica, ni la asfixia financiera, ni el empobrecimiento de las mayorías populares, con sólo aflojar la soga de la deuda alrededor del cuello. Se trata de separar la paja del trigo, distinguir los préstamos genuinos de las maniobras fraudulentas, ya que “las deudas se pagan, las estafas NO”.

Mendoza, 1 de setiembre de 2021


Carmelo Cortese es Sociólogo, docente investigador de la UNCuyo, Director del Proyecto: “Mendoza. Territorio, población, estructura y conflicto social”.


 

NOTAS

1. Ver nota del 28/8/21 en Perfil: https://www.perfil.com/noticias/opinion/no-hay-peso-que-aguante-a-un- deudor-serial-por-hernan-lacunza.phtml

2. Ver nota del 28/8/19 en Ámbito: https://www.ambito.com/economia/dolar/ministro-lacunza-anuncio-la- reestructuracion-la-deuda-n5051320

3. Entre otras notas de ese periodo, ver BBC News, del 8/5/2018: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america- latina-44048982

4. Ver Perfil del 26/8/21: https://www.perfil.com/noticias/protagonistas/esmeralda-mitre-recargada-apunto- contra-los-saguier-y-estrategia-matar-al-rey.phtml

5. Canción utilizada en el spot de campaña del Frente de Todos en Mendoza. Disponible en: https://youtu.be/pTB7KzhtrI0

 6. Héctor Giuliano, «Deuda pública y sangría financiera», en Infobae, 12/11/2018: https://www.infobae.com/opinion/2018/11/12/deuda-publica-y-sangria-financiera

7. Alejandro Olmos, Todo lo que Ud. quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron (Editorial de los Argentinos, Bs. As., 1995).

8. Claudio Lozano, La deuda ilegitima. Renuncia del Parlamento, desafío de la democracia (Editorial Autonomía, 2019). Entre otros grupos privados beneficiados figuran Celulosa Argentina, Pérez Companc, Techint, Acindar, Bridas, Cargill, IMPSA. Sus representantes protestan por las “asistencias al pobrismo”, mientras ocultan estos jugosos subsidios estatales pagados por todo el pueblo.


9. Fallo judicial sobre la deuda externa de Argentina, junio 2000. Disponible en https://cyt-ar.com.ar/cyt- ar/images/e/ee/Deuda_externa_sentencia_Ballesteros.pdf

10. La Deuda Bruta comprende Deuda en situación de Pago Normal + deuda en situación de pago diferido + deuda no presentada al Canje. La Deuda Bruta menos los Activos Financieros a favor del Estado Nacional arrojan la Deuda Neta. Por separado se contabilizan los Valores Negociables vinculados al PBI, títulos originados en el Canje de 2005, y que sumaban unos 13.000 MD al primer trimestre 2021.


11. Es clave la relación del monto total de la Deuda con el Producto Bruto Interno, es decir el porcentaje de la deuda sobre la producción total de bienes y servicios de la economía nacional en un año. Una deuda creciente en la fase expansiva del ciclo económico puede significar una proporción menor, mientras que una deuda constante, pero en recesión aumenta su importancia relativa.

12. A modo de ilustración, Giuliano (nota citada) describía la situación a fines de 2018: “Según el presupuesto 2018 en curso –Ley 27.431– los intereses a pagar por la deuda pública del Estado central eran 406.500 millones de pesos -un promedio de 1.100 millones por día– aunque tales intereses fueron calculados cuando las tasas estaban aproximadamente a la mitad del nivel en que están actualmente, que son del 50-55 % anual. Con el agravante que el perfil de vencimientos del tesoro empeora en forma acelerada por la proporción creciente de obligaciones a corto plazo, con tasas más caras y con capitalización de intereses.”

13. La Convertibilidad vigente entre 1991/2001 establecía una paridad de 1 dólar=1 peso. La ficción se sostuvo hasta que EE.UU. decidió no “gastar más dólares” en sostener al gobierno argentino. Esa paridad implicaba sobrestimar el PBI argentino, que se derrumbó simultáneamente con la devaluación de enero de 2002. En forma automática la deuda que estaba expresada y contraída mayormente en dólares pasó prácticamente a duplicar su peso en relación a la producción argentina.

14. Discurso de Cristina Fernández en la ONU (Nueva York, 23/09/14)

15. Nota en Perfil del 4/9/19: https://www.perfil.com/noticias/politica/el-dia-que-nicolas-dujovne-hablo-de- bendicion-que-dejo-kirchnerismo-nivel-deuda-bajisimo.phtml

16. Institución del Banco Mundial cuya función es resolver controversias relativas a inversiones internacionales. En 2014 Argentina había perdido 5 laudos por unos 677 MD, existiendo más de una decena de casos que potencialmente significaban demandas por hasta 10.000MD.

17. La Argentina arrastra una deuda en default desde el año 2001 con la mayoría de los países miembros del Club de París (11 sobre un total de 19). Su origen en la Dictadura de 1976 la constituye en un caso de “deuda odiosa”. De un monto consolidado en 2006 por 5.562 MD, se pasó en 2013 a unos 6.000 MD, y finalmente el acuerdo se cerró por 9.700 MD.

18. En febrero de 2014 se firmó un acuerdo por 5.000 MD, para lo cual el Gobierno emitió los bonos de deuda BONAR 24, Bonar X y Discount 33. Más tarde el fondo buitre Burford Capital inició un juicio contra el Estado Nacional en un tribunal de EEUU, por la estatización de YPF y la posterior quiebra de dos empresas del grupo Petersen. Una historia de nunca acabar.

19. Cristina Fernández de Kirchner: http://www.presidencia.gob.ar/discursos/27838-anuncio-del-proyecto-de- ley-de-pago-soberano-local-de-la-deuda-externa-palabras-de-la-presidenta-de-la-nacion

20. Ver el excelente informe del diputado nacional Claudio Lozano, integrante de la Comisión, que denuncia esa situación y produce un análisis exhaustivo del proceso de endeudamiento, sus irregularidades y responsabilidades políticas. La deuda ilegitima, op. cit.

21. Corresponde al año de vencimiento del famoso Bono Internacional lanzado por el Ministro de Finanzas Luis Caputo, por 2.750 MD a 100 años y un rendimiento del 7,9%.

22. Consultar el Informe completo Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos, 2015-2019 (Bs. As, BCRA, 2020), disponible en http://www.bcra.gov.ar/Noticias/publicacion-de-informe-mercado-cambios- deuda-2015-2019.asp


 

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