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Tawfiq Zayyad: poesía palestina de resistencia

por Jorge Brega

Tawfiq Zayyad nació en 1922 en Nazaret y falleció en un accidente automovilístico en 1994. Fue uno de los principales autores de la poesía palestina de resistencia a la ocupación israelí de su patria. Se caracterizó por integrar el lenguaje popular y las tradiciones folklóricas. De algunos de sus libros –entre ellos Les estrecho las manos, y Entierren a sus muertos y levántense–, se han traducido al castellano algunos poemas en distintas antologías. Escribió además los libros de ensayos Sobre literatura y literatura popular palestina (1970) y Ejemplos de literatura popular palestina (1974).

También como militante político luchó por la liberación de Palestina, siendo encarcelado por primera vez en 1958. Su popularidad lo llevó posteriormente a ocupar puestos públicos; así, integró el parlamento de Israel por el Partido Comunista, y la muerte lo sorprendió siendo alcalde de Nazaret, su ciudad natal.

En julio de 1996, el ministro palestino de Educación y Cultura estableció el premio que lleva su nombre para la crítica poética y literaria.

Vaya este poema de Tawfiq Zayyad como gesto de solidaridad con sus compatriotas, que hoy enfrentan la brutal agresión militar del Estado de Israel en la Franja de Gaza:

Lo imposible

Os sería mil veces más fácil
pasar a un elefante por el ojo de una aguja,
pescar en tierra calcinada,
arar los mares,
hacer hablar a los cocodrilos.
Eso os sería mil veces más fácil
que extinguir con vuestra persecución
el pensamiento resplandeciente
del camino que hemos elegido.

Igual que si fuésemos esos imposibles,
aquí,
en Jaffa, Lydda, Ramallah, Galilea
permanecemos
haciendo rabiosas generaciones de niños,
una tras otra.

Aquí permanecemos
como un muro sobre vuestros pechos.
Como espinas de tuna,
como astillas de vidrio
en vuestras gargantas.
Imperturbables
como una tempestad de fuego
en vuestros ojos.

Bebed el mar,
que aquí permanecemos.
Vigilando la sombra
del olivo y la higuera.
Sembrando ideas
como se echa levadura en la masa.
Nuestros nervios son de hielo
y nuestros corazones de fuego.

Aquí permanecemos
como un muro sobre vuestro pecho,
lavando platos en vuestros restaurantes,
fregando el hollín de vuestras cocinas,
llenando las copas de los amos,
para quitar de sus fauces
un bocado para nuestros niños.

Aquí permanecemos
hambrientos, desnudos, desafiantes,
cantando nuestros poemas,
colmando de manifestantes
las calles furiosas
y de orgullo las cárceles.

Cuando tengamos sed
exprimiremos las piedras.
Comeremos tierra
cuando tengamos hambre.
Pero no nos vamos
ni escatimamos como avaros
nuestra sangre fragante.
Aquí tenemos un pasado,
un presente, un futuro.

Aquí permaneceremos.

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