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#8M: rumbos y debates emergentes

por Silvia Nassif

Escribe Laura Ruocco

Asistimos a un momento disruptivo para las mujeres y los cuerpos feminizados. La cuestión de género se apropia del espacio público en distintos puntos del planeta y una nueva ola se levanta decidida a sacudirlo todo. ¿Por qué el #8M resulta revelador desde sus orígenes? ¿Qué propuestas emancipadoras emergen dentro de un movimiento amplio y diverso? ¿Esta oleada tiene el potencial de un tsunami que pueda derribar los cimientos del actual sistema? En este artículo la autora explora algunos debates actuales dentro del feminismo, destacando los avances de esta marea, pero también posibles nudos que nos obligan a comprenderlos y analizarlos para poder desenredarlos y avanzar hacia un camino emancipador.


¿Hacia dónde va la marea feminista?

Hoy parece que sobre género se ha dicho todo. Desde la academia hasta los streaming más populares contienen mega producciones en donde las protagonistas o los argumentos están atravesados por cuestiones de género. La bibliografía de contenido feminista gana taburetes en cualquier librería. Sin dudas, asistimos a un momento disruptivo para las mujeres y los cuerpos feminizados. Y esto no tiene origen en los libros o en las pantallas, sino que viene trazando un recorrido constante que vibra en las calles, que en Argentina tiene una columna vertebral en los Encuentros Nacionales de Mujeres, pero que fue ganando agenda con mayor tenor en los últimos 5 años. Fue entre el 2015 y el 2017, cuando el #NiUnaMenos se conjugó con el Paro Internacional de Mujeres, que la cuestión de género se apropia del espacio público de manera simultánea en distintos puntos del planeta y una nueva ola se levanta decidida a sacudirlo todo.

Este punto de inflexión nos inspira a emprender un análisis del momento. Para quienes somos parte del movimiento desde hace algunas décadas y nos atravesó la marea feminista, sentimos la necesidad de vincular la práctica con la teoría, a fin de darle un rumbo al devenir de este movimiento revolucionario, que se compone de elementos organizados y espontáneos conjugados en una potente marea multicolor que busca derribar estructuras y construir nuevas orillas. Desde ese lugar, intentamos explorar algunos debates actuales dentro del feminismo, destacando los avances de la marea, pero también detectando posibles nudos que nos obligan a comprenderlos y analizarlos para poder desenredarlos y avanzar hacia un camino emancipador. El #8M, reconocido como “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, deja expuestas diversas interpretaciones de la relación clase y género al interior del movimiento, lo que nos permite avanzar sobre algunos interrogantes: ¿por qué el #8M resulta revelador desde sus orígenes? ¿Qué propuestas emancipadoras emergen dentro de un movimiento amplio y diverso? ¿Esta oleada tiene el potencial de un tsunami que pueda derribar los cimientos del actual sistema?

El origen proletario del #8M: por una nueva periodización feminista

Como elemento distintivo dentro del vigoroso movimiento feminista, los #8M retoman tímidamente aquel origen proletario y socialista que vincula las luchas obreras neoyorquinas con la organización que emanaba la Internacional Socialista con centro en Europa, principalmente en Alemania y en la Rusia embrionaria de la revolución. Recordemos que, en el proceso previo a la revolución soviética, las mujeres habían protagonizado debates, discutido tácticas revolucionarias y se habían pronunciado arduamente contra la guerra imperialista que debilitaba la unidad obrera. También el sur de América Latina se hacía eco. En Argentina de 1910 se organizaba el Centenario de la Revolución de Mayo y las mujeres buscaron un protagonismo excepcional con la organización del Primer Congreso Femenino Internacional, que ponía el centro del debate en el reconocimiento del género en los ámbitos profesionales, en la educación superior, el derecho al voto y la unidad internacional de estos reclamos. Diferente al perfil de aquellas mujeres de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas cuya preocupación se enfocaba en la lucha de clases, en particular, la situación de las mujeres dentro de la misma clase trabajadora.

La I° Conferencia se desarrolló en el año 1907 en Stuttgart, Alemania. La II° Conferencia se llevó a cabo en 1910 en la ciudad de Copenhague, Dinamarca y se destaca, entre otras cosas, por impulsar una fecha en reconocimiento de las mujeres trabajadoras: el 8 de marzo. La propuesta conectaba la solidaridad con las huelgas neoyorquinas al tiempo que desenmascaraba las condiciones precarias de las obreras de todo el mundo y los aires revolucionarios que soplaban por aquellas jornadas. Podemos mencionar algunas referentes como Inessa Armand, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, entre muchas otras mujeres que tuvieron un papel destacado en las primeras décadas del siglo XX y en las jornadas prerrevolucionarias en Europa del Este. Mujeres que se reconocen como precursoras del feminismo y que tenían fuertes críticas a las posiciones sufragistas que solo se concentraban en la ampliación de derechos ciudadanos pero desatendiendo la situación de la clase obrera en su conjunto, dentro de las cuales las feminidades cargaban con la peor parte: desde las jornadas extensas y peores pagas, los abusos y malos tratos, la explotación sexual y desde ya la doble o triple jornada que combinaba uno o dos trabajos asalariados: podía ser en un taller, sumado al trabajo remunerado en el domicilio (muchas veces como modistas u otras labores puertas adentro) combinado con las tareas reproductivas no remuneradas. Estas mujeres de la Internacional Socialista, con un marcado perfil clasista, pero que no desatendían las variadas y particulares opresiones de las feminidades dentro de la sociedad capitalista, son las que impulsaron una fecha para reconocer su lugar en la sociedad y en la producción. Para visibilizar las problemáticas específicas de las trabajadoras y poder amplificar sus reclamos.

Con esta “otra” parte de la historia, nos interesa rescatar el origen proletario del 8 de marzo. Pero además empezar a correr la mirada hacia el Este, llamando la atención sobre el marcado sesgo occidentalista en el análisis feminista de la fecha y de las oleadas históricas. Los momentos álgidos del pasado se estudiaron ponderando procesos y personalidades de mujeres, pensadoras y figuras vinculadas a clases sociales altas, al sufragismo y concentrado en la cultura occidental. Sin desestimar la impronta de Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, y los aspectos soslayados que se destacan de Simone de Beauvoir, quien tenía una profunda crítica a la sociedad contemporánea. Es necesario incorporar los aportes de aquellas mujeres que han contribuido a la cuestión de género vinculada a la intersección de clase y que, si retomamos las conceptualizaciones coetáneas, incluían la preocupación de la colonización y la cuestión racial o étnica dentro del concepto de clase y de imperialismo. Estremece leer cómo Alexandra Kollontay en 1921, hace exactamente cien años, se sentía responsable y protagonista de un proceso revolucionario que sería releído por generaciones futuras como un momento de inflexión para la humanidad en general y para el género en particular: “Las generaciones de futuros científicos de la historia estudiarán por eso nuestra época actual con gran interés, ya que vivimos en un tiempo en el que hemos roto con todo lo heredado de antiguo. Construimos un nuevo ordenamiento social y económico y surgen relaciones nuevas entre los seres humanos; y además todo esto se desarrolla con una rapidez enorme”.1

Dicho esto ¿por qué aquellas experiencias revolucionarias no forman parte de la interpretación hegemónica de las trayectorias feministas?  ¿Por qué no las encontramos mencionadas dentro de las periodizaciones históricas que marcan las olas del feminismo? Nos parece necesario reorientar e incluir aquella lucidez del proceso revolucionario soviético y las ideas socialistas de miles de mujeres de diversos países que, al menos desde los inicios del siglo XX, se involucraron en la construcción de una sociedad alternativa en el fragor de prácticas y discusiones teóricas, de avances y retrocesos que, sin dudas, han sido significativos para la vida de las mujeres contemporáneas y han vislumbrado orientaciones que se reeditan cien años después.2 Sin dudarlo, fue una de las experiencias más avanzadas para el género femenino de aquel entonces, donde el aborto, el divorcio, las relaciones afectivas (hetero o lésbicas) formaron parte del proceso en curso y significaron un faro para el resto del mundo.

Lo que revela el #8M en la actualidad

Con el hastío de quienes han llegado a la cresta de la ola para ver que frente a ella se forma una “contra ola” de femicidios, el #8M salió con todo, con aires de furia. En todo el país la pandemia no pudo frenar la bronca convertida en inmensas marchas, en grito de hartazgo. A más de un siglo de aquellas históricas protestas que dieron origen al #8M, las mujeres y disidencias seguimos padeciendo las distintas formas de violencia ¿Por qué una ola enfurecida y desbordante no alcanza para frenar los femicidios? La respuesta se encuentra en las raíces profundas que perpetúan la desigualdad. Las mujeres y disidencias seguimos padeciendo las distintas formas de violencia que reproduce el sistema capitalista y patriarcal. En ese sentido, cada #8M recupera un aspecto que todavía está ciertamente encriptado en la sociedad, es justamente aquella relación inherente entre capital y patriarcado. Esta afirmación no niega las diversas violencias que sufrían las mujeres en sistemas de clase previos. Pero en el capitalismo, que se vende como “un sistema de méritos y libertades” las opresiones adquieren un aspecto particular.

La fecha nos permite sacar a la luz cantidad de trabajos que las mujeres y cuerpos feminizados realizamos en la actualidad y en la breve historia del capitalismo. Aquella doble o triple jornada, aquel lugar anfibio entre el trabajo productivo y reproductivo (Varela et al, 2021). Sin embargo, es un terreno en disputa poder visibilizar que el capitalismo se sostiene con la feminización del trabajo productivo y asalariado conjugado con el reproductivo, muchas veces no reconocido.

“Justicia por Jordana”. Trabajadoras de una fábrica de alfajores reclaman justicia para una compañera asesinada. Imagen de Flor Negreti. Mar del Plata, marzo de 2020.

En el último #8M las mujeres pusimos de manifiesto que “hacemos girar el mundo”. Como dijimos anteriormente, recae sobre nosotras la doble o triple jornada, menores salarios y desvalorización de nuestras tareas, acoso laboral, discriminación y cosificación, se nos evalúa por nuestros cuerpos, se nos exige tener cuerpos hegemónicos, nos ponen como condición nuestro deseo, o no, de maternar. Para ingresar a un trabajo tenemos que dar explicaciones sobre nuestros proyectos de vida. En Mar del Plata, ciudad donde vivo, en el último #8M poníamos de manifiesto que: “…cientos de miles de obreras operan las fábricas de mayor tenor económico de la ciudad. Trabajadoras de la industria textil, de las plantas de pescado, de las fábricas de alfajores, por solo nombrar algunos rubros más emblemáticos. Pero también son mujeres y migrantes las campesinas del cordón frutihortícola que trabajan de sol a sol, pero de espaldas a él. Mar del Plata es ‘la capital’ del desempleo y el trabajo precarizado: la gastronomía, hotelería, el comercio emplea cuerpos feminizados para trabajos temporarios y mal pagos. Los servicios esenciales como la salud y la educación, sobre todo aquellos asociados a las tareas de cuidados, son ampliamente ejercidos por mujeres. En los comedores, las ollas populares y las ferias, son las mujeres las que se ponen al frente de las redes que sostienen la economía territorial, comunitaria y familiar. También son las mujeres y los cuerpos feminizados los explotados y maltratados para satisfacer el placer sexual ajeno, mercantilizados y atravesados por la droga. Por todo esto, las mujeres y feminidades hemos encontrado las formas de organizarnos, de buscar caminos de unidad frente a tantas formas crueles de violencia y desigualdad.3

Planta de pescado Solimeno. Imagen de la Revista “Puerto”. M. del Plata, marzo de 2020.

En las últimas décadas, y en particular en los últimos años, hemos avanzado en el terreno de la arena gremial. Las mujeres y disidencias creamos secretarías específicas, dirigimos gremios y sedes de las centrales en diversas localidades del país. La medida del Paro, cada 8 de marzo, es discutida al interior de los gremios. Si bien no siempre se logra instalar en los diversos sectores, lo cierto es que en variados lugares de trabajo se realizan asambleas para discutir la medida, jornadas de visibilización y organización de las delegaciones para participar de las abultadas manifestaciones que se expresan en las calles a lo largo y ancho del país. Se discute, al interior de cada organización gremial, social y feminista, cuáles son las demandas más sentidas, las desigualdades y las injusticias que padece el género. Se preparan consignas para amplificar.

Algunos debates al interior del feminismo académico y su correlato en el movimiento

Dentro del campo académico, que convoca abultadas adscripciones en la militancia feminista antipatriarcal, aparece el carácter anticapitalista orientado a denunciar el agobio y la agonía del sistema. La mayoría de las autoras contemporáneas coinciden en denunciar al neoliberalismo y la crisis que atraviesa el capitalismo a nivel mundial. Pero dentro de esta replica, aparecen disímiles enfoques y salidas al problema. En adelante, presentamos un pantallazo de las corrientes de pensamiento que hoy tienen mayor incidencia dentro de un movimiento cada vez más amplio que va buscando los causes para la emancipación.

“Si mi vida no vale, que produzcan sin nosotras”. Primer Paro Internacional de Mujeres en Mar del Plata, 8 de marzo de 2017.

Las corrientes emergentes de la Economía Feminista, en adelante EF, (Federici 2012, Gago 2019; Carrasco Bengoa y Diaz Corral 2018) han puesto de relieve el valor económico y social de las tareas llamadas “de cuidados” como un aspecto que sostiene al sistema capitalista. Por un lado, destacan que estas tareas naturalizadas y asociadas a lo femenino deben ser reconocidas como trabajo, incluso con un salario que ponga en valor la función económica y social de la reproducción. Circunstancia que en el #8M se expresa bajo la consigna “Aquello que llaman amor, es trabajo no remunerado”. Desde ya que este aspecto es fundamental, pero al mismo tiempo, las teóricas de la EF convierten aquella cuestión en el locus del sistema, con capacidad liberadora. El camino que proponen busca crear pequeñas economías autogestivas que convivan de manera paralela al sistema capitalista depredatorio y patriarcal, priorizando las actividades de cuidados, aquellas que sostienen la vida desde construcciones afectivas no androcéntricas (Carrasco Bengoa y Diaz Corral 2018). Así las cosas, para estas corrientes de fuerte incidencia en la actualidad, la gran contradicción es el capital-vida y el sujeto a derribar es el BBVA: Blanco, Burgués, Varón, Adulto (Orozco, 2019), diferenciándose de las corrientes marxistas feministas que se inclinan en ubicar la condición de clase y la contradicción capital-trabajo como la base desde donde explicar las desigualdades de género y las diferencias sobre el origen étnico, entre otras. La cuestión de clase distingue hacia donde se debe apuntar ¿la denuncia es contra las clases dominantes (mayormente varones, pero también mujeres) que se enriquecen con el funcionamiento de este sistema y sus formas de opresión? ¿O el problema es el sujeto que incluye no solo al burgués sino, casi al mismo nivel, al asalariado varón como cómplice privilegiado del sistema? Esta última parece ser la respuesta de la EF, quienes desestiman los ámbitos de la producción y la posibilidad de unidad de la clase obrera. En el afán de revalorizar estas tareas, desatiende otro aspecto inherente al capitalismo, que es la relación entre trabajo reproductivo combinado con el trabajo y las relaciones sociales que se establecen en los ámbitos de la producción. Esta relación no se trata de un mero “fetichismo marxista”, sino de una realidad a transformar por las condiciones de los cuerpos feminizados que son atravesados por la doble o triple jornada laboral.

La base teórica de estas corrientes, cuyo locus es el ámbito de la reproducción en contradicción con la producción, se encuentra en Silvia Federici quien centra su obra en la crítica a Marx. Según la autora, Marx combatía la explotación del capitalismo, pero al mismo tiempo tenía fascinación por la potencia productiva industrial y la sociedad mercantil. Esto, desde la óptica de Federici, lo llevó a ignorar la explotación del trabajo no asalariado, el trabajo no pagado a las mujeres que se dedicaban a la reproducción de la mano de obra e influenciaron el desarrollo de las teorías y luchas marxistas, centradas en la sociedad fabril y cargado de un “fetichismo tecnológico”.

Desde este enfoque, las teóricas de la EF encuentran que la lucha por derribar el sistema está viciada de todo lo impuro y desde allí desestiman la posibilidad de conquistar los espacios organizativos, gremiales y productivos, aquellos territorios propios del capitalismo machista. Esta diferencia tiene que ver con la (no) estrategia de poder. Para la corriente de la EF no se trata de derribar el sistema o de expropiar y conquistar espacios de la producción en virtud de una nueva organización emancipadora. Sino de mostrar que una economía feminista, paralela dentro del sistema, es posible ir ganando adherentes. Lo que equivale a pensar que, de alguna manera, el patriarcado “se va a caer” por sí mismo, no habría que derribarlo (Gomiz, 2020). Incluso, en la lectura del Calibán y la Bruja de Silvia Federici (2015), subyace la idea de que es posible y deseable reproducir una sociedad precapitalista (desde una mirada cuasi romántica del medioevo por la relación humanidad-naturaleza), con atisbos de tecnofobia. En algún punto estas propuestas pueden parecer seductoras en tiempos de consumo y fetichismo mercantil. Creemos que el problema no es el desarrollo de las tecnologías sino el sistema que las utiliza en un sentido depredatorio de la naturaleza y de la humanidad.  Y siguiendo el hilo de preguntas ¿Es viable la alternativa que propone la Economía Feminista? ¿Es posible competir con las fuerzas productivas y militares que controla el imperialismo? ¿Hasta qué punto se pueden sostener economías paralelas sin intervenir en el desarrollo de las tecnologías y en las herramientas que controlan los estados actuales para la organización social nacional e internacional? ¿Cómo lograr liberar las opresiones de género sin desarrollar la lucha conjunta de la clase, una unidad capaz de conquistar y construir una salida emancipadora? ¿Se puede conformar un movimiento emancipador que contenga las reclamaciones de género, clase, raciales, antiimperialista y ecológicas? 

Por otra parte, hay un nutrido grupo de teóricas que retoman conceptos nodales del marxismo, no como hace Federici que utiliza a Marx para denunciar supuestas ausencias, sino reconociendo que si ubicamos la obra de Marx históricamente con una lectura despojada de dogmatismos, posibilita las bases para comprender el sistema de clases y desde allí desarrollar una mirada actualizada que incluya las diversas formas de opresión con las que se nutre el sistema y los movimientos emergentes, con propuestas de unidad interseccional frente a un poderoso enemigo. Tras esta idea se ubica El Feminismo para el 99%, un manifiesto que redactaron Cinzia Arruzza, Tini Battacharya y Nancy Fraser (2019). Las autoras invitan a unir fuerzas en un frente anticapitalista. En este frente feminista, solo quedarían afuera las feministas liberales que representan el 1% y son aquellas que buscan igualarse para arriba. Es decir, las feministas que ponen sus expectativas en romper el techo de cristal, ocupar cargos de poder, en empresas o gobiernos y actuar como agentes de opresión. Dentro de la propuesta del Feminismo para el 99%, la transversalidad de género (o sororidad) es amplia, pero su pequeño límite es contundente: ese 1% que representa la opresión de clase. Por otra parte, la propuesta es interesante porque induce una salida tendiente a derribar el sistema, no a convivir en forma paralela. El centro está puesto en el feminismo, pero la crítica es hacia el capitalismo: “El feminismo que imaginamos evita las medidas tibias; por el contrario, se propone atacar desde sus raíces a este cáncer galopante que es la barbarie capitalista […] no se limita tampoco a ‘cuestiones de mujeres’. Al alzar la voz por todxs aquellxs que son explotadxs, dominadxs y oprimidxs, aspira a convertirse en una fuente de esperanza para toda la humanidad” (Arruzza, Bhattachayra, Fraser, 2019: 27).

Imagen: Flor Negreti. 8 de marzo de 2020, Mar del Plata.

Nancy Fraser, en su obra reciente titulada “Los talleres ocultos del capital. Un mapa para la izquierda” (Fraser 2020) también interpela la demanda por conceptualizar y orientar los elementos emergentes de la crisis del capitalismo, movimientos sociales anticapitalistas que incluyen al feminismo, el ecologismo, indigenismo, movimientos antirracistas. Lgtbiq+, pro inmigrantes que detectan las injusticias del sistema, pero no siempre las vinculan a la condición de clase como elemento subyacente. En este sentido, la autora advierte que una mirada feminista marxista, no debe obturar las luchas obreras tradicionales desencadenadas en el lugar de producción, pero al mismo tiempo dedica su última obra a jerarquizar la “morada oculta de Marx”, aquellas relaciones no mercantilizadas, o semiproletarizadas que permiten la acumulación constante de capital y que son parte del ADN del sistema. Con esto se afirma que las tareas no remuneradas, los trabajos de cuidados que reproducen la existencia, son parte funcional al sistema, elemento que debe incorporarse a la clásica interpretación marxista. En este punto, Fraser encuentra un elemento en común con Federici y las teorías de la Economía Feminista en cuanto a poner en valor el aspecto de la reproducción y las relaciones no mercantilizadas, pero se diferencia en cuanto a que la primera reconoce el engranaje de ambos aspectos de un mismo sistema y la necesidad de comprenderlos como un todo para buscar superar las formas opresivas de estas relaciones. Sobre la relación entre producción y reproducción Tiny Bhattacharya y Cinzia Arruzza expresan recientemente que “…Es necesaria la reproducción de la fuerza de trabajo para que pueda haber explotación. Pero esto no implica una jerarquía: el corazón del capitalismo sigue siendo el plusvalor, pero esta extracción no puede llevarse a cabo sin que haya, primero, un trabajo de reproducción social…”, (Bhattacharya y Arruzza 2020, p. 43). Al mismo tiempo estas autoras invitan a considerar a las trabajadoras, no como sujetos abstractos, sino como cuerpos feminizados atravesados por las subjetividades que se constituyen en este sistema y que permiten el disciplinamiento necesario para aumentar la explotación.

De esta manera, sucinta e introductoria, nos sumergimos en los debates que emergen dentro del movimiento, en el afán de darle un curso a una caudalosa marea que abre expectativas en medio de una de las crisis más profundas del sistema. Debates necesarios, con el sentimiento de un compromiso histórico, con las ansias de aprender a surfear una ola que pueda ser aquella tan esperada. 

Algunos apuntes para destacar

El momento disruptivo del feminismo se enmarca dentro de una nueva crisis del sistema capitalista. Esta circunstancia abre la posibilidad de que la marea se convierta en un tsunami en la medida que sea receptiva de los movimientos emergentes, con la claridad de que dentro del capitalismo no es posible derribar al patriarcado y las múltiples formas de opresión que son funcionales. En este sentido podemos observar que, dentro de las posiciones antisistema que crecieron en los últimos seis años al menos, se vuelve a hablar de marxismo. Algunas desde una visión más crítica en la que se invoca a Marx para luego desacreditarlo. Otras intentando rescatar la lucidez y vigencia de la teoría marxista, dentro de un marco histórico que debe ajustarse a la luz del presente y de los movimientos sociales emergentes.

Un elemento importante es reconocer que la “contra ola” de femicidios y las diversas formas de violencia machista son efectos residuales o coletearles extremos de la deshumanización propia del desarrollo del capitalismo: como la mercantilización de los cuerpos, la cosificación, el abuso sexual, la coerción y segregación económica, entre otras. Por lo tanto, no será posible terminar con el patriarcado desde las reformas legislativas. Si bien los avances en el plano legislativo son fundamentales, sobre todo como expresión de cambios sociales y culturales,4 es necesario ubicar que las leyes que supimos conseguir y que deberían protegernos y ampliar nuestro derechos sociales, solo van a ser efectivas si cambia de manera profunda el modelo social y económico que se sustenta con las diversas formas de desigualdad. Para lograrlo, como dijimos en el párrafo anterior, es fundamental generar orientaciones emancipadoras en un momento de crisis del capitalismo a nivel global y darle un curso a la marea feminista, con un grado de organización que combine experiencias previas del movimiento con las nuevas inquietudes e identidades que emergen, una marea cargada de furia antisistema que busca arribar en mansas orillas.

Nos queda pendiente profundizar sobre el carácter emancipador o no de las relaciones que se tejen en torno a las economías populares y feministas. Para ir a un caso concreto y actual: reconocer económicamente las tareas de cuidados que encabezan las mujeres, aquellas que promueven y sostienen las redes territoriales, es fundamental, por su función social y por la necesidad económica propiamente. Pero hay que alertar que estas tareas deben socializarse con las masculinidades, al igual que los trabajos en ámbitos de la producción. De lo contrario se tiende a perpetuar la división sexual del trabajo y relegar lugares estratégicos de la producción a las masculinidades. Esta es una discusión pendiente con las propuestas de la EF. Creemos que hay que buscar los caminos de unidad al interior de la clase, ganando espacios sindicales clasistas y feministas junto con los movimientos sociales emergentes: ambientalistas, de la diversidad, originarios, entre otros, en pos de organizar la rebeldía contra un sistema sacudido. 

Por último, vemos con augurio el torrente de producciones, de pensadoras y pensadores que intentan comprender el fenómeno del feminismo y su capacidad revolucionaria o emancipadora. Sobre la relación producción-reproducción intenté, en este artículo, presentar algunas reflexiones sobre elaboraciones teóricas, la mayoría muy recientes y con mucha riqueza conceptual, que demandan seguir asimilando y profundizando. Podemos afirmar que se ha puesto en valor un elemento que era necesario rescatar de la teoría marxista, el trabajo reproductivo. Asimismo, tomamos aquellas propuestas que comprenden la relación inherente entre producción y reproducción social como parte de un todo dentro del engranaje del sistema. Desde nuestro entender, las feminidades somos sostén de la economía combinando ambos aspectos: las tareas de cuidados no remuneradas que garantizan la reproducción de la vida y de la fuerza de trabajo y el trabajo asalariado que, debido a determinada noción construida histórica y socialmente sobre el trabajo femenino, representa mano de obra más barata en beneficio directo del empresariado.

Hoy, desde la experiencia que nos atraviesa como protagonistas de la marea, percibimos que hay condiciones excepcionales para avanzar sobre todos los terrenos en disputa, sin que uno obture al otro. Las reclamaciones de los movimientos territoriales que buscan el reconocimiento social y económico de los trabajos no formalizados, principalmente en tareas de cuidados (comedores, sociedades de fomento, comités barriales, etc.) que se destacaron durante la pandemia pero que siempre fueron esenciales en la dinámica territorial. Sumado al avance de las feminidades en los espacios sindicales y la lucha por el reconocimiento salarial de las tareas productivas ocupadas por mujeres. El pedido de cupo laboral femenino en determinados trabajos masculinizados, así como el cumplimiento de la Ley de cupo travesti-trans. Y no menos importante, el avance en el terreno de la historiografía, que no solo signifique incorporar una perspectiva de género vinculada a los avances de una elite de mujeres destacadas, sino, como vimos en relación al origen del #8M, poner en valor las experiencias históricas de mujeres obreras, socialistas en la construcción historiográfica de “las olas del feminismo”. Sin ánimos de desatender las nuevas maneras de interpretar el trabajo sino, por el contrario, visibilizando que al menos desde los orígenes de la sociedad industrial las mujeres han conformado lugares en la producción, en espacios gremiales y en cargos revolucionarios. Y que también sobre ellas recaían múltiples formas de opresión que hoy debemos desenmarañar para superar. 

Referencias Bibliográficas

Arruzza, C. y Bhattacharya, T. (2020). “Teoría de la Reproducción Social. Elementos fundamentales para un feminismo marxista” en Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, (16), 37-69. https://doi.org/10.46688/ahmoi.n16.251

Arruzza, C. y Bhattacharya, T., Fraser N. (2019) Feminismo para el 99%. Un manifiesto, Buenos Aires, Rara Avis.

Diaz Corral, C. y Carrasco Bengoa, C. (2018) Economía Feminista. Desafíos, propuestas y alianzas, Buenos Aires, Madreselva.

Federici, Silvia (2015) El Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpos y acumulación originaria. Buenos Aires, Tinta Limón.

Federici, Silvia (2018) El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, Madrid, Traficante de sueños.

Fraser, Nancy (2020) Los talleres ocultos del capital. Un mapa para la izquierda, Buenos Aires, Traficante de sueños.

Gago, Verónica (2019) La potencia feminista o el deseo de cambiarlo todo, Buenos Aires, Tinta Limón.

Gomiz, Micaela (2020), “Debates abiertos en el movimiento de mujeres y feminista”, en La Marea. Revista de Cultura Arte y e Ideas, Buenos Aires, disponible en https://revistalamarea.com.ar/debates-abiertos-en-el-movimiento-de-mujeres-y-feminista/

Kollontay, Alexandra (1921 – reeditado en 2014) Catorce conferencias en la Universidad Sverdlov de Leningrado, Lección 13, Buenos Aires, Cienflores

Orosco Perez, A. (2018) “¿Espacios económicos de sublevación feminista?” en Economía Feminista. Desafíos, propuestas y alianzas, Buenos Aires, Madreselva, pp. 23 a 50.

Ruocco, Laura (2020) “Los pañuelos que siguen haciendo historia”, en Revista Lanzallamas, disponible en https://revistalanzallamas.com/2020/12/11/los-panuelos-que-siguen-haciendo-historia/

Varela, Paula et al (2021) “Género y trabajo, una relación ineludible (introducción)” en Mujeres trabajadoras: puente entre la producción y la reproducción. Lugar de trabajo y militancia en la Nueva Ola Feminista, Género y trabajo (1). Buenos Aires, CEIL-CONICET, Disponible en: http://www.ceil-conicet.gov.ar/wp-content/uploads/2021/02/gt1-mujeres-trabajadoras-varela-color-.pdf

Varela, Paula (2020) “La reproducción social en disputa: un debate entre autonomistas y marxistas” en Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, (16), 71-92. https://doi.org/10.46688/ahmoi.n16.251

Notas:

1 Kollontay, Alexandra (1921 – reeditado en 2014) Catorce conferencias en la Universidad Sverdlov de Leningrado, Lección 13, Buenos Aires, Cienflores, p 231. La cita es destacada por Tejero Coni, Graciela en el “Estudio preliminar” de la reedición del 2014, p. IX.

2 Destacamos también que existieron otras experiencias socialistas, otros procesos, que aguardan ser visibilizados por la historiografía feminista. Podemos mencionar la experiencia de China en las décadas del sesenta y setenta, difundida sucintamente como referencia excepcional en cuanto al abordaje de la cuestión de género en la construcción del socialismo, incluyendo no solo lo laboral, sino la sexualidad, la socialización de las tareas de cuidado, entre otras. Ver: Broyelle, Claudie (2019) La mitad del cielo, Bs. As. Ed Ágora, 2da ed.

3 Extracto del comunicado de la agrupación MardeLucha de la ciudad de Mar del Plata para el #8M del 2021, disponible en: https://www.facebook.com/mardelucha.mardelplata/posts/3004108833145860)

4 Ver Ruocco, Laura (2020) “Los pañuelos que siguen haciendo historia” en Revista Lanzallamas https://revistalanzallamas.com/2020/12/11/los-panuelos-que-siguen-haciendo-historia/ 


Laura Ruocco es profesora de Historia e investigadora (UNMdP). Se especializa en estudios de género vinculados al mundo del trabajo. Es integrante del grupo de investigación GESMar, de la agrupación de mujeres Mar de Lucha y del Movimiento de Mujeres y Diversidad de Mar del Plata.

Imagen de apertura: Imagen de Flor Negreti. Mar del Plata, 8 de marzo de 2020.

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