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A 200 años de la Independencia del Perú

por Silvia Nassif

Celebramos en este bicentenario el triunfo de los pueblos de América del Sur sobre el último bastión del colonialismo español. Ayer y hoy, nos hermanan más de 500 años de lucha contra la dominación colonial española y la lucha por sostener nuestras independencias e identidades frente al atropello que las grandes potencias mundiales y sus personeros locales que, concentrando el monopolio de la tierra y el capital, nos subordinan.

Celebramos que nuestros pueblos, contradiciendo teorías muy difundidas, siguen luchando en Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Brasil, Argentina y, particularmente, en el mismo corazón del Perú.

Aquí, para honrar, reconocer y aprender de esta historia de luchas, difundimos dos notas: “El Bicentenario del Perú y las nuevas luchas latinoamericanas” de Luis Molinas y “El acto precede a la palabra y la palabra es acto” de María de los Ángeles Fornero, que nos ayudan a cuestionar aquellas visiones que desconocen a los verdaderos protagonistas de la independencia americana, trastocan el concepto de independencia o niegan los vínculos entre pasado y presente.


 

El Bicentenario del Perú y las nuevas luchas latinoamericanas

Escribe Luis Molinas

El 28 de Julio de 1821 se declaraba en Lima la independencia del Perú. Con la caída de la fortaleza principal española en América del Sur, se ponía fin en lo fundamental a 300 años de dominio genocida y explotador, propio de un feudalismo tan reaccionario como el español. Con la cruz, con la espada, con la Inquisición; con la sangre y el sudor de millones de seres humanos ofrendados para lograr el oro y la plata capaces de sostener ese imperio decadente.

Ese día, hace ya 200 años, culminaban más de 5 siglos de lucha americana. La historia oficial recoge solo algunas escenas heroicas y ceremoniales, pero nunca aparece la sangre y los huesos de millones de originarios, criollos y negros anónimos que quedaron en los campos de batallas, en los cadalsos y las prisiones españolas. En las minas y las haciendas.

La resistencia originaria

No se suele mencionar la resistencia originaria. No es común oír hablar de las guerras calchaquíes y menos aún del cacique Shelemín descuartizado en la plaza de la ciudad de Londres de Catamarca. El gran científico argentino Rex González moriría sin cumplir su sueño de que un monumento recordara su memoria.

Tampoco de la resistencia de los originarios del sur argentino y chileno, en particular los mapuches, contra el genocidio permanente.

Y pocos mencionan que el dominio español había sido herido gravemente por el levantamiento de Tupac Amaru que abarcó los actuales territorios de Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Como el de Tupac Catari con centro en el Alto Perú (hoy Bolivia).

La Guerra de la Independencia

Para culminar la última etapa, que hoy conmemoramos, habían sido necesarios además doce años de guerra sin cuartel en la que los ejércitos de criollos, originarios y negros, derrotaron a las tropas de elite de una de las más poderosas potencias del planeta, el reino de España.

Y serian necesarios tres años más de guerra, con las grandes batallas de Junín y Ayacucho hasta la final en Tumusla, cerca de Cotagaita,donde muere el último virrey designado del Río de la Plata.

Y todavía, treinta años después, habrá que derrotar un intento español de reconquista en las costas del Pacifico.

“La Capitulación de Ayacucho” del artista peruano Daniel Hernández, realizado para el centenario de la batalla en 1924

La caída de Lima

Para la conquista de Lima, fue necesaria la mayor confluencia americana jamás conocida hasta entonces.

La ofensiva desde el norte de las tropas de la Gran Colombia comandadas por Bolívar y Sucre.

El desembarco desde el mar de las tropas argentinas y chilenas comandadas por el Libertador San Martín. Con los granaderos a caballo y los afrodescendientes en la infantería. A las que se sumaron un grupo de marinos ingleses, como expresión inicial de la lucha entre las potencias europeas por el predominio.

Y un factor decisivo, la presión, desde el Sur, de la guerra popular prolongada de más de cien caudillos criollos y originarios que incendiaron el Alto Perú, donde estaba la plata del Potosí y la Universidad de Charcas. Juana Azurduy, Güemes, Lanza, el guaraní Cumbay, el cura Polanco y el poeta Hualparrimachi, para sólo nombrar a algunos.

La derrota

La mayoría de los libertadores murieron en batalla, o fueron asesinados o exiliados después del triunfo.

Sucre, Lanza, Güemes, Moreno y tantos otros fueron asesinados con la complicidad de la clase de los grandes hacendados y comerciantes de la colonia. San Martín, Manuela Sáenz, Juana Azurduy, fueron exilados en el exterior o en el propio territorio. Otros fueron perseguidos como Monteagudo, Castelli o el propio Belgrano.

Siempre me impresionó la imagen del cortejo fúnebre de Juana Azurduy rumbo al osario común del cementerio de Charcas, tratando de atravesar el desfile militar conmemorativo del 25 de Mayo presidido por el Mariscal Santa Cruz, otrora oficial del ejército asesino del General español Goyeneche.

Esta derrota impidió realizar los sueños de independencia de toda dominación extranjera, de libertad y justicia para todos los americanos. Pero esa es otra historia…

Si no fuera porque quiere esa misma historia que en este aniversario asistamos a una nueva, profunda, sostenida e inédita confluencia de grandes luchas y triunfos populares en todos estos mismos países: En Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Brasil, Argentina y muy particularmente en el mismo corazón del Perú.

“Capitulación de Ayacucho” firmado por el Jefe del Estado Mayor Canterac y el General Antonio José de Sucre, el 9 de diciembre de 1824, en el que los españoles reconocieron la Independencia del Perú.

Una nueva oleada de luchas en Latinoamérica

Más de sesenta días de combates callejeros de obreros, estudiantes, mujeres, jóvenes y originarios, en todas las ciudades de Colombia. Cientos de asesinados, heridos y mujeres violadas por la policía y el ejército del asesino entregador y corrupto presidente Iván Duque.

  • Los nuevos levantamientos de los pueblos originarios de Ecuador junto al conjunto del pueblo.
  • La movilización popular que impuso la derrota del golpe proyanqui y racista de Bolivia y el triunfo electoral del MÁS.
  • La profundidad del levantamiento general del pueblo chileno, que echó por tierra el modelo más preciado de la derecha continental. (Sólo quien conozca el profundo racismo de las clases dominantes chilenas, puede entender qué significa que la Asamblea –que va a reconstruir a la Chile modelada por el dictador Pinochet– sea presidida por una mujer mapuche y que su discurso haya sido en castellano y mapudungun).
  • Y el renacimiento de las luchas populares en Brasil contra el matón Bolsonaro.

Para sólo mencionar algunos ejemplos. Y dejar a Perú para lo último, por su profundo significado en este aniversario y la contemporaneidad con los intentos de fraude.

Perú: un triunfo histórico para toda América Latina

Amasado con luchas triunfantes, como la huelga docente de 80 días que proyectó a Pedro Castillo como un líder nacional, o la derrota del proyecto minero de Conga, la rebelión de los obreros rurales, o el último levantamiento que derrocó a uno de los tantos gobiernos corruptos de los últimos años con protagonismo decisivo de las mujeres.

Un maestro rural del Norte pobre donde asesinaron a Atahualpa, el último de los Incas, contra todo el poder de los reaccionarios, sin un peso y ni un sólo medio de prensa a su favor, contra una campaña inmensa de macartismo y la acusación de “terruca” (terrorista).

Recurriendo a un verdadero protagonismo de toda la geografía del Perú. Con un programa que apunta a los verdaderos enemigos de ese país y de América toda: los dueños monopólicos de las tierras, de las minas, de la pesca, del narcotráfico, que levantaron la candidatura de la entreguista, corrupta y asesina Keiko.

Empujado desde el Perú más profundo, con epopeyas como el 85% de los votos logrados en la zona del Cuzco, en cuya plaza principal fue descuartizado Túpac Amaru. Y en las altas pampas de Ayacucho, donde culminó la independencia de América.

Es imposible que este triunfo no se una a la gloriosa epopeya chilena, la heroica Colombia y el aplastamiento del golpe reaccionario en Bolivia. Para hablar sólo de algunos de los procesos a los cuales asistimos, y que evocan la poderosa imagen de Galeano: “las venas abiertas de América Latina”.

Un camino de luchas que recoge también las mejores experiencias de combates por la soberanía y un desarrollo económico e industrial independiente, como el Paraguay de los López y de Francia, la Revolución boliviana del 49 con la expropiación de las minas y las reformas educativa y agraria, el modelo de desarrollo de los mejores años de Perón en nuestro país, etc.

Son sobre todo, combates que van desnudando las verdaderas causas de las crisis de nuestros países, y de los sufrimientos de los pueblos. Que es la primera y esencial tarea para poder derrotar a los enemigos principales.

La derechización de las masas, el escepticismo y el posibilismo

La derrota de gobiernos “progresistas” y del socialismo siglo XXI generó en el último período una ola de derrotismo que influenció a sectores populares que, sin hacer un análisis de porqué habían fracasado esas experiencias, cayeron en el pesimismo. Echando unilateralmente la culpa a los medios y en los peores casos echándole la culpa a una pretendida “derechización de las masas”.

Era más científico ver que esos gobiernos autoproclamados progresistas e incluso “socialistas”, no habían podido resolver el principal problema de las masas, el trabajo genuino. Y por lo tanto, a pesar de algunas mejoras, quedaba sin resolver la comida, la vivienda, la salud y la educación para los grandes sectores populares.

Por el contrario, lo que demuestran las últimas luchas, como el caso del Perú, es que no son las masas en Latinoamérica las que están atrasadas. En todo caso se podría pensar si no están atrasadas algunas fuerzas políticas, que no pueden desplegar a fondo ese capital combativo, uniendo obreros, campesinos, estudiantes, docentes, intelectuales y demás sectores patrióticos y democráticos, para enfrentar a los monopolios nacionales y extranjeros y los imperialismos, verdaderos enemigos de nuestro continente.

Y ha quedado nuevamente demostrada la opinión de Lenin: “En la lucha real sólo se apoya efectivamente a aquel que aspira a más (y que en caso de fracaso alcanza menos) y no a aquel que ya antes de comenzar a luchar amputa de un modo oportunista sus tareas”.

Una lucha común. Enemigos comunes. Tareas comunes

Todos nuestros países latinoamericanos tienen una base, una estructura, un modelo económico esencialmente común: la producción primaria para la exportación, sea agricultura, ganadería, minería o pesca. Esa producción monopolizada y extranjerizada no puede jamás dar trabajo a las generaciones que se van incorporando, provocando el fenómeno del éxodo a las ciudades, la despoblacióndel campo, la depredación de los recursos naturales, la ruptura de todos los equilibrios ecológicos.

Todos cambios ofrecidos en el altar de la maximización de las ganancias de un puñado de empresas de un pequeño número de potencias imperiales.

Siempre vuelve a aparecer el gran drama de América desde la Conquista. Que sin romper el monopolio de la propiedad de la tierra superficial (agricultura) y profunda (minería), y de los mares (pesca) no puede resolverse la dependencia y la pobreza general de las naciones del Cono Sur.

Mientras que la solución momentánea de obras públicas, subsidios, ayuda alimenticia, bonos de todos los colores, lo que dio en llamarse “redistribución de los ingresos”, es insustentable y no baja de forma definitiva ni la desocupación, ni la exclusión, ni la pobreza. Mucho menos da lugar a un desarrollo industrial independiente.

Se consagró como dogma que no se puede eliminar la dependencia, sólo cambiarla por otra un poco más “humana”, menos “neoliberal”. Que No es posible cambiar el modelo productivo, sólo mejorarlo o corregir sus bordes. En particular, apoyándose sobre la agresividad imperialista de China en su disputa con EEUU por el dominio del mundo.

El fondo teórico de esta línea consiste en afirmar que lo que se hizo en materia de política económica y social, en defensa de la soberanía y la independencia económica fue posible porque, tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo era otro y los países imperialistas se habían debilitado. Entonces se hacían posibles políticas nacionales y populares. Ahora con la globalización y el predominio absoluto del capital financiero estaríamos en inferioridad de condiciones y el margen para políticas como aquellas serían mínimas o nulas.

Los independentistas y libertadores pelearon por la independencia nacional y la democratización del monopolio feudal español.

Se les dijo utópicos, pero triunfaron, aunque luego fueran derrotados en esa dialéctica de las luchas de la clase obrera y el pueblo: avanzar, ser derrotado, volver a luchar hasta al fin triunfar.

Que el camino es difícil es indiscutible. Como negarlo con más de 500 años de lucha en las espaldas. Sin embargo, lo que está absolutamente demostrado como imposible es que se pueda avanzar de un modo duradero sin remover las montañas.

Monumento a José Gabriel Túpac Amaru, en la plaza del mismo nombre en Cusco, Perú

La perspectiva

Desechando todo intento de pronosticar el futuro y menos aún de pretender comparar mecánicamente este auge con el último gran auge latinoamericano de los 60 y 70, porque han cambiado muchas condiciones objetivas y subjetivas, se puede aseverar que, en medio de grandes debates en todo el Cono Sur, han aparecido con una fuerza inesperada sectores que, en distintos grados, no consideran imposible luchar contra los monopolios y los terratenientes.

No consideran que haya que limitar la lucha sólo a lo que nos plantean como “posible”, sino abarcar lo importante y necesario.

No consideran imposible avanzar por un camino soberano e independiente. No consideran obligatorio limitarse a cambiar de amo.

Ese renacimiento de la lucha y de la izquierda en América Latina, tiene a su favor que si va a fondo con su programa, puede aprovechar el violento enfrentamiento de las potencias imperialistas entre si y por el control de cada uno de nuestros países y de todo el mundo.

Conclusiones aventuradas

Todo distinto y todo parecido a los días de la Primera Independencia.

Cuyas batallas finales hace 200 años, se desarrollaron en las altas pampas de Junín y Ayacucho, corazón de la América originaria y campesina, que no por casualidad fueron un puntal en el triunfo de Pedro Castillo en las elecciones recientes.

Estos avances en la lucha y en las elecciones pueden ser considerados como destellos fugaces de una América dependiente.

Pero también pueden verse como datos importantes a tener en cuenta por los revolucionarios y por los pueblos que luchan por la Segunda Independencia.

Rosario, 17 de julio del 2021

 

¿Qué puede suceder en el Perú?

“…la cosa está muy difícil, pero si lo que espero es que todos los que queremos que el Perú marche en una dirección diferente, le demos todo el apoyo a Castillo. Conozco a muchísima gente que estaría dispuesta a apoyar… pero yo temo mucho a los poderes fácticos que hay en el Perú…” (Guillermo Lumbreras)

No pasó un solo día desde que se supo el resultado electoral sin un nuevo planteo legal para anularlo. A veces dos o tres en la misma jornada. Apelaciones, pedidos de nulidad, renuncia de un miembro del Tribunal Electoral, virtual acuartelamiento de la Marina, pronunciamiento golpista de altos militares retirados, manifestaciones golpistas de Keiko Fujimori con la biblia y la espada en la mano como en el golpe boliviano.

Y enfrente la tozuda determinación del interior más profundo, más originario, más cobrizo y más campesino, unido a los sectores desplazados del interior a los arrabales de Lima. Bajaron de la sierra y de la selva. Bajó una gran parte de los “ronderos”, y un sector de los veteranos de la guerra con Ecuador. Los docentes son una parte esencial de la movilización. Pero lo principal de las armas las tienen los imperialismos y la burguesía intermediaria.

Aunque muchos confían en la declaración de EEUU de que las elecciones fueron limpias, para afirmar que se va a entregar el gobierno, el odio de los reaccionarios y la lucha entre yanquis y chinos por el control del Perú pueden detonar de cualquier manera.

A la vez arrecian las presiones para modificar el programa de Pedro Castillo, para condicionarlo desde la Justicia y un Congreso corrupto, para imponerle el gabinete…

Un final no apto para enfermos cardíacos. Pero, suceda lo que suceda en adelante, ya se ha dado un paso trascendental para que el pueblo del Perú avance en el conocimiento de sus enemigos principales y tenga noción de su fuerza y por lo tanto acumule hacia la revolución, justo a 200 años de la primera independencia. Un proceso abierto, que va a influenciar a toda América Latina.

La nueva rebelión de los pueblos originarios

Sorprende a propios y extraños, a revolucionarios y a reaccionarios, el papel que ha tomado el resurgir de los pueblos originarios en la nueva oleada de luchas latinoamericanas.

Cuando según los “bien pensantes” tendrían que estar extinguidos sino físicamente, si en su autonomía política, en su dignidad y su cultura. Como dijo Salvador Canals Frau en su obra “Las poblaciones indígenas de la Argentina (año 1953)”: “……ellos están en vías de pronta y total desaparición, disueltos en el resto de la población existente…. Pocos decenios más han de pasar, y todo lo que se relaciona con el indio de la Argentina será solo leyenda, biología o historia”.

Pues parece que los originarios han decidido lo contrario y no conformarse solamente con ser “uno de los tres factores antropólogicos que integran nuestra personalidad étnica”.

Más, pareciera que han acrecentado su presencia y la dimensión de su influencia en el conjunto de las poblaciones, particularmente las campesinas, ya sea las que resisten en el campo el despojo terrateniente, como las que han sido obligadas a vivir en los cordones de miseria de las grandes ciudades. Esto es particularmente valido en el Perú.

Guillermo Lumbreras, el más destacado antropólogo peruano, por el contrario, escribe este 20 de Junio en el diario La República: “Lo que hicimos en la república fue expulsar de la condición ciudadana a la población indígena. Éramos ciudadanos peruanos solo aquellos que hablábamos castellano y teníamos la religión católica. Y quienes no hablan el castellano bien, inmediatamente son excluidos. Es lo que está ocurriendo ahora con el señor Pedro Castillo”.

Lumbreras agrega: “El incanato cayó en Cajamarca. 500 años después desde Cajamarca, en el Bicentenario, Castillo surge como para recuperar el poder desde ese lado”.

Resultó que en las elecciones –con todo el Estado en contra y en el medio de una feroz pandemia, contra toda la derecha y el centro– unidos los excluidos, originarios, campesinos y pueblo, demostraron que son la mayoría política del Perú, sin tener en sus manos ni siquiera una radio de Provincia.

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