Home Notas ¿Qué muestra la pandemia, qué oculta, qué hacer? (1a. parte)

¿Qué muestra la pandemia, qué oculta, qué hacer? (1a. parte)

por La Marea
Entrevista a Rosa L. Nassif

–¿Cómo podemos visualizar esta nueva situación, qué nos muestra, qué oculta y, fundamentalmente, qué podemos hacer?

–Un primer registro nos deja observar que, si bien se mantiene la situación de incertidumbre, de un cierto shock, ante lo que nunca habíamos previsto, al mismo tiempo no es igual que hace seis semanas. Cada vez con más intensidad se intensifica la preocupación y cierta desazón y en ocasiones angustia en relación a cómo y cuándo saldremos de esta situación, sabiendo que no será igual que antes.

 No es igual que al comienzo porque creo que todos percibimos que -si bien no conocemos lo suficiente, y acentúo esto de lo suficiente- cada día sabemos un poco más sobre esta pandemia.

Creo que esta experiencia que estamos viviendo, que no hemos buscado, que no nos resulta cómoda, y que preferiríamos estar como estábamos, es decir, en contacto físico con toda la gente que queremos, que necesitamos y con la que trabajamos, sin embargo esta situación también se puede transformar en una experiencia, en vivo, de lo que es el proceso de conocimiento.

Y podemos comprobar cómo desmiente. Aquí pienso en las posiciones posmodernas en relación a la cuestión del conocimiento. Sobre todo en las ideas tan escépticas sobre la posibilidad de conocer. Esta irrupción de un elemento que no conocíamos y en una situación que tampoco nos imaginamos que se podía dar, que llega a abarcar a todo el mundo globalmente, como es una pandemia, al comienzo sí teníamos la idea de estar a merced de lo desconocido. Y era así. Aunque leyendo algunos materiales hoy nos damos cuenta que había elementos para prever que podía suceder algo similar, advertencias que fueron desatendidas por razones que podemos analizar más adelante.

A mi entender, si tomamos cuenta lo que vamos conociendo sobre este nuevo virus y la rapidez con que se da ese conocimiento (si lo vemos en relación a otros procesos históricos de pestes similares), tenemos que tener una actitud de cierto optimismo que rebata el escepticismo “postmodernista”.

Hay que recordar que China lo hizo público a comienzos de enero, ahora se sabe que lo sabía antes y lo ocultó. Dejamos este tema planteado porque a veces se habla muy bien de cómo China enfrentó la pandemia, pero se habla menos de las responsabilidades que tuvo, no sólo en que se produzca la epidemia sino en su tardanza en comunicarla y las consecuencias de tratar de ocultarla porque no le convenía políticamente. Lo sufrió, entre otros, Lin Wenglian, un médico reconocido luego por las masas chinas como un héroe. Fue quien primero advirtió que estábamos ante un nuevo virus que no se conocía, pero resultó castigado por el régimen policíaco chino, y muriendo más tarde contagiado por el coronavirus.

Retomando, sobre la celeridad en el conocimiento del virus: a partir del 1º de enero en que China hace público el contagio y se cierra el mercado de Wuhan; en menos de nueve días ya se sabía que estábamos ante un virus identificado como coronavirus, de los cuales hay por lo menos siete ya conocidos. Veinte días después se confirma la mutación y trasmisión de persona a persona. En menos de un mes se descubre la secuencia genómica completa del virus y la OMS, que al principio no actuó con demasiada celeridad, lo da a conocer. (Es más repudiable la actitud negacionista de muchos jefes de gobierno como Trump o Bolsonaro que tardaron, algunos hasta hoy, en tomar medidas sanitarias pretendiendo preservar la economía).

Dentro de esta posibilidad de conocer, celebramos entusiastamente la gran conquista que fue el logro del Instituto Malbrán que, en abril, con el esfuerzo de los investigadores y trabajadores –y siempre hay que recordar que el Malbrán sigue existiendo gracias a la lucha de sus trabajadores y del pueblo que enfrentaron las distintas políticas de ajuste, vaciamiento y los intentos de cerrarlo en el gobierno espantoso de Macri– logró conocer el genoma particular «argentino» detectando tres distintos orígenes del virus. Disculpen los científicos porque seguramente no estoy usando los términos precisos, pero sí es importante que sepamos que gracias a este descubrimiento y trabajando en conjunto con investigadores de otros países, nuestra especificidad será tenida en cuenta en las vacunas que se espera salgan pronto. Estos hechos y muchos otros nos permiten rescatar, sin soberbia, la capacidad del conocimiento humano y de la ciencia. Digo sin soberbia, porque también esta pandemia nos enfrentó con la evidencia de nuestra ignorancia y limitaciones.

Dos de los libros de Rosa Nassif

–¿Cómo se nos presenta hoy el mundo y qué nos muestra la pandemia a los sujetos?

Esta situación de práctica parálisis de una parte sustancial de la economía (algunos hablan de “coma inducido”), y la necesidad de encierro para poder afrontar la pandemia es, desde ya, un elemento muy disruptivo. Lo primero que nos muestra son las enormes debilidades, injusticias, desigualdades, etc., de la sociedad en la que vivimos. En este mundo organizado bajo la hegemonía del capitalismo imperialista, lejos de posibilitar una cooperación entre los distintos países (que en un momento dramático como este y que involucra a toda la humandiad, sería imprescindible), lo que se agudiza es la disputa entre las distintas potencias para ver quién saca más rédito de la misma y de lo que va venir cuando se pueda salir de esta situación. Ésta es una de las certezas que podemos tener dentro de tanta incertidumbre. 

Resumiendo, esta pandemia muestra como un gran revelador, las tremendas desigualdades e injusticias sociales que sufrimos, que son la expresión de un sistema que a pesar de todas las falencias que ha demostrado para hacer frente a una emergencia como la que estamos viviendo, se mantiene y se va mantener en la medida que no juntemos la fuerza necesaria para volver a dar vuelta de cuajo este orden social.

 

Cómo se agudizan esas contradicciones que ya venían operándose mundialmente? ¿Se desmitifica la solvencia capitalista para afrontar situaciones como éstas? ¿Estamos ante una posible encrucijada en la disputa geopolítica China y EEUU?”

–He estado leyendo varios trabajos, entre ellos el que se ha difundido como la Sopa de Wuhan y algunos de los pensadores ahí plantean que de esta lucha va a salir fortalecida China o el Oriente en general por haber demostrado tener un sistema más eficaz de control de la pandemia. Chul Han plantea esta idea en coincidencia con otros autores. Es una posibilidad que habrá que ver si se da, pero seguramente no será sin gran resistencia y lucha de las otras potencias imperialistas.

Pero me parece importante aclarar un malentendido. Muchos hablan de esta China imperial como la continuidad de aquella China maoísta, socialista –que hemos conocido y admirado–, pasando por alto que el régimen actual, policíaco, autoritario, basado en las formas sutiles de la tecnología puesta al servicio del control social y de la opresión, surgió luego de la derrota de aquel sistema. Es decir, tras derrotar la revolución que triunfó con la dirección de Mao Tsetung. Entonces, la China actual no tiene nada que ver con el socialismo, ni el comunismo. Me encuentro en la necesidad de hacer esta aclaración porque los que me conocen un poco saben de mi convicción maoísta y mi pertenencia a una organización partidaria, el Partido Comunista Revolucionario (PCR), que se identifica claramente con el maoísmo. Y me indigna que a partir de la confusión que produce el propio hecho de que el Partido que dirige el Estado chino sigue llamándose “Comunista”, algunos puedan identificar la China actual, imperialista, con la China de Mao.

También agregaría, en relación a qué muestra y qué oculta la pandemia, que se habla poco de que las condiciones de hacinamiento presentes en el mercado de Wuhan (donde se puede haber producido la mutación del virus que le permitió saltar de un animal a los seres humanos), es común a la mayoría de las zonas rurales de ese país. Es la evidencia de la terrible desigualdad entre las grandes urbes como las de Shanghai o Pekín y las condiciones en las que se vive en el interior de China.

 Volviendo a cómo abordaron ellos la pandemia, la forma “draconiana” como la califican algunos analistas, debemos saber que tales condiciones no son, ni mucho menos, medidas excepcionales para hacer frente a la emergencia sanitaria. Existen en forma permanente para vigilar y controlar el conjunto de la vida cotidiana en China: el trabajo, el estudio, los desplazamientos, etc. Además de los millones de cámaras con identificación facial, el celular juega las veces de radar y GPS para vigilar a todas las personas las 24 horas del día. Algunos hablan de una especie de panóptica tecnológica móvil, en referencia a la analizada por Foucault, basada ésta en la big data y la inteligencia artificial. También en Corea del Sur, que se precia de ser un gobierno democrático, la pandemia se controló apelando a sistemas de cibervigilancia basados en tecnología de la información.

Estos temas se vinculan con la preocupación y el interrogante de en qué medida dichas características pueden estar anticipando el mundo que viene, signado por el avance de estados policíacos y regímenes autoritarios sostenidos por los extraordinarios avances tecnológicos (una especie de gigantesco Gran Hermano junto a un nacionalismo fascistizante). Pero, también hay pensadores como Zizek o Badiou que hablan de que esta crisis podría dar lugar a un cambio radical. Lo llaman “tercera etapa del comunismo”, ya que nunca como ahora quedó en evidencia que el sistema actual es antagónico con el desarrollo de la vida humana.

No creo que ni una ni otra situación pueda ser la consecuencia de “la potencia mutante del virus” como dice Berardi; o que la pandemia pueda obligar a cambiar el consumismo que, según David Harvey, está en la base de esta sociedad. Aunque sí estoy convencida que esta gran crisis abre la posibilidad de cambios importantes en el mundo cuyo contenido dependerá del peso que logren las fuerzas sociales en conflicto.

 

–Los psicólogos sociales decimos que es necesario conocer la realidad para transformarla. Que debemos problematizar, criticarla, aprenderla y trabajar con la intención de lograr una operatividad que permita cambios en función de las necesidades y la salud mental de los sujetos. ¿Qué crees que oculta al mismo tiempo este fenómeno?

–Ya mencioné algunas de las cosas que oculta. Otra de las cuestiones importantes que se oculta –y ya lo han analizado algunos científicos y filósofos, como Alain Badiou– es que una pandemia no es sólo el producto de la acción de un virus. O sea que el agente patógeno solo no puede explicar que se produzca una epidemia y menos aún, una pandemia. Para eso, es necesario que converjan determinadas condiciones sociales, económicas, estructurales. Por ejemplo, que haya reaparecido la tuberculosis y hasta el sarampión en Argentina, no se puede explicar por fuera del gobierno de Macri –dicho sea de paso, todos pensamos lo que sería esto si en lugar del gobierno del Frente de Todos estuviéramos con Macri. Deben darse determinadas condiciones para que se pueda producir; por ejemplo, las condiciones de ese mercado en Wuhan donde se convive con animales vivos y con los que se van matando y las condiciones de salubridad y vivienda que se da en otros lugares.

 Si queremos hablar de una condición propia de esta época, en la que estos virus adquieren la magnitud con que infectan, la velocidad con que se transmiten y la extensión mundial que tienen, podemos pensar cuánto tienen que ver con las condiciones de interrelación entre países y de la producción (lo que se llamó globalización), de la rapidez en las comunicaciones, del lugar que ha adquirido dentro de la economía capitalista el turismo, del hecho de que los viajes que antes eran esporádicos de un lugar a otro, se multipliquen; las distancias se han acortado y son más rápidas de transitar. Al mismo tiempo, el hecho de que produjera tal catástrofe en países como Italia es imposible de explicar si no es como producto de las políticas que llaman neoliberales, que son el producto de este triunfo despiadado del imperialismo por sobre los pueblos del mundo del que hablamos, que arrasó con todas las conquistas sociales obreras y populares en el terreno de la salud, de la educación, de las relaciones laborales que existían.

 Un pensador muy interesante, Franco Berardi, al analizar la situación en Italia, explica en qué medida se redujo casi un 60% el presupuesto que estaba destinado a salud; se redujeron las camas en hospitales, las ambulancias… En los últimos diez años, se recortaron 37 mil millones de euros del sistema de salud pública, se redujeron las unidades de cuidados intensivos y el número de médicos generales disminuyó drásticamente. Y en el sistema privado de salud y en los hogares de ancianos, el ajuste fue aún mayor.

También hay que recordar –si bien esta pandemia no estaba prevista como tal–, muchos científicos, inclusive Bill Gates o Chomsky, habían advertido sobre la probabilidad de una pandemia que encontraría a los sujetos inermes por todo lo que se había destruido del sistema de previsión social y por las terribles catástrofes que pueden producirse, y se están produciendo, por el medio ambiente destruido por el calentamiento global, etc… Esto es lo que ocultan las clases dominantes.

Como se oculta que las grandes empresas farmacéuticas se interesan muy poco en las investigaciones que tienen que ver con la prevención, ya que da mucha más ganancia la enfermedad que la salud.

 En varios de los trabajos que estuve leyendo estos días, se advierte con razón que podría considerarse que la magnitud, el grado de letalidad, la cantidad de infectados de esta epidemia, es producto del desastre que se hizo tras el triunfo omnímodo del capitalismo y la hegemonía de las llamadas política neoliberales.

Algo que se agrava con la conducta de sujetos como Trump, Bolsonaro o Boris Johnson, quienes negaron el peligro del coronavirus, creyendo que es más importante evitar costos económicos que hacerse cargo de los riesgos de una epidemia.

 Esto también se manifiesta en el hecho doloroso de que la mitad de los fallecidos en Italia se produjo en los geriátricos, al igual que en España. Esta idea parcial (una verdad a medias), de que los adultos mayores, los de esa generación que ya estábamos en los 60 y 70 luchando por cambiar el mundo, teníamos más riesgo de infectarnos. Pero si es así, por qué no se le ocurrió a Rodríguez Larreta nada mejor que obligarnos a pedir permiso para salir a dar la vuelta a la esquina en lugar de ocuparse de ver cómo estaban los geriátricos en la ciudad de Buenos Aires y en toda la Argentina.

Lo que se oculta cuando se habla de la cantidad de muertos de más de 70 años es que una parte muy grande de esos adultos mayores están en condiciones muy precarias, en condiciones de hacinamiento en esos lugares donde a veces van a “caer”, como decía Macri en relación a la educación pública. Y sabemos que en algunos lugares de Europa se decidió dejarlos morir, en un verdadero y horroroso abandono de persona.

Es necesario que el propio Estado se haga cargo de que, quienes han trabajado toda la vida, tengan condiciones mínimas de salubridad, de entretenimiento, de poder disfrutar de los años que tienen por delante. Al contrario, hemos visto en las últimas décadas que se quiere avanzar en ajustar a los jubilados, recortar aún más el presupuesto de previsión social. Tenemos que pensar que, si uno tiene una jubilación mínima de 15 mil pesos, como pasa en Argentina y en otros lugares igual o peor, qué condiciones tiene para lograr un buen estado de salud.

Esto también se oculta: El virus golpea no golpea igual en todos los sectores sociales, como no golpea igual a quienes podemos estar en un departamento que a los que tienen que quedarse en una vivienda con una habitación donde hay 8 o 10 personas juntas de distintas edades.

 

–¿Será posible poner profundamente en cuestión el debate sobre el Estado y lograr un cambio significativo sobre todo en lo que tiene que ver con la realidad de los más pobres?

–Muchos plantean que este es un virus democrático o que nos pone en una situación de poder entender que todos somos iguales frente al virus. Desde un punto de vista es cierto, hay una causa nacional en nuestro país que es derrotar a la pandemia. Hoy esta es la contradicción principal que debemos resolver. En ese sentido estamos todos unidos, nos parece muy bien la medida que tomó Alberto Fernández ante la situación precaria del sistema de salud argentino. Fue correcto plantearse claramente que se tenía que ir a una cuarentena y lo principal era la salud y ser conscientes de las consecuencias que iba a producir en la economía. Fue y es una medida justa, que nos permite a nosotros, al gobierno y a toda la institución de la salud, ganar el tiempo necesario para que estemos en mejores condiciones cuando se agrave la situación en la Argentina.

 Esto no significa no comprender que la prolongación de la cuarentena en la situación que hay, también exige ir abriendo paulatinamente el aislamiento físico, teniendo en cuenta siempre la cuestión de la salud, pero resolviendo al mismo tiempo cómo se aborda una situación económica que ya era bastante crítica. No podemos olvidar que esta crisis que desata el coronavirus es una crisis que se da sobre muchas otras situaciones de graves emergencias que hay en el país y en el mundo. Para ir nada más que a la Argentina tengamos en cuenta que a comienzos de año y como continuidad de la lucha que se venía librando en el gobierno anterior se logró que se apruebe una ley que reconoce que hay emergencia alimentaria, laboral, de salud, de vivienda. Tampoco nos podemos olvidar de la emergencia en relación a la violencia que sufrimos las mujeres. Situación que se ha agudizado a partir del encierro, ya que no sólo han continuado los femicidios sino que han aumentado.

Es decir, el virus no golpea igual ni a todos los sectores sociales ni a todos los individuos. En ese sentido hay que rescatar lo que están haciendo las organizaciones sociales, lo que hacen los psicólogos sociales y otros profesionales junto con ellos, practicando una solidaridad activa, respondiendo a esa necesidad de tomar en nuestras manos la lucha por la salud y que con el protagonismo popular se pueda enfrentar esta situación tan grave, tan crítica en ese 40% de pobreza en la Argentina.

 El propio gobierno reconoce que va a haber un 10% más de pobres. Esto significa la mitad de la población argentina en la pobreza. Es un agravamiento de la situación que teníamos antes y repercutirá, desde luego, en la enfermedad en estos sectores. El gobierno ha tomado medidas que son positivas para auxiliar a los más necesitados, pero son muy insuficientes. Hasta hoy, como han anunciado Juan Carlos Alderete dirigente de la CCC y otros representantes de las organizaciones sociales, los alimentos no están llegando a los barrios. ¡No puede tolerarse que haya hambre en un país que produce alimentos para 400 millones de personas!

 También otro sector que sufre esta situación es la pequeña industria, las pymes, todo lo que se anuncia desde el punto de vista del gobierno de auxilios y créditos termina en ese embudo y cerrojo que son los bancos. Por lo tanto, si la estructura donde están los sectores dominantes, los grandes terratenientes y monopolios se deja intacta, si no se golpea donde está una parte importante del poder real en Argentina, si no se avanza sobre los bancos (que en su mayoría son grandes monopolios financieros imperialistas), si no se suspende efectivamente todo pago de la deuda ilegítima y usuraria, si no se impide realmente los despidos y suspensiones con rebaja de salarios, va a ser muy difícil llegar (aún con todos los esfuerzos que está haciendo el gobierno ) a paliar esa situación.

El Estado tiene que actuar con firmeza sin dejarse chantajear por los grupos de derecha, representantes de los sectores de poder.

 Es necesario una cohesión y una unidad muy desde abajo para empujar que se puedan llevar a cabo medidas como el impuesto a las grandes fortunas. Ya que hay una gran resistencia a pesar de que no deja de ser una tibia medida en relación a las necesidades del pueblo y a las ganancias desmedidas que estos grupos han embolsado siempre.

 También debemos tener presente que hay grandes contradicciones entre estos grupos. Como hay entre los distintos países imperialistas dominantes. Inclusive las grandes potencias como Estados Unidos, China o Rusia, que no cesan en su disputa por el dominio mundial y por repartirse las riquezas de países dependientes como el nuestro.

Y hay una gran disputa alrededor de quién va a sacar mayor partido de las investigaciones que con gran unidad y cooperación entre los científicos se llevan adelante en todo el mundo, para dar con la solución a esta pandemia. Pero resulta que, esto que es un esfuerzo de la comunidad científica y que su conquista debería ser declarada patrimonio de la humanidad, los grandes monopolios farmacéuticos y las grandes potencias disputan para ver quién se apropia de los resultados. Ha trascendido, por ejemplo, que está peleándose Trump para tener la posibilidad de que la primera vacuna que salga en exclusividad sea de los Estados Unidos, en disputa con Alemania que es donde se estaba avanzando en lograrlo.

¿Qué enseñanza tendríamos que sacar en nuestro país? Que es fundamental el desarrollo de una industria nacional autosostenida, independiente. No puede ser que no haya telas para que nuestros grandes héroes que son los trabajadores que están en la primera línea, los médicos, enfermeros, camilleros y todo el servicio de salud, puedan tener los camisolines que necesitan o que no puedan fabricarse en Argentina los barbijos que son necesarios. No hablemos ya de la necesidad de poner toda la industria que hay en Argentina a resolver el tema de los respiradores. Ya vimos lo que significa que hubiera dos fábricas en Córdoba para hacerlo posible o lo importante que fue haber defendido una línea de bandera como Aerolíneas Argentinas. Entonces, acá se ve cómo se entrelaza la estructura dependiente de un país como el nuestro y su estructura de clases sociales, cómo incide en las consecuencias y el abordaje de esta pandemia que nos afecta a todos, aunque no de la misma manera.

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2 comentarios

Norma Sayago septiembre 8, 2020 - 5:08 pm

Excelente articulo

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Unknown junio 1, 2020 - 10:30 am

Siempre clarísima y planteando la contradicción principal y la secundaria. Un análisis necesario para operar y transformar la realidad.

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