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Argentina sangra por las barrancas del río Paraná

por Julian Monti

Escribe Luciano Orellano

La finalización de la concesión de la llamada “hidrovía” del Paraná se transforma en una oportunidad para que nuestro país recupere el control de sus ríos navegables, hoy en manos extranjeras. El autor de este artículo, quien acaba de publicar el libro más completo sobre el tema, debate con aquellos que desde distintos sectores argumentan que la Argentina no puede hacerse cargo de sus ríos y fomentan una nueva licitación internacional, lo que significaría una nueva entrega de nuestra soberanía.


Asistimos a la oportunidad histórica –ante el cese de la concesión de la mal llamada “Hidrovía”– de recuperar nuestra soberanía sobre el río Paraná para las argentinas y argentinos, que hoy se encuentra privatizado a manos de la empresa belga Jan De Nul (en sociedad con EMEPA).

Una gran corriente viene creciendo en los últimos meses en nuestro país. Con “el sol del 25 de Mayo”, cientos de foros y espacios se pronunciaron a viva voz en toda nuestra geografía por la recuperación del Paraná, poniéndose de pie en la defensa de esta causa, con los sueños de Manuel Belgrano: “ni amo viejo, ni amo nuevo, ¡ningún amo!”.

La cuenca del Plata es una unidad hídrica, de carácter estratégico, esa gran autopista fluvial que llega hasta el corazón de América del Sur, por donde circulan 5.000 buques de ultramar y miles de barcazas que se llevan 127 millones de toneladas por año y que las agroexportadoras (en su mayoría extranjeras) estiman que van a aumentar en este 2021 a 33.000 millones de dólares por las exportaciones –10.000 millones de dólares más que el año pasado–, favorecidos por los precios internacionales. ¡A nuestra provincia de Santa Fe y a nuestra querida Rosario no les queda ni un peso!

Hace 25 años no hay ningún tipo de control en lo que mal llaman “Hidrovía” (porque nos han robado hasta los nombres de los ríos), por donde se efectúa todo tipo de defraudación de miles de millones a los argentinos. Un tercio de la cosecha se va en negro. Y como si esto fuera poco: falsificación de las cartas de porte, autodeclaraciones juradas de las exportadoras (donde un 50% son adulteradas), triangulación, subfacturación, contrabando con el Paraguay, etcétera, etcétera. Todo esto se legaliza por el último filtro a través del control y la administración que le hemos regalado por más de 25 años a la empresa extranjera belga Jan De Nul, asociada a EMEPA (mejor ni hablar) en Hidrovía SA, concesión que fue prorrogada por 90 días –con idea de extenderla por un plazo más, que podría ser de hasta un año y medio– a la misma empresa que viene defraudando y robando de manera descarada a los argentinos.

Por otro lado, esos plazos están sujetos y subordinados a estudios de nuestra Universidad Nacional de Rosario sobre el “impacto ambiental”, de la Universidad de San Martín sobre la “viabilidad económica y estructura de costo” y de la Universidad del Litoral sobre el “sistema fluvial”. Es decir: nuestras universidades públicas, nuestros intelectuales y científicos no serán los facilitadores para la recuperación de nuestros derechos soberanos, sino para la entrega de éstos en una nueva licitación internacional, donde lo único que está en cuestión es si se la quedan empresas holandesas, belgas, chinas, estadounidenses, etcétera. ¡Todos la quieren!

El libro de Luciano Orellano, publicado por Editorial Ágora, que es la investigación más completa sobre el tema de la soberanía del Paraná.

¿Por qué será que los únicos que no la queremos somos nosotros para los argentinos?

El argumento de que no estamos en condiciones de hacernos cargo por “deficiencias técnicas” es de una falsedad total. Actualmente, el 100% de los técnicos, científicos y trabajadores son recursos argentinos, pero trabajando para una empresa belga. ¿Cómo no vamos a tener los recursos si lo hacen nuestros trabajadores? Hay que aclarar que cualquier decisión que se tome debe garantizar los puestos de trabajo, los salarios, y los convenios colectivos de los trabajadores.

Otro argumento falso es el de la “imposibilidad del Estado argentino” debido al volumen de capital que representa Jan De Nul. ¿Qué es la Jan De Nul? Siete dragas de succión y una de corte, por un valor de 30 millones de dólares cada una. Es decir que el total del capital representa no más de 250 millones de dólares. Esto es muy poco dinero si tenemos en cuenta que el presupuesto nacional argentino es de 100 mil millones de dólares y que, además, esta empresa tiene una facturación por 300 millones de dólares anuales, con ganancias extraordinarias.

Estamos hablando de nuestro futuro por 30 o 40 años.

En respuesta a que “los argentinos no estamos en condiciones” de hacernos cargo del dragado y balizamiento de la mal llamada “Hidrovía”: ¿por qué se desprecian las dragas que tenemos los argentinos y se quiere continuar extranjerizando el dragado?

Es importante informarnos bien: tenemos la draga más grande de la cuenca del Plata. Hay dragas disponibles en manos del Estado y tripulación calificada. En la Dirección de Vías Navegables con sede en el puerto de Corrientes se pudo comprobar que se encuentran talleres y aparcadero de “dragas argentinas”, como la 326 y la 403C, que son de las más grandes del Paraná, prácticamente paralizadas desde 2016, como parte del desguace y la entrega de Macri. Son dragas que sólo necesitan arreglos menores para operar. La 403C es una de las más grandes de Latinoamérica, con una capacidad operativa que puede dragar hasta 2.000 metros cúbicos de arena por hora, es decir unos 400 camiones de arena por hora. No lo hacen a pelo de agua, puede expulsar la arena hasta 500 metros sobre las costas. Esto evita que retornen los residuos y pueden ser utilizadas para construcción y refulado.

Además, la empresa Jan De Nul opera con algunas dragas argentinas, nuestras, como la 256C “Capitán Nuñez”, la más grande de la cuenca, con capacidad de 6.000 metros cúbicos por hora (fabricada en 1977 y modernizada en 1998).

Se están elaborando propuestas en la provincia del Chaco para la puesta en marcha de estas dragas. Es fundamental tomarlas en nuestras manos. Y de más está decir que tenemos nuestros astilleros, como el Astillero Río Santiago, que pueden producir con alta eficiencia y en corto plazo las dragas que necesitemos.

Luciano Orellano.

Saludamos el anuncio de que el Estado se haría cargo del cobro del peaje, así como la concreción del canal Magdalena y la creación de una comisión bicameral para el control, pero esto de ninguna manera garantiza la soberanía argentina sobre los ríos.

El rumbo que ha tomado el Ministerio de Transporte es exactamente lo que piden las exportadoras Cargill, Bunge y ADM, de EE.UU, la francesa Dreyfus, la china Cofco-Nidera, la anglo-suiza Glencore-Renova); también el señor Paolo Rocca (de Techint), la belga Jan De Nul, la Sociedad Rural, el señor Idígoras, presidente del Consejo Agroindustrial mal llamado “Argentino” –ya que está conformado en su mayoría por extranjeros–, el señor Zubizarreta, que además de ser Presidente de Dreyfus preside la Cámara de Puertos Privados y Comerciales, también mal llamada “Argentina”.

Sobre el mecanismo de control que realiza la gran amiga de exportadoras y puertos privados –la Jan De Nul– por la que se desvelan por su “eficiencia” y continuidad, no solo hace el dragado y balizamiento, sino que es el último filtro de esta maquinaria de defraudación, robo y saqueo a los argentinos, porque tiene el control y la administración. Eso es lo que no quieren perder.

Este camino afirma el deseo y los intereses coloniales sobre una Argentina que parece no encontrar rumbo frente a una situación desgarradora: una desocupación estructural y 42% de pobreza (pandemia de por medio), donde 9 millones son niños en la pobreza extrema, a quienes les están robando lo más preciado, que es la posibilidad de un futuro. En este país en el que alguna vez se dijo “primero los niños”, hoy son los últimos. En este país en el que por un lado fluyen los manantiales de la riqueza (nunca tanto trigo, tanta carne, tanta soja, tanta leche, tanto alimento), vemos la contracara de una extrema pobreza de su pueblo.

Hoy los puertos, el comercio y nuestros ríos son verdaderos enclaves coloniales en materia comercial, económica, financiera. Puertos que no son públicos concesionados, son puertos privados. Un Estado dentro del mismo Estado.

Quienes trabajamos en el Frente de Todos para derrotar a Macri –un gobierno de entrega y saqueo que nos dejó las nefastas consecuencias que seguimos padeciendo–, lo hicimos convencidos de avanzar en un sentido nacional y popular de recuperar nuestra soberanía para la felicidad del pueblo, y nunca jamás  replicar la política y las acciones entreguistas del menemismo.

En esta situación, el ministro Guerrera ha dicho que no hay que “dramatizar”. La situación es dramática.

Se está del lado de la Argentina y de los argentinos, o se está del lado de las empresas extranjeras. Se está contra el saqueo, o se está a favor del saqueo. Se está contra la defraudación a los argentinos, o a favor de defraudar a los argentinos. Se está a favor de controlar y organizar nuestra riqueza, o a favor de entregar nuestra riqueza y que la planifiquen y organicen otros. Se está a favor de una Argentina independiente, o se está en contra.

En este país hay paisanos, lo que quiere decir que llevamos “el país adentro”, y que no vamos a parar hasta lograr una Argentina justa, libre y soberana, enfrentando las tremendas desigualdades que padecemos y poniendo en el trono de la vida cotidiana a “la noble igualdad”.

El 20 de noviembre es el día de la Soberanía Nacional por ser la fecha en que Lucio Mansilla junto con nuestros paisanos, nuestros gauchos y nuestros indios regaron con su sangre en la batalla de La Vuelta de Obligado, en el año 1845, la defensa de la soberanía sobre nuestros ríos y nuestro comercio, frente a la flota anglo-francesa –de las potencias más poderosas del mundo en ese entonces–, para que la Argentina no sangre por las barrancas del río Paraná.

Se está con Lucio Mansilla, o se está arriba de los barcos enemigos como sucedió en la Vuelta de Obligado.

Efectivamente, estamos en una batalla ideológica, y los argentinos vamos a darla: con la ideología y los legados, que hacemos nuestros, de Manuel Belgrano, el General San Martín, Mariano Moreno, el “federalismo y los pueblos libres” de José Gervasio Artigas, Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy, María Remedios del Valle (la madre de la Patria), Lucio Mansilla de las gestas de la Vuelta de Obligado y Punta Quebracho, el “Che” y nuestros héroes de Malvinas, elevando su contenido por los ideales colectivos de una Patria libre y soberana.

Bienvenido este necesario debate ideológico para citar a Manuel Belgrano, quien sentenciaba que con el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantas manos que arrancan el jugo de la Patria y la reducen a la miseria”, que “los países que se dedican a producir materia prima, generan desempleo en su país, y empleo en el país que la compra”, y que “toda nación que deja hacer por otra una navegación que podría hacer por ella misma, compromete su soberanía y lesiona gravemente la economía de sus habitantes”.

Belgrano planificó y actuó sobre los temas más importantes en defensa de la soberanía en todos sus planos: echando al invasor de nuestro suelo, estableciendo que “la agricultura, industria, comercio, caminos, navegación, etc., son los únicos que pueden llevar a estos países a la libertad”, y que era necesario darnos los “medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, y proteger el comercio”, “fomentar la educación y los oficios”, y sentenciando a aquellos que actúan “en contra de la causa de la Patria, que tal vez son habidos del sudor y la sangre de los mismos naturales”.

Belgrano, quien sentenció que “cerciorado de los excesos horrorosos que se cometen con la flora, talando árboles y que se aprovechan de los naturales sin pagarles el trabajo y los hacen padecer castigos escandalosos, constituyéndose en jueces y causas propias, prohíbo que se pueda cortar árbol alguno”, vislumbró y denunció la miseria en que vivía nuestro pueblo y el saqueo al que éramos sometidos. Y junto a este río Paraná por el que sangra la Argentina enarboló por primera vez, frente a la ciudad de Rosario, la bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que desde ese día flameó en los campos de batalla ante la victoria y en la derrota, guiando a nuestros patriotas al llamado de la libertad.

Estamos a tiempo de volcar la posición en la defensa del pueblo y de la Patria. Apostamos a esto.

Millones de paisanos no vamos a parar hasta recuperar nuestros ríos, nuestro comercio exterior, nuestra marina mercante, nuestra industria naval, nuestra moneda, nuestras universidades, para que el conocimiento de nuestros profesionales, científicos, investigadores, docentes, alumnos, técnicos y laburantes esté al servicio de un desarrollo y un crecimiento para la felicidad del pueblo argentino y para la igualdad.

Tenemos esperanzas y confianza infinita en las reservas del pueblo desde siempre, desde su profunda y permanente historia de lucha.

Por último, quisiera recordar dos frases del glorioso legado de nuestro querido General San Martín: “Los argentinos no somos empanadas para que nos coman de un  bocado”. “Seamos libres, que lo demás no importa nada”.


Luciano Orellano es integrante del Foro por la recuperación del Paraná y autor del libro Argentina sangra por las barrancas del río Paraná (Editorial Ágora).

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