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El inicio de clases presenciales: ¿a cualquier costo?

por Jorge Brega

Escribe Gloria Rodríguez

La importancia de la educación presencial se puso en evidencia. A la incertidumbre generada por el coronavirus se agrega los sistemáticos déficits de infraestructura, condiciones laborales, organigramas de funcionamiento y falta absoluta de criterios pedagógicos para encarar la coyuntura. En este contexto, se discute la educación presente, sus consecuencias futuras, y también el desaliento y vaciamiento al sector educativo del pasado.


 

Para la Sociedad Argentina de Pediatría “El cierre de las escuelas en la pandemia marcó claramente las disparidades sociales”. Agregaríamos que mostró la gran importancia de la escuela y la formación educativa en la vida de la sociedad, y el desdén con que la mayoría de los gobiernos de las últimas décadas han tratado el presupuesto educativo, a la hora de decidir los destinos del dinero del pueblo.

Del mismo modo que esta pandemia ha tenido el mérito de resaltar la imprescindibilidad del papel del Estado en la salud pública, aparecen también en lo educativo las tremendas carencias (agravadas brutalmente con la promulgación de las leyes educativas privatistas del gobierno Menem-Cavallo) que asfixian a la educación pública. La existencia de escuelas superpobladas, con baños insuficientes, sin red de gas, aulas construidas sin ventanas, en pasillos o antiguos patios; varias escuelas que, al carecer de edificios propios por inhabilitaciones sucesivas, comparten turnos intermedios; maestros y profesores que cumplen horarios en varias escuelas; docentes mal pagos…

Estas situaciones se vieron agravadas aún más durante el gobierno de Macri-Larreta-Vidal, muy ocupados en los negociados inmobiliarios, apalancados por la construcción de autopistas, la “puesta en valor” de zonas donde se desarrollaron dichos proyectos, y con especial interés en seguir promoviendo la “calidad” de la escuela y la salud privadas. Así se eliminó el Ministerio de Salud, igual que en la “Revolución Libertadora” de 1955 y se redujo, otra vez, el presupuesto educativo.

Y ahora Mauricio Macri, emulando a Donald Trump, dice: “¡Abran las escuelas! ¡Es un derecho constitucional!”.

Efectivamente, el derecho a educarse es constitucional. Los maestros y profesores luchan permanentemente porque todos los alumnos tengan ese derecho. Por eso, en plena pandemia los docentes y sus directivos desarrollaron, como pudieron, la enseñanza virtual a todos los que tenían acceso para realizarla: una computadora e Internet en sus casas, una familia que estuviera apoyando a sus hijos en el aprendizaje, condiciones habitacionales que permitieran la tranquilidad para el proceso enseñanza- aprendizaje, etc.

Como decíamos en nuestra editorial del mes de agosto: cinco meses y medio de pandemia le llevó saber al gobierno de Larreta-Acuña que la mitad de los alumnos de la escuela pública no tenían conectividad. Desde ese momento, pidió que se abrieran las escuelas, pero ni aún a esa altura dedicó dinero de las arcas públicas de CABA a acondicionarlas un poco mejor para recibir al alumnado. No construyó aulas, no construyó baños, no cambió conexiones eléctricas deficientes, no garantizó buena conectividad y suficientes computadoras en los establecimientos, no requirió información de cada escuela y actuó en consecuencia para resolver las carencias, previendo el comienzo de la educación presencial. Las 54 escuelas nuevas  que alardea la gestión de la Ministra Acuña fueron hechas en el 2008.[1]

Es cierto que estos son problemas que encontramos desde La Quiaca a Tierra del Fuego, pero ¡cuánto más visibles se hacen en un distrito como la Capital Federal, el más rico del país! Si se pidieron préstamos para realizar la monumental obra de Puerto Madero, ¡cuánto más justificados hubieran estado invertidos en escuelas y hospitales públicos!

Es cierto que es vital comenzar las clases presenciales. Para los chicos, en primer lugar, y para sus familias. La escuela es mucho más que los conocimientos que se pueden transmitir por Internet. Los teóricos de la Educación que hablaban de la futura eliminación de la escuela (y del rol del docente) puesto que se vería sustituida por las innovaciones tecnológicas de hoy y de mañana, han recibido un duro golpe. Hoy todos claman que abran sus puertas. Y que los docentes concurran a dar clase. Es que la escuela es mucho más que un lugar que brinda conocimientos, aunque sea su objetivo principal. La escuela educa, crea lazos sociales, democratiza el conocimiento, orienta y contiene. Es un sitio más seguro para los chicos y hasta garantiza el almuerzo, como lo hizo la mayoría de las escuelas primarias públicas durante la pandemia. La falta de presencialidad, según la Sociedad Argentina de Pediatría, hizo que aumentara la violencia, el maltrato familiar y el abuso de los niños. También el embarazo adolescente, la explotación laboral y sexual.

Pero no a cualquier costo. Se debe saber que las escuelas están peor que el 16/03/2020. La pandemia ha agravado su estado previo. Las condiciones de distanciamiento e higiene son imprescindibles. Se requiere aumentar los fondos que estaban establecidos para Educación. En todo el país. No alcanza con enviar kits de limpieza a las escuelas o darles instrucciones de higiene a los directivos o dar autonomía a los distritos para que “decidan”, como dice el Ministro Trotta. Las decisiones se toman de acuerdo a si se tiene o no apoyo económico e institucional. Es el Estado el que los provee.

Tomaremos algunos ejemplos que son públicos porque los padres se han movilizado para poner condiciones mínimas para que sus hijos vayan a la escuela. Por ejemplo, la Cooperadora de la emblemática escuela Mariano Acosta de CABA: denunciaron que hay sólo 3 baños para 400 alumnos de la escuela primaria. El gobierno de la ciudad dice que se reducirá la cantidad de alumnos presentes en un baño y el tiempo que estará cada uno.

El Normal 7 en Almagro comparte edificio con otras 2 escuelas: Comercial 8 y Comercial 25. Concurren por día 3000 personas. El tercer piso de aulas no tiene baño. Hay muchas aulas que no se podrán utilizar por falta de ventanas, son internas y sin ventilación.

Todos los profesores de Enseñanza Media y muchos maestros concurren a varios establecimientos en una jornada de trabajo debido a su situación salarial. La única medida tomada por protocolo es que se cambien la ropa de trabajo y elementos de protección en cada escuela a la que vayan. Pensemos en lo que sucedió en los geriátricos por la concurrencia de enfermeros en la misma situación.

Hay un tema general y sin abordaje porque no hay presupuesto para resolverlo: el transporte del alumnado en las grandes ciudades. Las clases comienzan en el mismo horario que utilizan los trabajadores esenciales para iniciar su jornada. ¿cómo se garantiza el distanciamiento en los trenes y colectivos? Los gremios docentes pidieron transporte escolar gratuito por escuela. También solicitaron más cargos docentes y de limpieza en los establecimientos, puesto que los grados y secciones de jardín se deberán dividir en grupos menores y la atención hacia los niños deberá ser mayor para hacer respetar las condiciones de seguridad, higiene personal y limpieza continua de los ámbitos y superficies.

Así como las condiciones de la vuelta a clases muestran una peligrosa improvisación, no le va a la zaga la ausencia de criterios pedagógicos y didácticos para el inicio de un ciclo lectivo. No hay adecuación, aunque se enuncie, de una curricula para esta situación inédita, no hay directivas para evaluar los contenidos efectivamente aprehendidos durante 2020, no se han elaborado instrumentos de apoyo al docente para su tarea cotidiana, y frente a la desigualdad de las condiciones del alumnado. Tampoco se plantea la necesidad de criterios institucionales para afrontar estas cuestiones. En síntesis, se descansa una vez más en la creatividad docente y en “ir sobre la marcha”.

Estos son algunos problemas que se podían prever y resolver de antemano. Muchos surgirán a lo largo del inicio y desarrollo de las clases. Si no se escucha y consulta a las comunidades educativas, en forma permanente, el peligro de acrecentamiento superlativo de la pandemia es un hecho. No sólo en las familias, sino, al igual que ya sucedió con el personal médico, de enfermería y maestranza en los hospitales, en toda la comunidad educativa.

 

[1] Fallo de la jueza Liberatori, publicado en Pág. 12, 3/02/2021.

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